
«Es mucho más fácil votar a Juanma Moreno que al PP». Con este estribillo, el presidente de la Junta de Andalucía presentó sus cartas credenciales en la campaña electoral para las elecciones autonómicas de 2022, que ganó por mayoría absoluta, gracias sobre todo a su imagen de buen carácter y moderación, que logró convencer a los electores desilusionados con el PSOE. El líder popular falsificó que marca juanma porque la aritmética, con el apoyo de Vox, le convirtió en jefe del gobierno andaluz en 2019, reforzando este perfil en un contexto de polarización y, por primera vez, vinculando claramente las siglas PP con el andalusismo del que se había apropiado el PSOE durante años. Había dado pocos signos de desgaste, pero el escándalo por los retrasos en los exámenes de detección del cáncer de mama hizo añicos todas estas certezas en el peor momento posible, ocho meses antes de las elecciones, que deberían tener lugar a más tardar en junio de 2026. Y la crisis golpea el lado más débil de su gestión: el sistema sanitario.
«Moreno ha hecho una cosa fantásticamente bien, que es ocupar con cierta moderación un espacio relativamente desierto en la política española como es la política de gestión, y lo ha hecho de una manera muy inteligente porque se adapta a su personalidad, que es la de la calma y no la del combate cuerpo a cuerpo, que ya ocupaba en el espacio político», afirma el analista político Sergio Pascual, exdiputado de Podemos.
En estos años, el líder popular ha conseguido pasar de ser un político prácticamente desconocido e incluso desesperanzado -logró en 2018 el peor resultado de la historia del PP en el municipio- a consolidarse dentro y fuera del municipio como una figura amable, sensata -apela muchas veces al sentido común- y no encuentra rechazo. Ya no dudó si compartir el escenario del alumbrado navideño de Málaga con Francisco de la Torre y Antonio Banderas en las Navidades de 2019, temiendo recibir menos aplausos que el veterano alcalde o el actor e incluso fue abucheado, y en cualquier caso fue saludado con gritos de “¡Juanma, guapa!”. interrumpido. «Entre sus cualidades destacan la empatía y la cercanía; incluso el ‘Llámame Juanma’ con el que decidió presentarse a la junta es un líder muy andaluz, como Griñán, que era Pepe Griñán», afirma Ana Salazar, politóloga y directora general de la consultora Idus3. Un vistazo a las redes sociales del presidente andaluz demuestra que se trata de una estrategia muy medida. Se presenta como un hombre de familia que participa de las tradiciones y vive una vida similar a la de la gran mayoría de su electorado. De hecho, el prototipo de la derecha andaluza tiene un origen extranjero, del que nunca se han librado líderes de partidos como Javier Arenas. Sus padres eran emigrantes que regresaron a Málaga desde Cataluña cuando él era muy joven para montar un negocio.
Las encuestas confirman que este plan ha funcionado hasta ahora. El barómetro de junio del Centro de Estudios Andaluces (Centra), dependiente de la junta, mostró que el 49,9% de los encuestados lo nombraba como el candidato preferido a la presidencia regional. Esto supone más del doble del número de personas que mencionan el nombre de la candidata socialista María Jesús Montero (21,5%). La valoración del actual jefe de Gobierno andaluz era entonces de 5,1 puntos, el único de los candidatos que coincidía, según el barómetro de marzo del llamado CEI andaluz.
“Es la primera vez que el agua llega a las puertas de su oficina de San Telmo porque el asunto es muy grave, porque la crisis estaba mal gestionada cuando estalló y porque es un asunto delicado, lleno de emociones y fácil de entender para todos”, resume Antonio Hernández-Rodicio, periodista y responsable de comunicación estratégica de Thinking Heads, el escándalo de las proyecciones. “Si tomamos la línea de gestión y eficacia ha fracasado, y si tomamos la línea más humana de la figura del presidente, que es cercanía y empatía, entonces también ha fracasado”, explica Salazar. Cuando surgieron los primeros testimonios de las mujeres afectadas, la ministra de Sanidad, Rocío Hernández, que finalmente dimitió el pasado miércoles, los redujo a «tres casos» y deshumanizó a las víctimas -y tuvo que ser el presidente quien pidiera disculpas personalmente en rueda de prensa-. Moreno tuvo una intervención muy lamentable dos días después de iniciada la crisis: afirmó que a las mujeres no se les informó que su diagnóstico era dudoso para no aumentar su “estado de ansiedad”.
Por primera vez desde que Moreno llegó al poder, en las manifestaciones del pasado miércoles miles de ciudadanos pidieron su dimisión para mostrar solidaridad con las mujeres afectadas por las investigaciones. Además, su imagen aparece por primera vez en todos los medios nacionales, asociada no a la centralidad, sino a una palabra que tiene connotaciones tan fatales como el cáncer. “Desde la perspectiva de Moreno, este es el peor momento desde que se convirtió en director general”, añadió Paco Camas, director de investigación de opinión pública de Ipsos España.
