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Mark Rutte, el primer ministro liberal saliente de los Países Bajos, ha llevado a cabo la campaña electoral más internacional –y personal– de su carrera durante los últimos siete meses. Será el próximo secretario general de la OTAN si la guerra en Ucrania sigue abierta en la frontera de la alianza atlántica. Y si existe la posibilidad de que Donald Trump sea reelegido presidente de Estados Unidos el próximo noviembre, fomentando la desprotección de los países que no invierten el 2% de su PIB en defensa. Este experimentado político de 57 años ha dirigido cuatro gobiernos holandeses sucesivos desde 2010 y tiene un profundo conocimiento de cómo funciona el Consejo Europeo. A partir del próximo otoño, cuando se espera que suceda al noruego Jens Stoltenberg, Rutte tendrá que trabajar duro para encontrar un consenso político entre los 32 aliados de la OTAN, una capacidad que incluso sus rivales reconocen.
Será el cuarto secretario general holandés de la OTAN, cargo que ocuparon Dirk Stikker (1961-1964), Joseph Luns (1971-1984) y Jaap de Hoop Scheffer (2004-2009). Sin embargo, hace apenas tres años parecía poco probable que el puesto volviera a recaer en un político de los Países Bajos, un país cuyo gasto en defensa representa menos del 2% del PIB. Este fue el objetivo que los miembros de la OTAN se fijaron en la cumbre de 2014, y el gobierno holandés lo logró este año. Rutte asumirá el cargo en un momento en que la guerra en Ucrania corre el riesgo de socavar el consenso en la organización y el debate sobre la defensa europea está en el dormitorio.
Rutte es un sobreviviente político. Para llegar a la etapa final de la carrera por el liderazgo de la OTAN, también necesitaba sus mejores poderes de persuasión: sin ceder a la humillación, ya fuera la suya o la de su interlocutor. Tenía que ganarse a los países bálticos, a Turquía y al primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Este último supo por Stoltenberg que Hungría no participaba en las actividades de la OTAN en nombre de Ucrania. Orbán exigió disculpas por sus críticas a la legislación húngara sobre homosexualidad. El resultado es una carta en la que el holandés dice haber observado que algunos de sus comentarios de 2021 “causaron resentimiento en Hungría”. Su “prioridad”, subrayó, “será mantener la unidad y tratar a todos los aliados con el mismo nivel de comprensión y respeto”, un propósito que bien puede servir como declaración de intenciones para el trabajo que le espera.
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Licenciado en Historia y pianista aficionado.
Rutte, licenciado en historia y pianista aficionado, ha estado involucrado en política desde su juventud, encarna fuera de los Países Bajos la imagen de un político modesto que vive en su apartamento habitual en La Haya, no ha cambiado su viejo Saab y va en bicicleta. trabajar. En esto último, no se diferencia de otros políticos de su país y valora poco la exhibición de prebendas.
Los chistes sobre la soltería son bien recibidos y ha habido momentos inesperados que se han vuelto virales. Por ejemplo, cuando, con la fregona en la mano, recogió el charco de café que se le había derramado en la entrada del Parlamento entre los aplausos del personal de limpieza. Menos conocido es su almuerzo semanal con la anciana madre de un amigo, que vive en el mismo edificio. Una gotera en la cocina de este vecino acabó manchando los trajes del político de abajo. Durante una visita oficial del presidente francés, Emmanuel Macron, lo llevó a su restaurante favorito en Indonesia, un restaurante sin pretensiones. La fotografía de ambos también se volvió viral en las redes sociales.
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Rutte provocó malestar en España e Italia hasta que Países Bajos relajó las condiciones de acceso al fondo de rescate del euro en 2020 debido a la pandemia. A pesar de las críticas que recibió desde el sur de Europa, su perfil verdaderamente internacional empezó a tomar forma en julio de 2014. Luego tuvo que afrontar la tragedia del vuelo MH17, que fue derribado sobre Ucrania por un misil de fabricación rusa, según una investigación internacional. El avión había despegado de Amsterdam con dirección a Kuala Lumpur (Malasia) y sus 298 pasajeros murieron. De ellos, 196 eran holandeses. El otro punto de inflexión fue la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, y las preocupaciones internacionales de Rutte se convirtieron en la ambición necesaria para liderar la OTAN.
Al todavía primer ministro en el cargo se le atribuye haber ganado cuatro elecciones parlamentarias consecutivas desde 2010. En enero de 2021 renunció junto con su gobierno por un escándalo de asignaciones familiares en el que miles de padres, la mayoría inmigrantes, fueron acusados injustamente de fraude. Rutte formó parte del ejecutivo de línea dura cuyo intento de evitar el fraude terminó con el reconocimiento de que existía una “discriminación institucional”. La caída de su último gabinete en julio de 2023 debido a desacuerdos internos sobre la política de asilo fue particularmente dura y ha dado lugar a todo tipo de especulaciones. Durante la crisis del euro, el gobierno de Rutte lideró el grupo de países más duros que exigieron medidas de ajuste a los países en crisis del sur de Europa.
Petra de Koning, autora de una biografía del político holandés, admite que no sabe si Rutte “ya había planeado postularse para la OTAN”. “Pocas personas deberían saber si ya había tomado una decisión. Desde hace tiempo se sabe que este sería su último mandato como primer ministro. Con crisis o sin ella”, explica por teléfono. “El VVD [su Partido Popular por la Libertad y la Democracia] «Pensé que necesitaban a alguien más, y ya se ha mencionado que alguien debería reemplazarlo». «El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, le ha pedido dos veces que diga sí a la posición de la OTAN y ha pasado mucho tiempo». Washington tardó mucho en cambiar de opinión», afirma el autor.
En julio de 2023, cuando dejó el máximo gobierno, Rutte aseguró que sólo quería seguir enseñando porque ya enseñaba en una escuela de formación profesional. “Poco a poco se dio cuenta de que podía ejercer influencia y la guerra en Ucrania fue un factor decisivo”, afirma De Koning. Países Bajos es uno de los países europeos que más ha apoyado a Kiev, además de las buenas relaciones personales entre Rutte y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
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