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La accidentada opa de BBVA contra Sabadell sigue provocando acalorados debates: sobre el tamaño de los bancos, fusiones y concentraciones. Las preguntas fundamentales son dos. 1) En España (y otros países de la UE) ya hay demasiada concentración, es decir, un número reducido de bancos, en flagrante desventaja para los consumidores (empresas y hogares): unos pocos megabancos en cada minimercado. Y 2) No existe un banco europeo transfronterizo.
El presidente de la CNMC, Cani Fernández, ha recordado esta misma semana que una mayor concentración puede provocar distorsiones. Y que “pueden ser necesarios” [ventas de negocios, sucursales en territorios o sectoriales por actividad] «si se determina que ésta es la mejor manera de solucionar el problema observado». problema y la necesidad de encontrar eso Comportamiento para solucionarlo.
Hay precedentes de una solución pacífica, como es el de Bankia-CaixaBank. Pero difícil de reproducir directamente. Pues bien, el número de actores y la competencia real en los mercados relevantes (nacional, catalán, valenciano) se han reducido… siguiendo este precedente: la prueba es la rigidez del sector español a la hora de trasladar las subidas de tipos de interés a los depositantes. Con decenas de jugadores, vender sucursales o carteras de clientes (pymes) de una amalgama BBVA/Sabadell a competidores podría resultar efectivo; con tres jugadores, no: sólo engordaría a los dos restantes, Santander y CaixaBank. Afianzaría el oligopolio.
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También hay aportaciones del BCE. “Lo que, en nuestra opinión, crea un mercado bancario europeo es la [fusiones] “transfronterizo”, explicó acertadamente Luis de Guindos. “Pero a veces”, se equivocó, “hay que hacer fusiones nacionales para cruzar fronteras, como nunca hay una puntada sin hilo, todos deberían entender la intención”.
El caso es que no hay evidencia histórica de este supuesto apalancamiento de una fusión de un banco nacional para otro banco europeo en la UE. ¿Y científicamente? Se recomienda la tercera lectura. Informe de Integración Financiera, publicado recientemente por el mismo BCE. Dice que el progreso de esta integración es «decepcionante», propone la eliminación de «obstáculos legislativos en la gestión de crisis», pide más «transparencia» en los productos «estructurados» y crea de una vez por todas el fondo común de protección de depósitos.
El informe también se queja de que la consolidación bancaria no ha funcionado, a pesar de los «beneficios» excepcionales conseguidos en estos años. Culpa a los «diferentes sistemas fiscales» de los Estados miembros, a las diferentes leyes de competencia y a las «leyes de crédito y de protección del consumidor». Nada habla de más fusiones nacionales. En todo caso, en contra de esto: un flujo de “préstamos transfronterizos” (un banco en el país A presta a clientes en el país B) podría ayudar a “reducir la concentración y la orientación interna de sus exposiciones a través de una mayor diversificación entre diferentes países”. En plata: Para crear campeones europeos, primero debemos comenzar con la transnacionalización del crédito y no con la fusión de megabancos nacionales. Por el contrario, la “concentración” nacional excesiva y el “sesgo interno” resultante plantean peligros. Reducir, no aumentar.
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