No hubo trofeos, ni siquiera regreso al ruedo, ni un animado y unánime aplauso ante una corrida deslumbrante, pero fue una lección magistral dada por tres toreros en Las Ventas ante una corrida muy complicada y deslucida. Fue un curso sobre el arte del toreo, que no consiste sólo en el ataque amoroso del toro diestro y del torero elegante y punzante. Un ejemplo de lo que significa coraje, fuerza, conocimiento, firmeza, dedicación y seguridad ante un animal que sube al ring dispuesto a arruinar cualquier sueño. Y no había lugar para el aburrimiento, pero no era fácil tener los cinco sentidos dispuestos para disfrutar, sentir y sufrir lo que sucedía en la arena.
Robleño, Cortés y Espada no pertenecen al grupo de personalidades que ya encabezan las ferias de agosto, pero han demostrado que son toreros de pleno derecho, conocedores de su oficio y con un compromiso muy serio con el alumbrado disfrazado.
Los tres fracasaron por cuestión de suerte, lo que explica una vez más que nadie es perfecto y quizás, quién sabe, esa sea la razón de su situación inestable a la hora de firmar contratos.
La corrida de El Montecillo no valía ni un céntimo. Con buena fachada, eso sí, todos eran serios, con laboratorio y muy inteligentes, pero ninguno dejó que la corrida se sucediera de principio a fin. Ni siquiera se lo permitieron con el manto, los seis estaban distraídos y sueltos, y sólo el sexto alcanzó la muleta con mínimo abandono, lo que permitió a Espada, que había estado muy valiente toda la tarde, brillar de verdad en mucho tiempo. Muletazos sueltos Destape ambas manos para exponer su cuerpo. Mientras estaba en su mejor momento frente a un oponente que no dejaba de mirarle los muslos, una voz interrumpió la escena: «Se va sin ellos». Corrida…’ como si quien lo dijera supiera de qué estaba susurrando.
En la última corrida de la tarde aparecieron Banderillas Candelas y Pascual Mellinas, y el matador brindó ante el público, confiado en que su espíritu resistiría los elementos. Y así podría ser si no vuelve a fallar con la espada.
Falló también en el tercer asalto tras unas bailarinas muy apretadas y un valiente intento contra otro toro que se mostró tan desinteresado que sólo la orden del torero le obligó a pasar de mala gana. Unas cuantas estatuas ajustadas delante de un torero plantadas en la arena no eran más que una ilusión temporal.
Una vez más, Fernando Robleño, profesor taurino cuya asignatura está pendiente y nunca aprobada, falló con el estoque. No se puede ser más y más claro que este profesor experimentado con un montón de inútiles que no tenía pasaporte. No es sólo la experiencia probada por el tiempo de la antigüedad, sino también el sabor probado por el tiempo del toreo eterno. Los apretó a ambos y se equivocó con ambos cuando llegó la hora de la verdad.
Y no se quedó atrás Javier Cortés, otro Pinchaúvas con un destacado sentimiento torero, siempre bien colocado, cruzando el gancho del oponente, jugando sus toros al extremo, mucho más allá de la condición de sus toros, y robándoles muletazos profundos exponiéndolos donde las pitones fuman. Todo el fuego ardiente se apagó con el jarrón frío mediante un mal uso del estoque.
No hubo trofeos, pero sí buenos toreros y un toque de toreo de primer nivel. No todo será taller de pintura…
El Montecillo/Robleño, Cortés, Espada
toros de El Montecillo, bien presentado, serio y perspicaz; mansos, marginados y deslucidos.
Fernando Robleno: media estocada (ovación); tres pinchazos _aviso_ y tres locuras (silencio).
Javier Cortés: dos pinchazos, un _aviso_ medio oblicuo casi completo y dos locuras (silencio); casi completamente acostado y alterado y tres locuras (silencio).
Francisco José Espada: apuñalar y empujar (ovación); Dos pinchazos y casi un aviso completo (ovación).
plaza de las ventas. 2 de mayo. Corrida de toros goyesca. Feria comunitaria. Tres cuartas partes de las entradas (18.329 espectadores, según la empresa).
Toda la cultura que la acompaña te espera aquí.
Suscribirse a
babelia
La actualidad literaria analizada por los mejores críticos en nuestra newsletter semanal
CONSÍGUELO