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En 1936, en Cerro Muriano (Córdoba), la muerte de un miliciano de brazos cruzados quedó inmortalizada a través del objetivo de una Leica. En 1960, una de las imágenes más icónicas y explotadas del revolucionario Ernesto Guevara fue captada con otra máquina propiedad de la casa alemana. Doce años después, el mundo vio el dolor del napalm en el rostro de una niña a través del visor de un M2. En ese entonces, Leica era sinónimo de fotografía y experiencia, pero con el advenimiento de la digitalización a mediados de la década de 1990, sufrió daños fatales y estuvo a solo un paso de convertirse en una nota al pie de página en la historia que ayudó a documentar. Sin embargo, todavía había espacio para otro capítulo. Tras su recuperación a finales de la primera década del milenio, la compañía, que cerró 2022 con unas ventas de 500 millones, las mejores de su historia, vuelve a ser un referente y sus cámaras un objeto de deseo.
El director ejecutivo actual, Matthias Harsch, custodiado a su izquierda por cámaras y fotografías tomadas con ellas, dice que la historia de Leica está vinculada a la innovación, una constante en la mentalidad de la familia Leitz, propietaria de la empresa en sus inicios. “Siempre se ha invertido mucho en nuevas producciones, en la formación de la gente… Esto ha tenido un impacto positivo en la empresa desde hace más de 100 años”, dice en una sala frente a la Fundación Francisco Giner de los Ríos en Madrid, escenario de la presentación del nuevo modelo Q3 a mediados de junio.
Aunque su nombre está indiscutiblemente ligado al de los Leitz, fue Oskar Barnack, ingeniero de la empresa Ernst Leitz-Wetzlar, que entonces fabricaba microscopios y binoculares, quien produjo el primer prototipo, el UR-Leica, en 1913. Era liviano, usaba un rollo de película de 35 mm y tardó poco más de una década en mejorarse y patentarse en producción. Antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando Ernst Leitz II, quien sucedió a su padre como director, y su hija Elsie Kuhn-Leitz ayudaron a los judíos perseguidos a abandonar Alemania y, en ocasiones, se hicieron pasar por empleados, Leica ya tenía tres cámaras en el mercado. «A la empresa le fue razonablemente bien durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, y creo que le fue extremadamente bien en las décadas de 1960, 1970 y 1980», dice Harsch.
Sus cámaras pasaron por las manos de Henri Cartier-Bresson, Gerda Taro y Emdre Ernö Friedmann (bajo el seudónimo de Robert Capa), Inge Morath, William Klein, Ilse Bing, Alberto Korda, Nick Ut y Sebastião Salgado, entre otros. Su trayectoria y reputación eran sólidas, pero a mediados de los 90 la empresa que podía revolucionar la fotografía, ya bajo el nombre de Leica y separada de sus divisiones Microsystems y Geosystems, se vio asfixiada por los nuevos tiempos.
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Cuando la digitalización llamó a su puerta, no tenían dinero para viajar. «Cuando cambias de analógico a digital, debes creer que lo digital es un mundo nuevo», dice Harsch. “Creo que el efecto positivo de una larga trayectoria es que la marca es estable y la gente lo sabe, su percepción es clara. Sin embargo, cuando ocurren cambios tecnológicos, estas empresas a veces asumen que no se verán afectadas. Pero lo hicieron. «Y eso nos llevó a una situación a principios de la década de 2000 en la que la empresa estaba prácticamente… muerta».
Poco antes de la quiebra, su salvavidas tenía nombre y apellido: Andreas Kaufmann. El inversor comenzó a adquirir acciones de la compañía, que luego comenzó a cotizar en bolsa, logrando el control del 97% del capital entre 2002 y 2006 tras llegar a un acuerdo con Hermès, que se había convertido en el principal accionista en 2000. Kaufmann aportó a la empresa, enfatiza Harsch, financiación y visión. Sin embargo, aun compartiendo acciones, decidieron abrir sus propios negocios, lo que supuso un punto de inflexión. “Es una experiencia de usuario completamente diferente”, defiende el consejero delegado. «Sin nuestras propias tiendas, no creo que Leica estaría donde está hoy».
El lanzamiento del M9 en 2009 selló el auge de la empresa. «El resultado fue realmente brillante», dice Harsch sobre la máquina. A medida que se corrió la voz, dice el gerente, el movimiento revivió en todo el mundo. Para impulsar el crecimiento, el gigante de capital de riesgo Blackstone adquirió una participación del 45% en 2011. “Creo que hay un buen equilibrio entre un accionista visionario y orientado al producto y un socio algo más orientado a las finanzas”, dice el gerente.
Altos precios
Hoy, Leica se encuentra en el mejor momento de su historia en términos de contabilidad, a pesar de los oscuros presagios que trajeron consigo los teléfonos inteligentes y sus cámaras en constante mejora. La compañía cerró el ejercicio el pasado mes de abril con unas ventas en torno a los 500 millones de euros, un 11% más que el año anterior. «Ese fue un récord absoluto», dice Harsch. Detrás de estas cifras, según apunta, está el posicionamiento de la compañía en un mercado de gama alta y la crisis del Covid-19 que, además del trabajo de los últimos años, ha llevado a algunos consumidores a cambiar de presupuesto de una actividad a otra.
Como dice Harsch, puede que no haya un cliente típico, pero las Leicas no están disponibles para todos. Los compactos tienen un precio de salida que ronda los 1.300 euros; el cuerpo del CL cuesta unos 2.500; la del nuevo Q3 ronda los 6.000, la del M11 en 8.800. Entre sus usuarios, el CEO cuenta, entre otros, coleccionistas, perfiles mundiales estilo de vida – por los que a veces piensan que no hacen fotos, que solo quieren la cámara – y jóvenes que se interesan por la fotografía y se introducen en el ecosistema a través del mercado de segunda mano.
Leica apunta a ventas de 700 millones en los próximos tres o cuatro años. Para lograr esto, Harsch apunta a nuevas oportunidades en áreas donde todavía hay alcance y potencial para el comercio electrónico. También para la introducción de nuevos productos dentro y fuera de la fotografía, como relojes o proyectores. «La televisión de cine es un mercado enorme», dice Harsch. “Para mí, cambiará la forma en que vemos la televisión en casa”, pronostica.
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