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    Yebes y Angón: excursión a la ciudad más creciente y más vacía de España, a una hora en coche la una de la otra | España

    Heberto Corrales DomínquezBy Heberto Corrales Domínquezoctubre 19, 2025No hay comentarios10 Mins Read
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    Dos frases resumen dos realidades diametralmente opuestas, situadas a poco más de una hora en coche en la provincia de Guadalajara. “Aquí viven 1.400 niños menores de 14 años”, explica Aarón de Mena, concejal del PP, rodeado de urbanizaciones cortadas con plazas y cuestas en Yebes, la ciudad que, según informó Efe en agosto, más ha crecido en población en España en lo que va del siglo XXI. “Aquí todos han muerto o emigrado, sólo quedo yo”, grita Gregorio Parra entre casas de piedra en Angón, el municipio que más se ha vaciado en los últimos 25 años y donde este octogenario es la única persona que vive habitualmente. Yebes y Angón están separados por 89 kilómetros. Pero ofrecen escenas de vidas a años luz de distancia.

    Son las 2:00 p.m. el viernes 10 de octubre en Yebes. Decenas de padres y madres acuden a la salida del colegio para recoger a los menores de todas las edades que salen a toda prisa del centro. Algunos han vivido en la ciudad durante varios años, mientras que muchos otros se han mudado recientemente, lo que ha dado lugar a cifras récord. La pequeña ciudad original tenía 167 habitantes a principios del milenio. En 2024 ya eran 5.400, lo que corresponde a un aumento del 3.133,5%. ¿A qué se debe este aumento descontrolado en una ciudad cercana a zonas de la España despoblada?

    Uno de los padres, Juan Padilla, de 40 años, recuerda el “golpe de Aguirre” como el origen del fenómeno. Yebes fue el núcleo urbano original, un pueblo deshabitado con unas pocas casas bajas y “gente mayor”. Situada a una hora en coche de la capital Madrid tras pasar por la zona industrial del Corredor del Henares, está rodeada de campos y no tiene fábricas ni centros de negocios. Es el punto intermedio antes de adentrarse en la Alcarria, bajo un cielo inmenso, que propició la instalación de uno de los observatorios más grandes del país en lo alto de una colina junto a las casas adosadas.

    Lo que pasa es que Yebes tiene un gran término municipal que desemboca en la Carretera Nacional 320, atravesándolo por praderas desérticas. El gobierno del PP de José María Aznar, con Esperanza Aguirre como ministra de Cultura, diseñó una estación de AVE en la ruta Madrid-Barcelona en la ciudad, en lugar de construirla él mismo en la capital Guadalajara, a 13 kilómetros de distancia. Al mismo tiempo, la constructora Reyal estaba planificando en el terreno un macro complejo residencial llamado Ciudad Valdeluz, que en el futuro contará con unos 34.000 habitantes. Un plan marcado por la polémica ya que el terreno reclasificado pertenecía a una tía del marido de Aguirre. La construcción de apartamentos y chalés comenzó en 2004. Luego vino la crisis del ladrillo, todo quedó paralizado y no se vendieron complejos residenciales enteros.

    Una de las primeras pobladoras de Ciudad Valdeluz fue Aurelia Ramos, hoy de 80 años, que tras su jubilación cambió su piso en Alcorcón (Madrid) con su familia por una casa adosada en Ciudad Valdeluz para escapar del bullicio. “Quería la ciudad dentro de la ciudad”, dice la mujer. Ramos recuerda que como parte del paquete oportunidad, el organizador prometió una lanzadera en tren desde Yebes a Madrid, que habría servido de ciudad dormitorio y cuya parada sería en la estación del AVE. La promesa no se cumplió. Incluso después de la crisis inmobiliaria no se llevaron a cabo más construcciones en el macrocomplejo. “Se quedó como un bonsái, como si nadie lo hubiera regado”, lamenta.

