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Rafael Pallarés, aficionado a la música electrónica, párroco de Divina Pastora en Málaga, tuvo una epifanía a principios de este año. Había leído en la prensa que se celebraban algunas fiestas en lugares singulares de la ciudad y lo vio claro. Llamó a los organizadores y sugirió trasladar uno de esos eventos a la terraza del antiguo monasterio del siglo XVIII de los frailes capuchinos de la Hermandad. En primavera, cincuenta personas bailaron con un DJ a un paso del templo y la sacristía, que permanecieron cerrados. “Me gusta la cultura del club de Berlín, encontrar nuevos lugares y darles un significado diferente”, dice el pastor. Fue un regalo del cielo para los organizadores del Club Jarana. “Era un lugar ideal y lo pasamos muy bien”, dicen Araceli Martín y Candela Montero, treintañeras que llevan organizando fiestas casi improvisadas en lugares insólitos desde 2018 tecno o el hogar. De un bar de barrio a un club, un Parque o el entorno de una parroquia. También una venta en Los Montes de Málaga, donde tendrá lugar la próxima el 22 de julio.
Los eventos ofrecen al público una curiosa mezcla de estilos, enmarcada por los paisajes más inesperados. Los hacedores malagueños siempre buscan espacios singulares, alejados de la habitual época festiva y alejados del centro. “A partir de ahí casi todo vale la pena”, dice Montero, de 38 años. Ha pasado horas recorriendo los barrios con su amiga para encontrar esos rincones cuyo único requisito es que tengan baños, barra y espacio para comer ya que las fiestas se celebran de día. Comienzan a las 12 del mediodía y terminan antes de la medianoche para evitar problemas de ruido. es lo mas parecido delirio en la ciudad. Y la brevedad con la que anuncian las fechas le da al conjunto un toque de anticipación e improvisación del que hoy carece el tiempo libre. Son gratuitos y siempre invitan a varios DJ que tocan estilos de música que van desde el rap hasta la música disco y la electrónica. Ritmos ya una rareza en el centro histórico de Málaga, aburguesado, copado por bares turísticos y discotecas donde reina el reguetón. “Nos dimos cuenta de que no había un lugar que nos gustara, así que decidimos montarlo nosotros mismos”, enfatiza Martín, de 39 años.
Hace tiempo que los dos no van a la capital, Málaga. Candela Montero estudió en Madrid y vivió muchos años en Francia y Colombia. Regresó en 2016 y ahora se desplaza a tiempo parcial entre el Centro de Historia de Benalmádena y una agencia de gestión cultural, Mångata. Araceli Martín estudió Bellas Artes en Granada y luego hizo un Máster en Fotografía en Madrid, donde residió hasta 2017. En casa, dirige y promueve el festival de música experimental Flama, en el que solo participan mujeres. gastronomía Firmemente. Ahora se han conocido a través de amigos en común. Y como faltaban espacios para escuchar música electrónica y bailar, decidieron ponerse manos a la obra. Si no existía, había que crearlo.
fiestas diurnas
Su primera incursión lo llevó a un pub del barrio poniente, cerca del centro cultural La Térmica, donde esa noche se realizaba un evento musical. Funcionó. Luego intentaron con El Ejido, al norte del centro. También funcionó. Allí dieron el paso de llevar el concepto un poco más allá: las fiestas ya no eran de noche, sino de día. Luego fueron al Nuevo Mariano, un clásico en el corazón del barrio La Trinidad, con adornos religiosos en las paredes, carajillos en la barra y algún que otro tablero de ajedrez en las mesas. «Se sintieron atraídos por la idea y lo intentamos», dicen. Invitaron al músico Elphomega como DJ. El evento fue un éxito y se repitió en la misma zona, ahora en Peña Trinitaria. Debido a la afluencia de visitantes, la plaza en la que se encuentra el restaurante se llenó.
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Y así, el invierno pasado, decidieron organizar las siguientes fiestas en un lote cercano que estaba siendo utilizado como estacionamiento. “Habíamos viajado mucho Parque proponer la idea pero todos nos miraban con cara de que estábamos locos. Y al final lo conseguimos”, dice Montero. También pasaron por un bar de Pedregalejo y luego se instalaron en un chiringuito de la playa de Huelin y el bar estaba abarrotado. “Parecía un festival”, recuerdan. Y que la llamada sea solo a través de redes sociales y con fecha no especificada, normalmente solo unos días antes.
Llegó entonces la llamada de Rafael Pallarés y los organizadores del Club Jarana cumplieron otra de sus expectativas. Para el pastor fue «un puente entre la iglesia y la cultura» y para él «mucha diversión». Fue el único partido donde la asistencia estuvo limitada por problemas de aforo y la lista se cerró apenas una hora después de que se publicara la convocatoria en las redes sociales. Ahora se han centrado en buscar salas que tengan una mayor capacidad y cuenten con las instalaciones necesarias para que todo suceda con comodidad. El próximo tendrá lugar este sábado 22 de julio en Españita Sale, un restaurante de calle de cocina tradicional en el entorno del Parque Natural de Los Montes de Málaga. ¿Y el siguiente? “Pase lo que pase”, concluyen intrigados.
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