
Un año después de la catástrofe de las inundaciones en Valencia, las investigaciones del juez de instrucción de Catarroja continúan. Se están investigando más de doscientos casos de posibles homicidios por negligencia. Fueron los esfuerzos del formador -y no los canales de información de la Generalitat Valenciana- los que consiguieron poco a poco ir arrojando luz sobre lo que realmente estaba pasando en los distintos organismos públicos encargados de gestionar la situación. Un trabajo que no fue bien recibido por todos: vimos cómo varios actores políticos y sus medios de comunicación fueron objeto de acoso – el guerra legal Es una calle de sentido único que resulta muy notoria e intensa para la jueza y le atribuye un interés político personal en sus acciones. En este caso, los defensores públicos han guardado silencio sobre el respeto a las decisiones judiciales y la independencia de los tribunales.
La Audiencia Provincial, al resolver un recurso contra la decisión contraria del instructor, acaba de decidir que procede interrogar a la persona con la que el presidente del Consell, Carlos Mazón, pasó un larguísimo almuerzo, en lugar de estar presente en los órganos de su gobierno que gestionaron la crisis, las horas centrales del día en cuestión, horas en las que la catástrofe asumió toda su extensión y provocó numerosos muertos.
Desde el punto de vista técnico y jurídico, la investigación judicial y los procedimientos posteriores, si se producen, enfrentan y enfrentarán importantes dificultades. Un delito general de “flagrante incompetencia en cargo público” no se investiga: no existe tal delito. El objetivo no es tomar una decisión general sobre si los responsables del gobierno autonómico asesinaron a las 229 víctimas. Se investigará individualmente y caso por caso para determinar si cada uno de los fallecidos fue víctima de asesinato imprudente por parte de alguno de los responsables. Como se desprende de las instrucciones, el responsable último de tomar la decisión fue el entonces Tutor de Justicia y Asuntos de Interior, Salomé Pradas. Por lo tanto, sólo se podría afirmar que presidente La Generalitat habría asumido responsabilidad penal si se hubiera comprobado que era él quien había asumido la competencia de la Generalitat Tutor, para tomar decisiones sobre este asunto.
Dado que las inundaciones en este caso claramente no fueron un evento humano, se trata de examinar si se debería haber activado lo que habitualmente se llama un curso causal salvador, una medida que habría neutralizado la fuerza del agua. Una de estas vías causales de salvación podría haber sido la activación del sistema de alarma a través de teléfonos móviles, que da instrucciones a los ciudadanos para que se protejan de las inundaciones. La alarma se dio muy tarde y muy mal: cuando ya habían muerto muchas personas, pasadas las ocho de la tarde, había alerta roja desde primera hora de la mañana desde la Aemet, y sin especificar la acción a tomar: indicaba que no se debían hacer movimientos, en lugar de instar a los ciudadanos a buscar posiciones en lo alto. Ahora que se ha reconocido ampliamente que esto se hizo muy mal, los posibles 229 homicidios dolosos aún no han sido resueltos: en cualquier caso, casi con certeza habría que demostrar que cada una de las personas podría haberse salvado si hubieran recibido una advertencia correcta a tiempo. El delito de homicidio doloso consiste en provocar la muerte de una persona por negligencia grave (en este caso, no realización de una operación de salvamento). Debe acreditarse que esta persona llevaba consigo su teléfono móvil, que estaba encendido y que habría seguido las instrucciones de la alerta fallida. No existe un delito universal de máxima incompetencia.
Lo que ha sucedido en el año transcurrido desde estos trágicos acontecimientos es muy, muy desafortunado. Un espectáculo en el que, además de viles ataques al juez de instrucción, único organismo estatal que intentó investigar el incidente, también vimos cómo distintos actores políticos de la administración estatal y de la Generalitat atribuyeron el estigma del fracaso a sus oponentes. Faltar el respeto a las víctimas con el programa de variedades “era otro”, mentir y desdibujar los hechos.
Nadie se ha responsabilizado de lo sucedido, excepto la salida de la persona que dejó el gobierno. Tutor competente, aunque los ejemplos en otros países y en situaciones de riesgo posteriores muestran que el sistema de alerta debe y puede gestionarse correctamente.
En mi opinión, la raíz de esta lamentable situación está en un viejo vicio de la sociedad española y de sus actores políticos: confundir responsabilidad penal con responsabilidad política, o mejor dicho, no asumir una responsabilidad política que vaya más allá de la responsabilidad penal. Lo hemos visto mil veces: dirigentes políticos -por ejemplo en Valencia, en el caso de Eduardo Zaplana- que siguieron construyendo su carrera (y cometiendo varios delitos desde el poder) después de que aparecieran grabaciones -anuladas por los tribunales como prueba en un proceso penal- en las que expresaban abiertamente su implicación en conductas intolerables. Si no hay delito, no pasa nada.
¿Cómo no puede haber un sistema de justicia penal politizado, lleno de acusaciones autoritarias e intolerables, cruzadas con acusaciones muy sospechosas de la población, cuando lo único que puede generar responsabilidad política es una condena penal?