    Yebes y Angón, la ciudad que más crece y más se vacía está en Guadalajara.
    Aurelia Ramos y Aarón de Mena, en Valdeluz de Yebes. Samuel Sánchez

    Después de la llegada de Ramos, pasaron los años. Y el valor de las casas construidas cayó drásticamente. “Bajaron tanto los precios que luego la gente vino aquí a vivir”, dice su hijo Aarón de Mena, 44 años, concejal del PP. Hubo un tiempo en que los apartamentos de tres habitaciones costaban unos 90.000 euros.

    Las calles de Valdeluz forman una cuadrícula perfecta, salpicada de urbanizaciones y solares baldíos. Es como si alguien llegara a otro planeta y comenzara a colonizar el lugar, como una ciudad de Lego a la que le faltan piezas. Además de las viviendas, ahora hay cinco bares, algunas tiendas, un hipermercado, un parque con un lago y un edificio polivalente construido hace dos años donde trabaja el equipo de gobierno. El antiguo ayuntamiento se encuentra en el original Yebes, pero sólo se utiliza para plenos y otros actos institucionales.

    Padres e hijos tras terminar el colegio en Valdeluz en Yebes. Samuel Sánchez

    También el colegio, donde los encuestados coinciden en el crecimiento exponencial de vecinos en los últimos tiempos. La mayoría de ellos se sienten atraídos por los bajos costes de la vivienda y un enclave adecuado para los niños, afirman. Y en cuanto a comunicación, está cerca del corredor del Henares, de la ciudad de Guadalajara y de Madrid, donde van a trabajar en coche. Juan Padilla, de 40 años, deja su piso de 130 metros cuadrados, por el que paga 550 euros de alquiler, para recoger a sus dos hijos, de 10 y 8 años. Llegó desde Torrejón en 2020 tras pasar por varias casas del centro de Madrid.

    Padilla trabaja como vendedora. Su esposa en cuidados a distancia en Madrid capital. “En mi edificio vivimos muchos de mi edad que buscamos paz y tranquilidad y poder pagar la casa”, dice junto a su casa, a pocos metros de la escuela donde ahora asisten los estudiantes de secundaria. «Últimamente ha venido mucha más gente. Ahora hay tanta gente que hoy se ha producido una mayor expansión», dice contento.

    Yebes y Angón, la ciudad que más crece y más se vacía está en Guadalajara.
    Juan Padilla en Yebes, el municipio de mayor crecimiento.Samuel Sánchez

    Una de las últimas en asentarse fue Silvia Arranz, de 29 años, con pareja y una niña de tres años. “Me gustó porque hay poca gente pero muchos niños”, explica esta empleada de un hotel de Guadalajara. Ahora los precios se han disparado. Apenas quedan apartamentos vacíos, ni en venta ni en alquiler, y en las propiedades están previstas nuevas construcciones. Los apartamentos de tres habitaciones que ofrece Idealista cuestan unos 250.000 euros.

    Tras dos legislaturas socialistas, el ayuntamiento cambió tras las elecciones locales de 2023. PP y PSOE quedaron empatados con cuatro concejales, pero Vox pasó el testigo al Partido Popular con dos, con el que formaron coalición. En el nuevo edificio donde tiene su sede la empresa local, el alcalde se queja de que tras el aumento se necesitan más inversiones en “sanidad” y “educación”. «Todas las instituciones tienen que trabajar juntas». Hay muchas cosas que necesitamos preparar. “Pero tenemos que hacerlo ahora, no podemos esperar a tener 10.000 habitantes”, afirma. La superficie edificada es del 25% y señalan que seguirá aumentando y ensalzando los beneficios del crecimiento.

