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La hucha es un clásico en muchos hogares para guardar el dinero de bolsillo que los menores suelen recibir cada semana de sus padres. En Holanda siguen siendo uno de los primeros regalos que se les da a los niños, pero las cosas están cambiando. Entre los ocho y nueve años, el 28% recibe su salario a través de una cuenta bancaria abierta a su nombre. Hace cinco años era del 15% y la transferencia se hace de forma digital. A partir de esta edad, el cerdito pierde su adorable presencia en la habitación de los niños, pero los pequeños aprenden a manejar mejor su capital. Pueden saber lo que ganan y cuánto gastan sin tener que gastar mucho dinero. El problema de este cambio en el comportamiento del ahorro es la seguridad de los códigos secretos en manos inexpertas.
Los datos fueron publicados en octubre por el Instituto Nacional de Información sobre el Hogar (Nibud, en su sigla holandesa), que estudió cómo los padres enseñan a sus hijos -de entre 6 y 14 años- sobre la gestión del dinero. La encuesta que respalda el trabajo se llevó a cabo entre abril y mayo del año pasado en colaboración con el banco Rabobank. De los 1,468 padres encuestados, el 87% cree que enseñar una buena administración del dinero es una parte importante de su trabajo. Por otro lado, el 93% paga regularmente, y el monto ha aumentado desde 2018. Mientras que los niños de siete años reciben entre 1,40 y 2,30 euros a la semana (hace cinco años el importe máximo era de 2 euros), los de 11 años reciben entre 2,30 y 3,50 euros (antes un máximo de 2,30 euros). “El estudio muestra que los menores con dinero de bolsillo se preocupan más por los asuntos financieros y desarrollan más habilidades en este ámbito que aquellos que no tienen este tipo de dinero suelto”, afirmó Nibud.
El peligro de este nuevo hábito es que los menores no tengan cuidado con sus tarjetas bancarias y números de acceso secretos. En 2018, el 72% de los padres confiaba en que sus hijos no dieran acceso al código PIN a otras personas. Ahora sólo el 57% lo cree. Sin embargo, sólo el 21% de los padres enfatizan a sus hijos que deben tener especial cuidado con estos datos. Y sólo un 22% les alerta de que podrían ser objeto de solicitudes de dinero fraudulentas que podrían no ser detectadas a tiempo. Algunas ofertas no solicitadas pueden incluso dar lugar a transacciones fraudulentas a través de cuentas de menores. A cambio, reciben una cantidad sin darse cuenta de que se trata de una forma de ciberdelito que podría convertirles en las llamadas “mulas del dinero”. En este punto, Nibud destaca la importancia de “informar a los niños lo antes posible sobre estos peligros, porque ahora sólo uno de cada cinco padres lo hace”.
Como andar en bicicleta
El fenómeno de las cuentas bancarias infantiles no es nuevo en los Países Bajos. Si bien anteriormente se abría en la edad de secundaria, en 2017 la tendencia ya era visible a partir de la primaria. «Los padres tienen cada vez menos efectivo en casa y los pagos semanales digitales son muy convenientes», dijo Gabriëlla Bettonville, de Nibud, a la televisión pública holandesa (NOS). Sin embargo, los titulares de tarjetas bancarias pueden ser demasiado jóvenes para hacer cálculos o entender bien los recibos. La propia Nibud, una organización independiente, recomendó que se enseñara a los menores a utilizar y mantener una tarjeta desde la educación básica. Lo compararon con andar en bicicleta, un proceso de aprendizaje gradual que sólo lanza al ciclista a la carretera una vez que mantiene el equilibrio.
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