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Lo recordaremos sobre todo cuando caminaba por la calle con panamá, pañuelo al cuello o vestido de ruso: el desequilibrado Poprishin oficial de diario de un loco, de Gogol, la obra que revolucionó su vida, o del visionario y amoroso teniente coronel Vershinin Las tres hermanas, por Chéjov. También de Platonov. Hay muchas más imágenes del actor catalán Fermí Reixach, fallecido el miércoles a los 77 años en su ciudad natal, Lloret de Mar, que nunca olvidaremos: aquel hilarante Agamenón en su seriedad y majestuosidad. hermosa elenasus impresionantes Lear y Titus, su Don Juan, su Edipo, la Serrallonga de Els Joglars… Tantos personajes de teatro y tantas películas y tanta televisión – fue un rostro popular en las series de TV3 (La Riera, el corazón de la ciudad) y TVE—. Tres de las películas en las que apareció aún no se han estrenado. Debutó en el cine en 1980 con Jaime Camino. La campana suena Fue miembro de honor de la Academia del Cine Catalán.
Con Fermí, miembro fundador de Comediantes y del Teatre Lliure, desaparece un gran actor que llevó su profesión hasta extremos que podrían parecer casi descabellados. Siempre esforzándose por alcanzar la excelencia en su trabajo, por ir más allá y explorar nuevas vías de interpretación, aún poniendo en riesgo su carrera. Un hombre con apariencia de hombre galante, alto, guapo, masculino y elegante, tenía las características de un actor clásico de Hollywood y habría sido un gran detective en una serie policial. Su físico con rasgos faciales llamativos era impresionante y transmitía cierto sentimiento de arrogancia. Y, sin embargo, Fermí tenía una fragilidad e incluso una ternura que los mejores directores con los que trabajó supieron potenciar. Tenía una mirada gélida mientras entrecerraba sus pequeños ojos oscuros y al mismo tiempo una compasión divertida y una gran visión cómica. Su actitud e imagen de tipo duro contrastaban con su plasticidad; No en vano perteneció a la generación que reinventó el teatro catalán trabajando intensamente la expresión física y el mimo.
Fermí Reixach, que sube a los escenarios desde los 12 años, estudió en el Institut del Teatre de Barcelona y trabajó con varios grupos de teatro independientes, experimentando y sumergiéndose plenamente en el estimulante y estimulante ambiente del teatro catalán de los años setenta en algunos de los aventuras más importantes de la época, como la creación de Comediantes y la de Lliure. En el Teatre de Gràcia ha intervenido en la mayoría de las obras importantes del grupo desde su inauguración Caminata nocturna en 1976. Hizo Caoba, La cacatúa verde, Leonci i Lena, Titus Andrònic, Hedda Gabler, La vida del rey Eduardo II de Anglaterra, Abraham i Samuel, los mencionados la bella helena Y Los tres alemanes, El balcón…
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Si bien su carrera iba por buen camino, conquistó el mundo y en 1980 se fue a Nueva York con una beca para reciclarse y estudiar interpretación (opción que también utilizaban actores y actrices como Lluís Homar o Imma Colomer). Ingresó en el Instituto Stella Adler, el campo del famoso Método Stanislavsky (Adler era la única actriz estadounidense que había sido alumna directa del padre Constantine), donde Paul Newman y Marlon Brando alcanzaron la excelencia. Tras asistir como oyente al Actor’s Studio de Lee Strasberg, Fermí encontró a su gurú actoral en Ernie Martin, responsable del Actor’ Creative Studio, quien le sumergió en el Método de forma similar a como Obélix caía en el bote de la poción mágica. Esta brillante experiencia lo marcó para el resto de su vida. Consideró el método como la clave de todo el edificio actoral y lo describió como una «escuela secundaria emocional», pero matizó el hecho de que había algo esquivo que distinguía a los grandes actores, algo que se tiene o no se tiene, dijo, y si no lo tienes, no se lo darás a Adler, ni a Strasberg, ni al propio Elia Kazan. Fue delicioso hablar con él sobre las cosas que le importan.
Cuando regresó a Barcelona, (aparte de la preocupante costumbre de mezclar catalán e inglés, que le costaba dominar), tomó a Martín y… bajo el brazo. El diario de un loco, que el maestro lo guió y puso en práctica todo lo aprendido. El espectáculo marcó una transformación del panorama teatral del país y su confirmación como un actor con infinita disposición a correr riesgos. En 2010, 25 años después, lo retrató de nuevo en un panorama que parecía algo rancio y desilusionado, sin la ilusión de antes. Mientras tanto había perdido a su esposa Leda, con quien tuvo un hijo.
Entre las obras de Fermí Reixach conocidas en toda España se encuentran: Rey Lear, Don Juan Tenorio (que también grabó para televisión), Tío Vania cualquiera El padre. Dirigida por Lluís Pasqual, Pere Planella, Fabià Puigserver, Albert Boadella, Calixto Bieito, Miguel Narros, José Luis Gómez y Jordi Casanovas. También participó en inolvidables recitales de poesía con música, por ejemplo de autores catalanes. Una pasión hogareña o el de Veinte poemas de amor y una canción apasionada. de Neruda. En la película trabajó con Bigas Luna, Antonio Chavarrías, Gonzalo Herralde y Carlos Saura además de Camino.
Fermí Reixach será recordado, decíamos, sobre todo como el Propishin desatado (el gran papel de su vida), pero también como el Vershinin (por cierto, el papel desempeñado por Stanislavsky) que intentó infundir entusiasmo en la marchita casa Prozorov, que desde las tres hermanas, y que cada día antes de la función subía a la azotea del Lliure para hacer ejercicios preparatorios con una extraordinaria (y sorprendente para la época) autoexigencia. Te recordaremos, Fermí, con uniforme de oficial ruso, con carne de samovar y con la sonrisa melancólica bajo la nariz aguileña, masticando con avidez las palabras de Chéjov y expulsando gotas de saliva mientras la punta del destino giraba en el escenario. Como si todo esto , esta belleza y esta felicidad nunca terminarían.
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