Carlos Mazón no se confió ni a Dios ni al diablo ni a Alberto Núñez Feijóo y anunció dos semanas después de las elecciones que llevaría a Vox al gobierno de la Comunidad Valenciana. Mazón nunca se había visto en otro en su modesta carrera política, pero Génova tampoco logró calibrar este movimiento en plena campaña para las elecciones parlamentarias de julio de 2023. La derecha acababa de expulsar del poder a la izquierda en las elecciones locales y autonómicas, y cuando al equipo de Feijóo se le preguntó si la coalición valenciana tendría réplica en otros municipios, menospreciaron el impacto movilizador de sus gobiernos con Vox. “Mientras el PSOE tenga Bildu”, alardeaban en privado.
Lo que pasó, pasó y las encuestas cambiaron la suerte de Feijóo porque ni supo interpretar los hechos ni entendió ahora que Carlos Mazón es su principal problema tras gestionar la Dana. Una vez más tiene las antenas caídas y no se da cuenta de que la situación sólo puede empeorar. Bueno, esos presidente Está más acorralado por la investigación contra el juez de Catarroja (en las negociaciones para su salida pesa su futuro jurídico y la protección de su sucesor le daría más garantías), y doce meses después los demás partidos han hecho su trabajo: Vox apoya a Mazón para que siga cavando la tumba del PP y el PSOE está recuperando el respeto entre los afectados, como demuestra el trato a las víctimas en el funeral de Estado de la delegada del Gobierno Pilar Bernabé. “Pero el presidente tiene a su familia en los juzgados y a su secretario de organización en prisión”, repetían como un mantra ante cada pregunta sobre los problemas del PP.
Feijóo ascendió a Madrid para sustituir a Pablo Casado en el PP y a Sánchez en Moncloa, pero tres años después de su mudanza parece estar esperando a que otros hagan su trabajo; que el plan no era oponerse. Tiene suerte de que el expresidente Aznar gritó: “Quien le pueda obligar a hacer esto”, pero en el PP hay quien no entiende lo que hace. Isabel Díaz Ayuso logró poner fin al romance de su pareja con el Fiscal General en el banquillo de los acusados, pero en vísperas del juicio el foco se centró exclusivamente en Mazón; que Feijóo tenía una próxima conversación con él.
La experiencia de Feijóo debería haber compensado la inexperiencia y la crueldad de Mazón, pero el líder popular no supo cerrar a tiempo esta herida o no quiso cerrarla a tiempo. Quienes lo conocen lo atribuyen a su respeto por la autonomía de los barones. Ejercer lo que le pidió cuando gobernaba en Galicia. cuando no sabía lo complicado que es tener autoridad al frente de un partido en el que él es el único que no tiene poder institucional ni boletín oficial.
Hasta ahora ha evitado meterse en el lío de una nueva negociación con Vox para nombrar otro presidente a las Cortes valencianas (le hicieron el favor de salir de los gobiernos autonómicos, ¿por qué habría que quitarlo sólo para Valencia?) y pensó que podría superar el trance del funeral de Estado de la Dana poniendo a Pedro Sánchez como testigo en la comisión del Senado que investiga la corrupción del PSOE. Aquí también los árboles son los antisanquismo Le impidieron ver el bosque donde acecha el fantasma de Mazón ante los ojos del mundo entero.
La crisis de Mazón a Feijóo le estalló en las manos en el peor momento, cuando Vox se envalentonaba con las encuestas y el daño ya estaba hecho. Por la humillación que sienten las víctimas por la continuidad de Mazón, porque al PP le resulta muy difícil recuperar espacio político en un ámbito clave, y porque el propio Feijóo ha demostrado su ineptitud a la hora de idear una estrategia y controlar la agenda, pese a los múltiples frentes que tiene Pedro Sánchez.
