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Durante muchas décadas, los neurólogos chocaron contra un muro aparentemente impenetrable. Conocida como la barrera hematoencefálica, es una red compleja de vasos sanguíneos y células inmunitarias que protege el órgano más importante del cuerpo: el cerebro. Esta pared solo se abre para dejar entrar oxígeno y algunos otros nutrientes, pero es impenetrable para la mayoría de los patógenos, lo cual es esencial para la supervivencia. Pero también tiene un inconveniente: sus efectos impiden que prácticamente todos los fármacos utilizados para curar enfermedades cerebrales, incluido el cáncer, lleguen a su objetivo.
Este miércoles, un estudio liderado por médicos españoles muestra cómo abrir un desgarro en esta pared cerebral y administrar fármacos que teóricamente podrían tratar el párkinson y otros trastornos neurológicos como el alzhéimer y la enfermedad de Huntington. El trabajo demostró que la barrera hematoencefálica se puede abrir durante unas horas preciosas para llevar los fármacos deseados al cerebro. Para lograr esto, los investigadores utilizaron una tecnología completamente nueva: el ultrasonido de baja intensidad.
Este tratamiento no invasivo se realiza en una máquina similar a una resonancia magnética. El sujeto usa un casco que emite ondas de sonido inaudibles que logran llegar a áreas muy específicas del cerebro ya que la máquina está controlada por imágenes cerebrales en tiempo real. Previamente se administraban unas vesículas lipídicas que, al entrar en contacto con ondas sonoras en el interior de los vasos sanguíneos, se excitan y abren una brecha en la barrera hematoencefálica de unos milímetros, pero suficiente para que se escurra el fármaco deseado.
Los investigadores han probado esta técnica en monos. Descubrieron que pueden abrir la barrera cerebral durante aproximadamente 24 horas e introducir adenovirus desactivados, que se usan comúnmente como vehículo para administrar un gen de reparación al tejido deseado (terapia génica) sin efectos secundarios aparentes. En otra parte de la obra, publicada en avances científicoslos autores muestran que la misma tecnología también fue capaz de desactivar temporalmente la barrera sanguínea de tres pacientes con Parkinson, en la parte exacta de sus cerebros que habían elegido previamente.
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Una técnica no invasiva
“Nuestro objetivo final es tratar enfermedades neurológicas como el Parkinson de forma precoz y no invasiva”, resume José Obeso, neurólogo del Centro Integral de Neurociencias Abarca Campal de Madrid, adscrito a la Red de Hospitales Privados HM, y autor principal del estudio.
Una de cada cuatro personas sufrirá una enfermedad neurológica o mental a lo largo de su vida. Pero de las más de 7000 drogas conocidas, solo el 5% llega al cerebro. Descrita por el médico británico James Parkinson en 1817, la enfermedad provoca temblores, rigidez corporal y falta de control de los movimientos. Es el resultado de la muerte de las neuronas en un área interna del cerebro llamada sustancia negra. Aunque existen tratamientos para los síntomas, el Parkinson -que afecta a siete millones de personas en todo el mundo y es la enfermedad neurológica de más rápido crecimiento- no tiene cura.
Anteriormente, la administración de terapias génicas experimentales para revertir el daño del Parkinson requería inyectar el tratamiento directamente en el cerebro, usando agujas para perforar el cráneo y evitar la barrera hematoencefálica. La nueva tecnología de ultrasonido abre la posibilidad de tratar la enfermedad sin cirugía ni efectos secundarios graves.
Los investigadores ya han comenzado una nueva ronda de pruebas en monos, esta vez implantando en sus cerebros el gen de la neurturina, que produce una proteína que protege las neuronas y sus uniones. “Si todo va bien, podríamos empezar a hacer pruebas en pacientes en el verano de 2024”, se atreve Obeso.
Las terapias basadas en ultrasonido han sido revolucionarias en el tratamiento del temblor de Parkinson. Una técnica similar a la utilizada en este estudio, pero usando ultrasonido de alta frecuencia que esencialmente mata áreas muy específicas del cerebro, reduce los temblores involuntarios asociados con esta condición hasta en un 80%. El tratamiento se realiza mientras el paciente está despierto.
La máquina del millón
La tecnología de baja frecuencia utilizada por el equipo de Obeso fue desarrollada por la empresa israelí Insightec y requiere una máquina que cuesta alrededor de un millón de euros. Hay muy pocos en el mundo ya que todavía son experimentales. La empresa financia ensayos clínicos en los que ha tenido un éxito temprano en la apertura de la barrera hematoencefálica en pacientes con Alzheimer y glioblastoma, el tumor cerebral más letal, en Canadá, Italia y Corea del Sur. Por su parte, Obeso argumenta que el tratamiento de enfermedades raras en niños, como la enfermedad de Gaucher, que es causada por un gen defectuoso en el cerebro, podría ser una posible aplicación adicional junto con la enfermedad de Parkinson.
El neurólogo admite que aún quedan muchas preguntas por responder, sobre todo si el tratamiento logra llegar a la zona afectada y revertir el curso de la enfermedad. Esta aplicación sería eficaz en las primeras etapas del Parkinson o el Alzheimer, ya que parece imposible revertir la muerte neuronal una vez que se ha extendido al cerebro. El reto de poder diagnosticar estas dolencias años o décadas antes de que aparezcan los primeros síntomas está por delante. Y hay un obstáculo más que superar: aproximadamente la mitad de la población probablemente tenga anticuerpos contra los adenovirus, que son similares a los que se usan en la terapia génica, de modo que su propio cuerpo podría rechazarlos.
Que haya tenido éxito en primates, cuyos cerebros son mucho más similares al nuestro que los ratones, es muy prometedor».
Meritxell Teixidó, presidenta de Gate2Brain
La química Meritxell Teixidó, presidenta de la empresa Gate2Brain, surgida del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona y que no ha participado en este estudio, subraya su importancia para el área. «Esta es una muy buena noticia porque nos brinda otra herramienta para tratar de administrar medicamentos al cerebro. El hecho de que haya tenido éxito en primates, que tienen cerebros mucho más parecidos al nuestro que los ratones, es muy prometedor», destaca Teixidó, cuyo enfoque es diseñar pequeñas proteínas inspiradas en el veneno de los insectos y que la pared cerebral puede atravesar y llevar al cerebro. fármacos para tumores neurológicos en niños. La tercera vía conocida para llegar al cerebro, especialmente a su parte inferior, es introducir las moléculas por la nariz hasta llegar al bulbo olfativo: “Por eso se inhalaban algunos fármacos”, explica Teixidó.
Álvaro Sánchez Ferro, coordinador de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología, reconoce el interés de la nueva técnica por ser no invasiva, aunque advierte que aún se encuentra en las primeras etapas de desarrollo. “Ahora tenemos que demostrar que tiene utilidad clínica para los pacientes. Puede tomar 10 o 15 años, pero vale la pena intentarlo», dice.
Diego Santos, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, cree que estos resultados son «del mayor interés». «Algún día, la capacidad de ingresar al sistema nervioso central podría permitir que una mayor cantidad de la droga llegue al cerebro», explica. Y añade: “Además, es una intervención que parece segura y reversible. Es emocionante».
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