El gobierno ha remitido a Bruselas la actualización de sus previsiones económicas y financieras para este año y el próximo. Para 2024, el crecimiento esperado se mantiene en el 2%, valor que parece bastante factible dado que en el cuarto trimestre del año pasado y el primero de este año se registró un crecimiento trimestral del PIB del 0,7%. Y para 2025 aumenta su previsión una décima hasta el 1,9%. En cuanto a las previsiones de déficit público, se espera que caiga del 3,6% del PIB el año pasado al 3% este año y al 2,5% en 2025, «mejorando la actividad económica y el empleo», dice en el documento enviado a la Comisión Europea el Martes en la tarde.
El ejecutivo presume de liderar el crecimiento en Europa y de que el empleo es máximo y la temporalidad mínima. El aumento del poder adquisitivo a medida que disminuye la inflación, el fuerte empleo, el crecimiento demográfico y las altas tasas de ahorro garantizarán que el consumo mantenga su vitalidad e incluso se acelere a niveles superiores al 2% tanto en 2024 como en 2025. Y esto en un contexto en el que la política monetaria se está endureciendo tras una evolución bastante débil desde la pandemia, el ejecutivo espera una recuperación de las inversiones, impulsada por los fondos europeos. Se espera que aumente un 2,8% este año y un 4% el próximo. El otro apoyo al crecimiento serán las exportaciones de servicios, tanto de turismo como de negocios. Estos alcanzaron un máximo del 15% del PIB y podrían seguir mejorando, ya que se espera una mejora continua en la zona del euro. Sin embargo, debido al aumento de la demanda interna, las importaciones también aumentarán.
La tasa de desempleo seguirá siendo alta a pesar de la buena evolución del empleo. Para 2025 se espera que esté ligeramente por debajo del 11%. La inflación seguirá moderándose sin causar efectos de segunda ronda, es decir, un cambio completo hacia los salarios que alimente una espiral inflacionaria. Después de un aumento del 5,2% en la remuneración de los empleados en 2023, el ejecutivo espera que aumente un 4% en 2024 y un 2,6% en 2025. Y el deflactor del consumo privado, indicador similar al índice de precios al consumo, se mantendría en el 2,3% en 2020 y 2025. De esta forma, los salarios ganarían poder adquisitivo con incrementos salariales por encima de la tasa de inflación. El documento admite que los principales riesgos provienen de la geopolítica y el posible impacto sobre los precios de la energía o la actividad en la eurozona.
En cuanto a las finanzas públicas, el Ejecutivo reitera que la reducción del déficit presupuestario habría sido mayor si no se hubiera recurrido a 46.000 millones de ayudas desde el estallido de la inflación. Sin ello, el déficit habría sido del 2,5% del PIB en lugar del 3,6% a finales de 2023, subraya. Las cuentas de 2024 se caracterizan por la ampliación de los presupuestos, mientras se actualizan las pensiones y los salarios de los funcionarios y se producen mayores transferencias a la seguridad social y una recuperación del gasto en defensa para hacer frente a las obligaciones internacionales. Así, el gasto en PIB disminuirá significativamente del 46,4% del PIB al 45,6% en 2024 y al 45,4% en 2025, ya que muchos rubros crecen por debajo del crecimiento de la economía, incluida la inflación. La eliminación gradual del apoyo relacionado con la inflación, que caerá del 2% al 1,2% entre 2022 y 2024, contribuirá significativamente a ello. A ello también contribuye el menor gasto en inversiones financiadas por el Estado. Esto cae del 3% en 2023 al 2,7% del PIB en 2024 y 2025. Y la ayuda a la inversión y otras transferencias de capital caen del 1,1% del PIB al 0,5% entre 2022 y 2025.
La junta explica que los ingresos han mostrado un gran dinamismo debido al surgimiento de la economía sumergida, en particular debido al aumento de los pagos con tarjeta. Sin embargo, la recaudación del PIB disminuirá al 42,6% en 2024 desde el 42,8% en 2023. Esta caída se debe a una disminución de los ingresos por impuestos indirectos, en parte debido a los recortes de impuestos restantes para ayudar a las familias contra la inflación. Su retirada total les devolverá al 42,9% del PIB en 2025.
Sin embargo, estas cifras son una mera formalidad ya que las normas fiscales europeas aún no se han activado. Incluso si el déficit cae por debajo del 3% que caracteriza la disciplina fiscal europea en 2025, el ejecutivo tendrá que enviar a Bruselas en otoño un plan financiero de siete años que ponga la deuda en una senda descendente durante un período más largo. Para ello, la autoridad tributaria calcula un ajuste anual de alrededor del 0,3% del PIB entre 2025 y 2031. Y el Banco de España del 0,5%. Un ajuste al año de entre 4.000 y 7.000 millones en función del PIB actual. Ése es el verdadero desafío. Sin inflación, la deuda caerá más lentamente: del 107,7% al 105,5% del PIB este año. Y en 2025 al 104,1%.
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