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Cuando los agentes entraron en la masía de Tagamanent, una comunidad de 300 personas en el interior de Barcelona, no sabían qué se encontrarían allí. Lo único que sabían era que la casa con piscina y cancha de tenis estaba ocupada por un padre, su hijo y su pareja, los tres presuntos responsables de una red de envíos masivos de paquetes de droga por todo el mundo. Allí encontraron el laboratorio desde el que abastecían al mercado de las llamadas nuevas sustancias psicoactivas: los sustitutos químicos ilegales de las drogas habituales. “Tenían incluso una máquina de 300 kilos para fabricar las pastillas”, explican fuentes policiales. Los investigadores de aduanas y de la policía estatal confiscaron material suficiente para producir siete millones y medio de dosis. Entre ellos se encuentra la droga conocida como “polvo de mono”, que ha causado caos en el Reino Unido debido a sus efectos violentos y en ocasiones paranoicos.
El primer informe a la policía provino de repartidores de paquetes privados en 2020. Encontraron sustancias sospechosas en varias empresas registradas en Barcelona. El primer paso fue descubrir de qué se trataba. Al tratarse de drogas sintéticas no catalogadas oficialmente, fue necesario realizar un análisis toxicológico que reveló que se trataba de diversas sustancias psicoactivas nuevas: cannabinoides, catinonas y opiáceos. Más conocido por sus efectos devastadores sobre los consumidores es el “polvo de mono” o “droga caníbal”, que según la policía es “diez veces más potente como psicoestimulante que la cocaína”. Todos estos se pueden fumar, inhalar o tomar por vía oral.
La investigación descubrió que la misma familia, originaria de Hungría -un padre de unos 50 años, su hijo de unos 30 y su pareja- y sin antecedentes penales, dirigía la fábrica. La policía sospecha que el hijo mismo cocinaba las drogas. “No sabemos si fue autodidacta”, explican fuentes policiales, pero en su ordenador encontraron notas y las fórmulas químicas que utilizaba para fabricar las sustancias en un laboratorio interno. En la planta baja había una parte de la fábrica con los productos preliminares y en otra sala había una especie de mostrador en el que se organizaban todos los medicamentos como en un supermercado.
La policía asegura que los tres detenidos en julio, pese a denunciar el caso este jueves, realizaban transportes masivos y de poco peso, en ocasiones hacia los mismos destinos, para pasar desapercibidos. Sólo con una de las empresas privadas de paquetería enviaron más de 700 paquetes a diversos destinos como Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos y Australia. Muchos de los destinatarios realizaron sus pedidos a través de un sitio web oficial con sede en California que pretendía vender marihuana. Medicamentos como el “polvo de mono” podrían venderse a 50 euros los 10 gramos.
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Las sustancias estaban cuidadosamente empaquetadas y vendidas con diferentes nombres comerciales, explican fuentes policiales. La operación, en colaboración con las autoridades antidrogas estadounidenses (DEA) y la Patrulla Fronteriza (CBP), permitió atacar a la organización en otros países, según el comunicado de la policía. Durante las búsquedas, los investigadores encontraron 35.000 euros en efectivo, 52.000 euros en carteras de criptomonedas y lingotes de oro. Los agentes todavía están investigando si la organización también enviaba paquetes de droga a España a través del servicio postal. Los tres detenidos permanecen en prisión preventiva.
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