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Más de 5.000 personas pasan cada día por el cruce fronterizo de Douglas, en Arizona. Circular es un dicho. Básicamente, esperan, hacen cola, se acercan, buscan, se quedan y posponen sus necesidades: descansar, ir al baño, resguardarse de la lluvia, dejar de pensar en el futuro. En este sitio trabajó la arquitecta mexicana Fernanda Canales.
A Canales se le ocurrió la idea de cuidar el difícil espacio en torno a la frontera entre su país y Estados Unidos. Propuso crear un espacio público y así fortalecer la situación de los ciudadanos donde quienes van no tienen nada.
Así que en Agua Prieta, en el desierto de Sonora, construyó una biblioteca fronteriza que en realidad es un espacio público, sin libros pero con material de lectura que, en sus palabras, “se acerca al muro fronterizo de una manera sin precedentes”. Esto se hace creando una pasarela elevada y abierta, formando así una puerta de entrada a esta ciudad. Son estos arcos, abiertos hacia el parque, los que empujan el nuevo edificio hacia arriba y transforman un no lugar en un lugar que representa algo más que un simple paso fronterizo.

El centro social y deportivo tampoco es una instalación deportiva típica. Más bien se trata de un tejado, simplemente una gran cubierta dentada que protege el espacio que es a la vez gimnasio, pista de patinaje sobre hielo y lugar de juegos infantiles. También hay aulas abiertas, grandes alturas de visualización, escalones que sirven como gradas y una arquitectura con recursos limitados y altos estándares sociales. Protegido del sol y la lluvia y ventilado por rejas de ladrillo y por el espacio creado por los arquitectos entre el muro y el techo, el patio enmarca el paisaje y oculta el muro precisamente por eso.
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En Naco, también en la provincia mexicana de Sonora, Canales y su equipo desarrollaron cinco proyectos a lo largo de la frontera. Construyeron un mercado que actúa como un arco de triunfo, como una entrada de la calle a la ciudad. También es una plaza pública, otro refugio del sol y la lluvia. Al ser el único edificio de tres pisos de la ciudad, también sirve como mirador. Extienda su mirada sobre el paisaje circundante. Sus bóvedas de cañón conducen al mirador, que a su vez conecta la zona situada encima del muro fronterizo.
Pero también hay un asilo en Naco. Lo llaman residencia de ancianos. Es un centro social gratuito construido para proteger a las personas mayores y el jardín central donde se ubican los consultorios médicos y las salas de espera. La escala aquí es doméstica para facilitar el acceso. Por lo tanto la propiedad solo tiene una planta. Además cuenta con ventilación cruzada y luz natural.

La Secretaría de Desarrollo Urbano y Territorialidad del Gobierno Federal (SEDATU) aprobó un juzgado público en Naco, que servirá como servicio a la comunidad y brindará protección a quienes transiten por él. Canales también renovó la Plaza Benito Juárez, la plaza central de Naco. Ahora hay sombra, baños públicos y la terraza convertida en azotea sirve como mirador.
El proyecto más nuevo en Nacos es el Centro de Desarrollo Comunitario. También aquí, el trabajo con ladrillos, plataformas de construcción, escalones y terrazas amplía un sitio abierto que es casi tanto edificio como paisaje. Y como sirve de auditorio, guardería, aula abierta para talleres, aseos y zonas de juego, también es un monumento al civismo. Aquí caben pequeñas actividades, con niños o lecciones, y grandes reuniones sociales ya que los volúmenes abiertos se suman y son recogidos por los arcos.
Con pocos recursos y poniéndose en la piel de muchos, Canales y su estudio fusionan los límites entre construcción y paisaje. Construyen espacios simples y flexibles y repensan la arquitectura desde su lado más civil.
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