En la hoja de ruta hacia la victoria en las elecciones del 12 de mayo aparece una abreviatura en letras grandes: Utilidad. Las anteriores consignas patrióticas y llamadas a movilizar a la ciudadanía, a favor o en contra de la independencia, se han atenuado y dan paso al compendio de virtudes como gestor público que difunde cada candidato. Todos los partidos apuntan a la dosis de vitaminas y de gobierno enérgico que necesita Cataluña, una zona con un fuerte motor económico y social, pero que resulta contraproducente y provocada por la falta de mantenimiento y la ineficaz pericia de los mecánicos que tuvieron que realizar las obras. puesta en marcha, está deteriorada. En la batalla entre PSC, ERC y Junts, los tres partidos con mejores previsiones según las encuestas, arde el debate sobre quién es el mejor administrador. “Somos solucionadores de problemas”, afirma el socialista Salvador Illa. “Creen que la gestión nos hace sentir incómodos. Sabemos lo que significa gestionar”, afirma Carles Puigdemont. “El verdadero liderazgo, mostrar hacia dónde debe ir el país y seguir a otros, es lo que demostramos desde Esquerra”, afirma Pere Aragonès.
El último barómetro del CIS publicado el jueves muestra que el 58% de los catalanes considera que la situación económica de Cataluña es mala o muy mala y sólo el 34% la considera óptima. Cuando se les pregunta por la situación política, llama la atención la mala valoración: el 73% la califica de mala o muy mala. La encuesta identifica la independencia como uno de los temas a los que se enfrentan los políticos, pero también muestra que más de la mitad de los ciudadanos (55%) dicen tener poco o ningún interés por los temas y noticias relacionados con las elecciones autonómicas del 12 de mayo. El celo con el que se vivió la política en los días más apasionantes del año Procesos se ha convertido en un gato cansado y letárgico. La pereza amenaza con obstaculizar las elecciones del 12 de mayo.
Los responsables de la sala de máquinas de los partidos y los diseñadores de la estrategia electoral coinciden en que es necesario afinar el tiro para dar con la tecla que movilice a los votantes a su favor. La fórmula consiste en saber combinar practicidad y mensajes transversales capaces de deleitar a los aficionados del partido pero también de seducir a una parte del electorado rival. En esta encrucijada, los elogios a los gobiernos de Jordi Pujol se escuchan desde Junts, pero también desde el PSC. Convergència se caracterizó por la práctica, “Peix al Cala«, una transición a la política de «pájaro en mano es mejor», que consistía en no tener reparos a la hora de negociar con el gobierno, independientemente de su signo.
El PSC es el partido que tradicionalmente más ha sufrido la llamada abstención diferencial, es decir, el comportamiento de los votantes socialistas que se movilizan en las generales pero se abstienen de votar en las autonómicas porque no se sienten preocupados. Salvador Illa busca recuperar el control de la Generalitat para los socialistas, catorce años después del gobierno de José Montilla, repitiendo la necesidad de superar la “década perdida” de los gobiernos de Junts y ERC y el ruido paralizante para dejar atrás el desafío independentista. Lluïsa Moret, jefa de campaña de Illa, subraya que la prioridad es «ganar y gobernar». El PSC ya era la fuerza más votada en 2021, pero se quedó sin la presidencia por el pacto independentista entre ERC, Junts y la CUP. Una victoria cómoda es la forma más segura de garantizar que algo como esto no vuelva a suceder, coinciden los líderes socialistas. “Llamamos a todos los catalanes a tener poder para gobernar, independientemente de lo que piensen y de la lengua que hablen”, afirma Moret. «La atención debe centrarse en los problemas que deben abordarse: la sequía, las energías renovables, la educación, la salud y la vivienda».
El PSC está con la respiración expectante a ver qué decisión tomará este lunes el líder socialista Pedro Sánchez. Una circunstancia que Carles Puigdemont aprovecha para sembrar dudas sobre la independencia del PSC. «¿Alguien puede creer que Salvador Illa tendrá un no en el bolsillo para plantarle cara a Pedro Sánchez?», dijo Puigdemont este sábado en Argelers. El expresidente catalán también criticó a Illa por interrumpir la campaña catalana para formar parte de la junta ejecutiva federal del PSOE. «¿Queréis un presidente que vaya a Madrid a recibir instrucciones o uno que vaya a Madrid a dar instrucciones?», gritó Puigdemont a sus seguidores. «No podemos nombrar presidente a alguien que no ha alzado la voz para no molestar a sus amos en Madrid», afirmó Jordi Turull, secretario general de Junts, también del sur de Francia, donde Junts ha trasladado su campaña electoral. Mientras espera que la ley de amnistía entre en vigor, Puigdemont corre el riesgo de ser arrestado si entra en España.
Para seducir a los hartos y hacer cómplices más allá de sus seguidores, Puigdemont ha incluido en su lista perfiles ajenos al partido, siguiendo el modelo y similitud de lo que intentó Artur Mas con el partido gran casa del catalanismocon lo cual incluso quiso ampliar eso Buddy de Paller (el eje conector), lo que entonces significó convergencia. El expresidente no vive en Cataluña desde hace más de seis años, pero dice tener una «sensación general de que se ha tocado fondo en algunas zonas críticas». Su número dos, la emprendedora tecnológica Anna Navarro, vive en Estados Unidos desde hace 30 años. Puigdemont dirigió la Generalitat en 2016 y 2017, cuando el desafío separatista se benefició de la actividad gubernamental. Para defender sus dotes como directivo destaca sus cinco años como alcalde de Girona.
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Esquerra llega a las elecciones con la lengua fuera. Pere Aragonès defiende que su trayectoria como inquilino de la Generalitat es óptima y mantiene las cifras de empleo, el paro más bajo en 15 años y los buenos indicadores de las exportaciones catalanas y de las inversiones extranjeras en Cataluña. “En los ámbitos donde Esquerra avanzó por su cuenta, ahora todos se están apuntando”, afirma presidente. También presume de sus políticas sociales, pero asegura que ha tenido poco tiempo para revertir los efectos de la gestión de sus antecesores. “A los tres años no se puede resolver todo lo que otros no han hecho en años. Cuando vuelva Junts, volverán los recortes”, afirma Esquerra. En la última parte de su mandato, Aragonès fue castigado por la gestión de la sequía, por los malos resultados educativos y por la incapacidad para aprobar los presupuestos. Problemas como la ampliación del aeropuerto de Barcelona tampoco se resolvieron. En su partido admiten que han tenido dificultades para explicar la actuación del Gobierno. Él presidente Se presenta como un directivo fiable frente a las propuestas “personalistas” de sus oponentes. Sus rivales le acusan de no desempeñar un papel protagonista ni siquiera en su propio partido, que está subordinado a las órdenes de Oriol Junqueras.
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