Una anciana llamada Martina Fernández compartió información sobre un crimen que nunca había interesado a nadie al investigador Santiago Macías, presidente de la asociación Semillas de Memoria. Siendo joven, en el verano de 1936, mientras trabajaba en el campo, escuchó disparos y a los verdugos dirigiéndose a las dos víctimas, un hombre y una mujer. Los garbanzos. Los vecinos de Cubillos del Sil, en la comarca de El Bierzo (León), que enterraron los cadáveres no los conocían. No eran de la ciudad. «Martina», cuenta Macías, «me llevó al lugar en 2009 e hice un boceto del lugar al borde de una carretera. Fue una investigación a la inversa: normalmente conocemos los nombres de los desaparecidos durante el franquismo y no sabemos dónde fueron arrojados sus cuerpos. Aquí conocíamos el lugar, pero no quiénes eran, sólo su apodo».
Como la mayoría de testigos directos de los crímenes del franquismo, Martina ya ha muerto, pero antes de partir dejó una pista para recuperar la historia de dos personas desaparecidas, un hilo que revive un crimen olvidado desde hace casi 80 años. Macías, que sólo en El Bierzo tiene un expediente con los nombres de más de 5.000 víctimas de represalias (fusilados, encarcelados…), inició una investigación casi detectivesca para conocer las identidades de las víctimas. La asociación que preside está a punto de iniciar los trabajos arqueológicos para intentar localizar sus restos, habiéndose conseguido darles nombre y apellidos. Ahora busca a sus familiares. «Lo más probable es que no sepan nada sobre la historia».
El investigador revisó sus archivos y encontró que allí no había rastro de Los Garbanzos. “Pero hace un año”, dice, “un hombre que no quiso identificarse me pasó las notas que había iniciado hace 50 años con información sobre la opresión franquista en El Bierzo: posibles ubicaciones de las tumbas, cadáveres que podrían estar en ellas… En uno de los papeles titulado Represalias de Ponferrada, mencionó: “Julio y Leocadia, los llamaron”. el garbanzoMacías consultó entonces el padrón de Ponferrada de 1935. En el número 1 de la calle Eladia Baylina encontró a Julio Fernández y Leocadia Martín, de 39 y 37 años. «En el padrón de 1940, el siguiente elaborado, ya no figuraban».

También constató que Leocadia procedía de La Hiniesta (Zamora) y Julio de San Martín, aunque según el INE hay seis localidades con ese nombre: San Martín del Terroso; San Martín de Castañeda; San Martín de Tábara; San Martín de Valderaduey; y San Martín del Pedroso. El pueblo más cercano a La Hiniesta es Tábara. Macías cree que el matrimonio se mudó a Ponferrada con él auge minería en la década de 1920. Una vez que tuvo estos nombres, investigó casos militares. En la campaña electoral 140/36 contra varios dirigentes políticos y sindicales de Ponferrada, que entre el 20 y el 22 de julio (dos días después del golpe de Franco) habían creado una especie de comité de resistencia para proteger al ayuntamiento, al pueblo y a la derecha, en la segunda página de la lista de nombres de participantes está escrito: “Julio Fernández (el garbanzo«)». Los rebeldes franquistas arrestaron al alcalde de la ciudad, Juan García Arias, el 21 de julio, lo sometieron a consejo de guerra por rebelión y lo fusilaron el 30 del mismo mes. Desde 2014 existe una calle en su honor en Ponferrada. Boletín Oficial de la Provincia de León En 1937, Macías también encontró una citación del juzgado de Ponferrada declarando a Julio Fernández Rodríguez y otros buscados y capturados para ser acusados de sedición. «Mi hipótesis», dice, «es que Julio fue ejecutado extrajudicialmente, como era costumbre en la época. Es decir, lo buscaron en su casa, su mujer quiso acompañarlo y que al final los mataron a ambos. Sin juicio ni pena de prisión».
Preguntado por por qué dedicó tanto tiempo a investigar esta historia cuando ningún familiar los busca, como ocurre con la mayoría de las tumbas franquistas que aún no se han abierto, Macías explica: «Estoy seguro de que a Julio y Leocadia les gustaría descansar en sus pueblos natales en un lugar digno, y la familia merece saber qué pasó». De alguna manera, cuando Martina Fernández le habló por primera vez de ello en 2009, un hombre y una mujer, acribillados a balazos, separados del mundo, borrados de la tierra… Macías los adoptó. Después de 16 años de reflexionar sobre un apodo, es posible que los arqueólogos ahora puedan desenterrar una historia familiar y Los Garbanzos regresen a casa.