    Los vecinos de Valdeluz apenas han puesto un pie en las calles adoquinadas de la original Yebes, a cuatro kilómetros de distancia, donde la población también ha crecido en los últimos años de unos 200 a unos 1.000, contagiados por buenas conexiones de transporte pero con una arquitectura muy diferente. En total hay 46 nacionalidades en un mismo municipio. En el único bar, un grupo de cuatro hombres de unos cincuenta años se preparan para una partida de papilla. A 84 kilómetros de allí, prevalece lo contrario: Angón, la ciudad donde más ha disminuido la población. También está en Guadalajara y está a sólo una hora y media en coche. “Es sencillo, este está muy bien conectado y el otro se pierde ahí”, señalan los hombres del bar de Yebes.

    el unico vecino

    Para llegar a Angón hay que salir por la carretera nacional 320, luego recorrer varios kilómetros por la autovía A-2 y finalmente recorrer más de media hora por un sinuoso camino rural entre montañas que pasa por el Castillo del Cid, en el municipio de Jadraque. Poco después, el color ocre de las casas de Angón aparece de repente entre dos vertientes. Después de las 5 p.m. Apenas se oye un cuervo, el viento y los pasos de cuatro personas que viajan desde Madrid para pasar el fin de semana en su ciudad natal. También el ruido de las obras en la casa de Raúl Fernández, de 43 años, que acaba de comprar a sus padres en la ciudad por 25.000 euros y que ahora está restaurando.

    Fernández vive en Barcelona y es informático. Puede teletrabajar estacionalmente. Este año ha llegado la cobertura 5G, aunque sólo están disponibles los datos de Movistar. Untado de pintura, elogia la labor de la alcaldesa Diana Caballo del partido A Descubre Angón, que restauró el ayuntamiento y promovió la apertura del bar en la diminuta Plaza Mayor. “Es importante que siga viniendo gente, sino la ciudad moriría por completo”, afirma Fernández.

    El entorno rural se manifestó hace dos semanas en Madrid por el «abandono» de sus territorios y la «falta» de servicios públicos. En el caso de Angón, la ciudad ya se vio afectada por la emigración en los años 1960. Sin embargo, la despoblación ha causado aún más daños en los últimos años. En 2000 tenía 45 habitantes. Hoy sólo están registrados siete.

    Pero en realidad, sólo un pastor de origen marroquí y el único angonero que hoy vive allí cruza habitualmente por el territorio municipal: Gregorio Parra, de 85 años, que aparece de la nada, con un rastrillo en la mano y ataviado con una gorra de vino Don Simón, camisa y pantalón viejos y botas gastadas de paseo por el campo. Proviene del cuidado de algunas plantas de tomate.

    Yebes y Angón, la ciudad que más crece y más se vacía está en Guadalajara.
    Gregorio Parra, 85 años, único vecino del poblado de Angón, el municipio con mayor empobrecimiento.Samuel Sánchez

    Parra nació en Angón. A los 18 años emigró a la capital tras la muerte de su madre. Empezó como operario en la fábrica de Bosch en Madrid y se instaló en un barrio del norte de la capital. No se casó y no tuvo hijos. Y tras su jubilación, decidió regresar a la casa de sus padres en la ciudad. Hoy apenas oye con un oído, aunque se mueve ágilmente por las calles adoquinadas de la ciudad, donde pasa su vida solo arando el jardín y viendo «The Part» en la televisión. Hace sus compras en Jadraque, a donde se desplaza en coche.

    Cuando era pequeño, recuerda, todos se dedicaban al campo. Asistió al colegio en la misma ciudad, dividido en dos centros, uno para niños y otro para niñas. “Muchos se fueron a Madrid a servir”, añade. ¡Todo el lugar estaba lleno de niños, lleno! La comunidad siguió conviviendo con los que se quedaban, además de reunirse con los que regresaban los fines de semana o en verano. Mientras Parra cuenta su historia con entusiasmo, se estremece y de repente corre a casa. Coge algunas llaves y abre una casa cercana. Son sus primos. “¡Mira, Maya, pasa, pasa!”

    En el interior, en el garaje, hay un tablón de anuncios con fotografías de amigos y familiares comiendo. A su lado cuelgan las ollas y paelleras que se utilizan para cocinar. La vida cotidiana ya no existe en Angón, aunque las imágenes y herramientas reflejan el pasado. Tiene alma. Parra toma algunas fotos. «La mitad de ellos están muertos. ¡Yo me quedo, soy el único!» lo repite una y otra vez.

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