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La igualdad económica entre los territorios está lejos de alcanzarse en España; Al contrario: las cifras sugieren que la brecha está creciendo. La última advertencia la lanzó este miércoles la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que señala que la desigualdad productiva entre autonomías ha aumentado desde principios de siglo y «no hay señales de que las regiones rezagadas estén poniéndose al día». . el mas viejo [nivel]“.
El informe con el título. Reactivación del crecimiento generalizado de la productividad en España, indica que entre 2000 y 2019 el nivel de desempeño en Canarias y Melilla cayó, mientras que las autonomías del norte como el País Vasco suelen tener mejores tasas de productividad y muestran un alto crecimiento. La mejor evolución en el periodo analizado se registró en Baleares y Galicia, donde la media nacional se duplicó. En un análisis general, la mitad de las áreas mejor posicionadas lograron una tasa de crecimiento promedio del 0,6%, mientras que la otra mitad apenas creció un 0,1%.
La brecha no es sólo regional; también hay diferencias significativas en los niveles de productividad entre las empresas, independientemente del sector al que pertenezcan. Aunque el 5% de las empresas más eficientes de España tiene un saludable crecimiento de la productividad laboral -alrededor del 2% anual, comparable a sus homólogos de otros países de la OCDE-, el porcentaje restante está muy por detrás de este nivel, con una ratio apenas inferior, en torno al 0,7%. Sin embargo, quienes trabajan en el sector servicios (0,5% anual) están en peor situación que aquellos en la manufactura o la industria (1% anual).
El documento supone que este mal desempeño se debe, entre otras cosas, a las dificultades que está teniendo el tejido productivo para adaptarse a tecnologías «cada vez más complejas» que requieren altos niveles de capital humano y organizativo. A esto se suma la falta de incentivos para que las empresas en dificultades se pongan al día con sus competidores y las barreras de movilidad que impiden a los empleados trasladarse a regiones más productivas.
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El desajuste entre las capacidades de los empleados y las necesidades de la empresa parece ser una carga importante. No en vano la tasa media de sobrecualificación es actualmente del 22%, mientras que en la OCDE es del 17%. Al mismo tiempo, el 19% de las personas empleadas carecen de las habilidades necesarias que requiere su trabajo. Aunque los desequilibrios son «inevitables», los expertos consideran posible que, en el caso de España, «ralenticen» la capacidad productiva y «contribuyan a un desempleo persistentemente elevado».
Como resultado de estos desequilibrios, España ha experimentado una caída de la productividad desde mediados de los años noventa. En los últimos años, la tasa de crecimiento, medida por la producción total por hora trabajada, ha promediado el 0,5% anual. La OCDE en su conjunto ha registrado un promedio del 1,2%.
Según el informe, la brecha con otros países desarrollados se debe en parte a una disminución de la inversión tras la burbuja inmobiliaria de 2008. Y aunque se ha mantenido estable durante la pandemia y la crisis inflacionaria gracias a los paquetes de ayuda gubernamentales y el uso de fondos europeos, todavía está muy por debajo de los años previos a la crisis financiera y también por detrás de los niveles de países vecinos como Francia e Italia. El problema de cara al futuro es que existen serias dudas de que las inyecciones de capital se recuperen como resultado del ajuste monetario en un contexto de inflación aún elevada e inestabilidad geopolítica, agravada por “debilidades financieras” internas.
Impacto en los salarios
En términos más generales, también hay otros países que han sufrido una desaceleración en el crecimiento de su productividad. Sin embargo, en España la desaceleración comenzó antes y fue más pronunciada. El efecto más notable es el estancamiento de los salarios reales, ya que así es tradicionalmente como se traspasan las ganancias a los empleados. Por tanto, “no sorprende que el crecimiento de los salarios reales haya sido bajo en comparación con otros” estados que integran el club de los países ricos. Sin embargo, la organización reconoce que las revisiones al alza están muy por debajo del primer indicador. En concreto, han estado cerca de cero desde la década de 1990 y alcanzaron tipos de interés negativos en 2010 y 2021, el último año del análisis.
La falta de convergencia de las rentas de los españoles respecto a otros países refleja «una disminución del poder de negociación de los trabajadores o efectos de composición debido a la creciente concentración de beneficios en empresas intensivas en capital». Y la reparación, según la OCDE, no consiste sólo en mejorar las tasas de productividad, sino también en fortalecer las instituciones que fijan los salarios. En cualquier caso, el débil crecimiento de los salarios reales también afecta a otros miembros de la organización, por lo que se puede suponer que los sindicatos perderán en general su capacidad de influencia.
El informe fue presentado este miércoles en París en presencia de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Y en el evento, Antonio Scarpetta, director del Ministerio de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE, comentó una de las medidas laborales más importantes del ministerio para este período legislativo: la reducción de la jornada laboral. «La recomendación de nuestro informe es que hay margen para reducir la jornada laboral sin que necesariamente tenga un impacto negativo en el crecimiento», afirmó Scarpetta en declaraciones recogidas por Efe. El vicepresidente segundo ha insistido en el plan de reducir la jornada laboral a 38,5 horas semanales este año y a 37,5 horas en 2025. Y ha dejado claro que esto debe hacerse “sin recorte salarial”. y “más de 12 millones de personas se beneficiarán”. “La reducción de jornada tiene un impacto positivo en la productividad”, añadió Díaz sobre el tema principal del informe.
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