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La corrida empezó de la peor manera posible: con el pillaje de Fernando Robleño en la primera muleta con la mano derecha intentando matar al toro que abría el ruedo. Apenas lo vio enterrado en la arena, el animal hizo caso omiso del engaño, lo agarró violentamente por el muslo izquierdo, lo hizo perder el equilibrio, lo volvió a levantar del suelo y le propinó puñetazos en la cara, que afortunadamente no lograron. llegar a su objetivo. Meta. Pero Robleño estaba muy molesto por la lesión y porque en cuestión de segundos se esfumó cualquier posibilidad de éxito. El torero fue a la enfermería y Juan del Álamo se limitó a matar a machetazos a la deslucida fiera.
Empezó otra corrida, y primero pasó un hecho sobrenatural.
Si es cierto que la eternidad es un misterio, Borja Jiménez se ha tomado la molestia de explicarlo claramente. Sí, eso le costó su dinero; al menos un calvario.
Cuando anunciaron la salida del segundo toro, Jiménez cogió el capote, cruzó el ruedo y se arrodilló en la pocilga. La puerta de los miedos se abrió y el tiempo se detuvo. Solo se podía ver un túnel negro sin fin; y el segundero hacía tictac mientras el torero, con el reflejo de una intensa concentración en el rostro, esperaba inquieto pero firme la aparición del toro. Pero no. Un minuto y la imagen oscura continuó. Se hizo el silencio, por difícil que sea en esta plaza. ¿Qué pasa? Después de que atraparon a Robleño, el personal trabajó duro para cambiar la dirección de los policías, pero él todavía estaba de rodillas, sin noticias, impertérrito, un hombre con el corazón saliendo de su boca. Un minuto y medio, tal vez dos, una eternidad, sin duda, hasta que alguien le hace una señal y Jiménez grita, se muerde la lengua y se dispone a esperar a su contrincante. Y salió un toraco, largos y afilados ganchos y una mirada feroz. Vislumbra al torero, quizás cegado, y sin darse cuenta regatea, haciendo que su torero pierda el equilibrio. Corre hacia él a toda velocidad, sólo tres o cuatro pasos, una distancia que parecía interminable, y lo atropella, camina sobre el cuerpo del hombre, que esquiva el golpe tirándose a la arena, pero una Patada en la la arena se mete en el pecho y se mantiene ilesa. Milagrosamente y con el manto como Montera.
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Debe ser una eternidad, el tiempo se ha detenido, el reloj es imparable y el corazón late a mil por hora.
El tiempo que Borja Jiménez pasó de rodillas frente a las pocilgas sirvió para rehabilitarse como torero heroico. Todo lo demás -un esfuerzo desmedido, un derroche de honor, un ser ejemplar, un desprecio indebido de su integridad física- no ha confirmado más que el oficio del torero, tan duro, tan abnegado y tan poco conocido, en general, es de recompensas, está reservada para unos pocos.
Este toro desarrolló significado y peligro. El cuarto lo tragó con admirable persistencia, muy tranquilo, robando rondas de mérito y sufriendo a cambio un pinchazo en el muslo derecho, inicialmente diagnosticado como una fuerte contusión, y el tercero cargó boca arriba, sin clase ni celo.
Juan del Álamo cortó una oreja liviana a su primer toro; Ni las faenas ni la estocada merecieron elogio alguno, pero al igual que su compañero, dejó una extraordinaria desgracia en el toreo. Este animal parecía más noble, pero pronto se detuvo, le resultó difícil obedecer y al final conquistó todas las muletas. Lo otro era muy complicado, era imposible detectar ningún intento de torear.
La corrida de José Escolar, una promesa. Estuvo a la altura de su dura reputación. Sumamente manso y deslucido cuanto menos, sirvió a dos toreros para justificarse como tales y exigir mejor trato a ese otro toro dificilísimo que habita en los oscuros despachos.
Escuela/Robleño, Del Álamo, Jiménez
toros de erudito jose, muy bien presentado, serio, cornalones y astifinos; Los caballos son muy mansos y toscos en el último tercio, duros, coriáceos y muy deslucidos.
Fernando Robleno: Herido en la matanza a muleta del primer toro. Según el informe médico presentaba dos pinchazos en el muslo izquierdo, uno superficial de 12 centímetros y otro de 8 centímetros, disecándole el fémur.
Juan del Álamo: media estocada y dos meadas (guarda silencio); estocada baja (oreja); Empuje y embestida (guarda silencio).
Borja Jiménez: pinchazo y robo (guarda silencio); Llanta pinchada, medio estirada y profunda -aviso- y una barbaridad (ovación); Pinchazo y estocada baja (de vuelta al ring).
Plaza de Pamplona. 8 de julio. Segunda corrida de San Fermín. Lleno.
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