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La tarde del 16 de febrero de 2021, una chica de 18 años que participaba en una manifestación contra la detención del rapero Pablo Hasél en Barcelona perdió un ojo. Un proyectil de espuma disparado por los Mossos d’Esquadra para contener los disturbios les alcanzó, dejándolos heridos. La joven presentó una denuncia, que ahora ha sido presentada en firme por el titular del Juzgado de Instrucción nº1 de Barcelona, Joaquín Aguirre: no sólo no ve la actuación de los antidisturbios como un delito, sino que Considera que se trata de que la niña debería “asumir las consecuencias” porque se puso en peligro al participar en una manifestación de protesta que desencadenó graves discusiones.
El juez considera que la actuación de los tres agentes de los Mossos (dos escopeteros y un comandante de la Brigada Móvil) investigados en el caso no fue ni premeditada ni temeraria. Por orden de un superior, los agentes dispararon balas de espuma para impedir que los manifestantes, que llevaban un tiempo arrojándoles todo tipo de objetos, pasaran junto a ellos y entraran en la comisaría de Lesseps. La joven pertenecía a este grupo de 300 a 400 personas y se puso así “en una situación peligrosa”, según el juez.
“Lo que no se puede esperar de ningún modo”, dice la orden, “es que los cuerpos policiales no respondan a una agresión tan grave y violenta como la que sufrieron, obligando al denunciante a afrontar las consecuencias de la autoimposición de portar. » «Peligro». Para el abogado de la joven, Xavi Muñoz Soriano, que ya ha interpuesto recurso de apelación contra el expediente, esta afirmación es “desviada”. “El juez justifica que una joven de 18 años pierda de vista transitar por una zona”, afirma Muñoz, quien cree que la dolo o la temeridad se deben determinar en la audiencia y no en la fase investigativa. “La falta de condiciones para disparar no justifica herir a nadie; Al contrario, según el acta se requiere abstención”, añadió.
La detención y encarcelamiento de Pablo Hasél desencadenó una ola de disturbios en varias ciudades de Cataluña, especialmente violenta en Barcelona. El 16 de febrero de 2021, unas 4.500 personas participaron en una protesta en la plaza de Lesseps. Medio millar de personas acudieron después a la comisaría cercana, donde «tendieron una emboscada» y arrojaron «objetos contundentes» a los antidisturbios de los Mossos que custodiaban las instalaciones y que estaban «rodeados de manifestantes violentos», según el relato del juez.
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A las 20.18 horas, el jefe de la unidad autorizó el uso de balas de espuma para garantizar la seguridad de los agentes. En su alegato, el juez destacó que las escopetas «no estaban diseñadas en modo alguno para disparar con precisión» y por tanto ningún agente podía descartar la posibilidad de que pudieran «provocar la pérdida de un ojo» a un manifestante. El informe en el coche indica que en realidad la joven resultó herida por un disparo de espuma, un tipo de proyectil que sustituyó a las pelotas de goma hace una década cuando estaban prohibidas en Cataluña.
Aguirre justifica la «proporcionalidad» de la medida con la «extraordinaria violencia» de los manifestantes, que, tras dispersarse tras el tiroteo, se dirigieron hacia el Paseo de Gràcia de Barcelona, provocando graves daños a comercios. “Si estos hechos en el País Vasco hubieran tenido lugar antes del alto el fuego de ETA, se habrían catalogado como (los llamados) actos terroristas Kale Borroka)”, añade el coche.
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