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Esto pasa en todos los festivales, hay un momento en el que todo el mundo, o casi todo el público, se reúne delante de un escenario. Sucedió en el tramo nocturno del jueves en Primavera Sound con Pulp, que reunió a una multitud mayor que Vampire Weekend en el gran paseo marítimo, lo que hizo suponer que lo mismo ocurrió en el resto de los escenarios, aunque ciertamente no fue así. caso vacío. Por supuesto, en un festival con tanta oferta se pueden suponer muchas cosas, pero lo cierto es que la banda de Jarvis Cocker tenía delante una multitud, una auténtica alfombra acolchada de pelo, delante de la cual la banda británica, un clase obrera ilustrada, se mantuvo firme. Antes, en uno de los escenarios cercanos. Beth Gibbons, ex cantante de Portishead, grupo que también escribió momentos de gloria en Primavera, ofreció un concierto fenomenal, impropio de un escenario así, ya que sufrió la contaminación acústica del concierto de L’Imperatrice. Se necesitaba voluntad y determinación para entrar en las atmósferas sugeridas por Gibbons.
Lo de Pulp fue mucho más sencillo ya que el grupo británico, que resurgió el año pasado y no tiene material nuevo, se apoyó en la memoria, en un repertorio que camina solo y permite al público reconectar con lo que fue en los lejanos noventa y regresó. a la memoria pasada actual. No somos lo mismo. Ni siquiera Jarvis, que hace esto, se queda con aire de intelectual, es él, protegido tras sus gafas de carey, con ese pelo despeinado que huye del orden que imponen las peinetas guerreras, y con esa voz de barítono con la que el tiempo no pasa Pero en su forma de moverse y de estar inseguro mientras se paraba en los podios del escenario, demostró que el tiempo hace su trabajo. Luciendo un sobrio traje oscuro a modo de armadura, presentó al grupo, “somos Pulp”, dijo en español, explicando que Primavera era uno de sus festivales favoritos en el mundo y con el segundo tema disco 2.000, Ya había hecho saltar a la multitud. Era como tocar en casa, era su fiesta, era su público y la imagen del lugar, el mar oscuro a la derecha, el paisaje urbano, que no era nada colorido, a la izquierda y una multitud de gente, que Estaba disfrutando frente a ellos, formó una imagen cercana insuperable.
A pesar de todo, el frío que ahora era evidente se había hecho palpable, y al borde de la multitud, personas con capas para protegerse de la brisa del mar dejaron claro que el clima no era una sorpresa para los asistentes al festival. las canciones cayeron Pink Globe, eso es duro y en Bebés Pulp levantó del suelo a aquellos que ya no soportaban el alma o que aún no habían terminado el concierto. terminaron con Razzmatazzun tema muy típico en una ciudad como Barcelona, y una vez más quedó claro que, como decía García Márquez: “La vida no es como era, sino como se recuerda”, y sea cual sea el motivo, tendemos a Recordarnos mejor como jóvenes, ya marcados por esta vida.
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Por su parte, Beth Gibbons no se basó en la memoria sino en el estricto presente. Se desconocen los motivos que los llevaron a actuar en un escenario donde se identificó una posible y luego confirmada contaminación acústica -normalmente los artistas deciden-, pero musicalmente fue un grave error. La música de Gibbons, un artista que publicó muy poco material después de Portishead, es una oda a la elaboración y al detalle, una música que requiere atención al detalle de los violines, flautas, clarinete barítono y percusión para pasar por alto y esa voz que surge desde dentro en una voz brumosa con la intención de llevar su sentimiento al interior de quien la escucha. Y allí fue difícil. Sonreía mucho, apenas pronunciaba palabras y apenas decía «muchas gracias», a ella no parecía importarle, pero exigía un esfuerzo de atención al público, que en las gradas mostraba incrustaciones de personas de similar edad. Gibones (59 años).
Como ya es costumbre en la Gira de Presentación Loable Vidas superadasUn álbum de intimidad elegante, rigor formal y sonido sofisticado y preciso, lo reprodujo desordenadamente, incluidas algunas canciones de su colaboración con Rustin Man (Paul Webb, el ex bajista de Talk Talk). Tom el modelo, la única pieza del repertorio con un estribillo claro, y sólo cuando se interpretó ante el disfrute general se recordó calles, de Portishead. Y en su imagen era fiel a sí misma, cabello rubio liso cayendo en una melena, suéter informal de lana, pantalón ancho, un poco torpe, con la cabeza entre los hombros, descalza y, signo estético de su postura, con ambas manos sujetando su sombrero. Sostuvo el micrófono para darle a sus letanías una sensación más confesional. Fue un buen concierto que hubiera sido maravilloso en otro lugar, el Auditori, sin más pasos.
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