Advertisement
Europa, sí; pero también Cataluña. Los ecos de los resultados de las elecciones catalanas resuenan en plena campaña para las elecciones europeas. Y parece que seguirá así durante mucho tiempo. Salvador Illa (PSC) reivindicó este miércoles la aritmética del último 12-M para asegurarse el dominio en la composición de la mesa parlamentaria, mientras el independentismo, apoyado por la CUP, busca ganar peso en este órgano de gobierno de la cámara. Poco se sabe sobre las propuestas de los partidos para el Parlamento Europeo, mientras la indiferencia se extiende entre los ciudadanos. “Si no eres periodista o politólogo, puede que ni siquiera sepas que hay elecciones europeas”, resume Jesús Palomar, catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Barcelona.
Las propuestas de los partidos sobre cuestiones europeas no están en la agenda pública y los partidos afrontan una campaña electoral apresurada. Menos actos, menos aglomeraciones y poca demarcación dialéctica para no torpedear sin querer los posibles acuerdos autonómicos que hay que buscar bajo el 9-J. La nueva mesa deberá estar montada el día 10. “Los partidos priorizan las embajadas catalanas. Es una campaña electoral en la que dirigentes como Illa, Puigdemont o Junqueras brillan más que los propios candidatos al Parlamento Europeo por su proximidad a la composición del nuevo Gobierno”, entiende Palomar.
En el contexto de las negociaciones parlamentarias, la catalanización de la campaña electoral europea parece evidente. El líder de los comunes, Jaume Asens, pidió al PSC que cambiara sus posiciones políticas en Cataluña, relativizando el rock duro como una línea roja (que luego se volvió más restrictiva); y el líder de Junts por los Europeos, Toni Comín, abrió la puerta El Nacional para la continuidad de Carles Puigdemont en el frente político si no gana la presidencia, como ya afirmó durante la campaña electoral. Por su parte, ERC insta a socialistas y posconvergentes a apoyar la investidura, mientras que Javier López (líder de la lista del PSC) calificó al propio Puigdemont de «imaginativo» por querer presentarse a la Generalitat pese a la falta de apoyos. El PP está decidido a convertir las elecciones en un referéndum contra Sánchez y recuperar el discurso antiamnistía. y sólo Podem parece ver las elecciones como una gran oportunidad, independientemente de lo que suceda en el parlamento tras no participar en las elecciones regionales.
Advertisement
En cualquier caso, la percepción de los partidos es que los ciudadanos están cansados. “Si las elecciones catalanas no se hubieran celebrado hace dos semanas, probablemente habríamos organizado más actos electorales”, admite desde el fondo del corazón el equipo de campaña de Comuns Sumar. De los cinco grandes eventos que realizaron durante la campaña regional, sólo quedan dos. La tendencia es generalizada. Esta vez, es poco probable que el PSC cuente con la participación del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en sus actos; y las oleadas de seguidores de Junts que llenaron el norte de Cataluña (sur de Francia) no tienen adónde ir. ERC está explorando nuevas vías para reconquistar a sus votantes, como demostró la semana pasada la jornada de rafting de Tomás Molina, donde apenas hubo militantes. El partido intentó viralizar los mensajes del meteorólogo a través de las redes sociales y su «comunicación directa». “La derecha y la extrema derecha hacen muy bien esta comunicación”, entiende el partido. “Serán tenidos en cuenta forastero del sistema y trabajar con estos medios en una época en la que el algoritmo está ganando y la gente vive cada vez más en burbujas de percepción. “Todo ayuda”, remarcan. Las mismas fuentes admiten que la campaña electoral para Europa «es diferente» que para los catalanes, «no sólo por la proximidad sino también por la necesidad de encontrar nuevas formas de hacer campaña», concluyen las fuentes republicanas.
No parece fácil atraer a los ciudadanos a participar en unas elecciones, donde la participación ha sido muy baja en los últimos años, cuando se celebran solas. En 2014, en el pico de Podemos, la participación alcanzó el 46,2%; mientras que fue significativamente menor en 2009 (36,9%) y 2004 (39,8%). Sólo en 2019 (60,9%), al fusionarse con las municipales, consiguieron una participación mayoritaria en Cataluña. “Los ciudadanos tienen la impresión de que les retiran el Parlamento Europeo y eso les lleva a la desmotivación”, entiende Palomar. “La influencia de los partidos catalán y español es limitada”, subraya. Junts y ERC insisten en la oficialidad de Cataluña y Comuns anunciaron, entre otras cosas, un impuesto del 2% a las grandes fortunas. La CUP no aparece.
El descontento político observado por el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) tampoco ayuda: el 51% de la población está actualmente «muy o bastante interesada» en la política, frente al 60% en 2017, en general Procesos. “No sólo en Cataluña, sino también en el Estado federado, la gente a veces se harta de votar”, analiza el politólogo. “Ha habido procesos electorales continuos y la percepción es: ¿qué sigue?”, concluye.
Únete a EL PAÍS para seguir todas las novedades y leer sin restricciones.
Suscribirse a
Suscríbete para seguir leyendo
Leer sin límites
_