“El presidente andaluz ha desarrollado, hasta la fecha, una identidad política que le ha permitido conectar no sólo con las aspiraciones de una parte del electorado socialista, sino también fuera de la comunidad, consolidando un perfil centrista que ni siquiera Alberto Núñez Feijóo podía mantener, así como su propio discurso desde el sur, especialmente desde Andalucía”, subraya Camas. Porque Moreno Bonilla no es un barón más del PP. Es el principal referente del alma más moderada y el oponente de su homóloga madrileña Isabel Díaz Ayuso, la máxima representante del ala dura. Se ganó el respeto de sus compañeros de partido por el logro de arrebatar al socialismo su feudo de Andalucía y contribuyó decisivamente al nombramiento de Feijóo como presidente del PP. Desde entonces mantiene una estrecha relación con el líder popular y, junto con Díaz Ayuso, es uno de los dirigentes más aptos para sucederle en el futuro.
Todo el PP ha visto ahora cómo, por primera vez, el equipo de Moreno no supo reconocer la magnitud de la crisis, el presidente titubeó en sus explicaciones y trató de trasladar la responsabilidad de los cambios en la forma de informar a las mujeres a la que fue ministra de Sanidad hace más de una década, la actual candidata socialista al Ejecutivo, María Jesús Montero. “Eso no funciona, los ciudadanos quieren políticos responsables que acepten sus errores”, afirma Rodicio.
Para Camas, “este caso lo debilita por dos motivos, porque no fue previsto y solucionado, pero sobre todo por la reacción que hubo inicialmente”. Esta es la opinión de varios expertos consultados por EL PAÍS. “Se ha creado un contexto, un clima que permite un mayor desgaste de su figura y de su gobierno, precisamente porque se trata de uno de los temas más complicados de su liderazgo, que es la salud, y que es también una de las pocas palancas electorales que necesita la izquierda para desgastar su gobierno”, afirma el presidente de la Asociación Andaluza de Politólogos Antonio Conde. El deterioro de la salud pública ya ha pesado en la última campaña electoral de Susana Díaz como jefa del Ejecutivo.
“Cuando los problemas no son apremiantes, como sucedía en Andalucía, la gente puede tender a buscar refugio en alguien moderado”, afirma Sergio Pascual. “Puede dar la impresión de que aquí estamos tranquilos mientras otros viven en la polarización, pero cuando hay un problema grave la gente necesita a alguien que pueda demostrar que tiene el coraje de tomar las riendas, de lo contrario se puede pasar de un perfil moderado a un perfil frívolo, que es lo que pasó con Moreno en menos de una semana”, añade Pascual, quien insiste en que si la gestión colapsa la figura la bonhomía se diluye.
La dirección del PP da por hecho que Moreno Bonilla capeará bien el temporal. «Su comparecencia de esta semana fue humana y todo un acierto, porque ante una crisis hay gente que dimite. Poner a Antonio Sanz al frente del Ministerio de Sanidad fue otro acierto. Creo que Juanma acabará bien el incidente y veremos hasta dónde llega», analiza un dirigente del núcleo duro. La dirección del PP cree que Moreno conseguirá evitar el escándalo y en este caso no hay motivos para que dé un golpe electoral importante, aunque se admite que el tema es muy sensible en el voto femenino, afirman. Elsa García de Blas.
La crisis andaluza fue el primer argumento con el que Pedro Sánchez rechazó a Feijóo en la sesión de control del pleno del Congreso de esta semana, y también jugó un papel importante en el intercambio entre la vicepresidenta primera y candidata ejecutiva del PSOE, María Jesús Montero, y el exconsejero de Hacienda andaluz, Juan Bravo. Andalucía en el centro del enfrentamiento nacional contra el “camino andaluz” que Moreno defiende como encarnación de la política autonómica de constantes exageraciones nacionales.
Tras la errática y tardía reacción de la junta, Moreno intentó superarla con apariciones públicas en centros de salud. Se dice que las fotografías de niños enfermos muestran que su gobierno carecía de empatía hacia las mujeres con cáncer de mama. El presidente finalmente despidió al consejero de Sanidad, anunció una revisión integral del sistema sanitario andaluz, llenó su agenda de reuniones con el colegio médico y la Asociación Española Contra el Cáncer en Andalucía y suspendió un viaje a Bruselas la próxima semana. “Los comentarios en las redes sociales fueron enormes y cuestionaron esta actitud”, recuerda Salazar, en referencia a la visita a los menores. “La foto debería haberlo mostrado liderando el gabinete de crisis para arreglar la situación, su agenda debería haber estado ahí”, subraya.
“Moreno tomó conciencia del deterioro de su reputación al ver la importancia que había adquirido este asunto, y con la dimisión del asesor intentó ponerle freno tajante”, afirma Camas. También en este caso es importante dar la impresión de que el líder popular toma las riendas: “Da por hecho que reaccionará como presidente de la junta”.
Queda por ver si eso será suficiente. “Si no conoces las dimensiones de un problema, no puedes resolverlo”, advierte Salazar. «Esto no significa que Moreno vaya a sufrir un revés electoral irreversible, pero lo golpea porque le da rostro y evidencia a su área de liderazgo más criticada. Ahora tiene una poscrisis difícil: las investigaciones de la Fiscalía, la demanda colectiva de mujeres y todos los efectos negativos que trae un juicio de este tipo», vaticina Rodicio.
