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La economía española empezó el año con una fortaleza inusitada. Creció un 0,8% entre enero y marzo, una décima más que la primera lectura del Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unas semanas. Esta dinámica se explica por el aumento de las inversiones, particularmente en bienes de capital, las exportaciones y el consumo privado. El buen comportamiento trimestral de la economía española, el mejor desarrollo en casi dos años, se produce a pesar de las turbulencias en el exterior con las consecuencias de la guerra en Ucrania y la intensificación del conflicto en Gaza. Además, el corazón de Europa, uno de nuestros mercados exteriores más importantes, sigue débil después de que Alemania sufriera anemia tras la interrupción del suministro de energía barata de Rusia y el cambio en el modelo industrial de su sector industrial.
En los primeros tres meses del año, la formación bruta de capital fijo, que se utiliza para medir las inversiones, aumentó un 2,5 por ciento en comparación con el trimestre anterior, contribuyendo 0,5 puntos porcentuales al crecimiento. El incremento supone un alivio ya que apenas contribuyó al PIB en los últimos trimestres, aunque la actividad siguió mejorando, lo que generó preocupación entre algunos analistas que recuerdan que la inyección de capital en bienes de equipo es un síntoma de crecimiento robusto porque apunta a que las empresas se preparan para mejorar su ofrecimiento. Según datos del INE, es precisamente el gasto en material de transporte el que más alegrías ha dado, con un incremento trimestral de casi el 10%. La inversión en la construcción de edificios no residenciales también aumentó un 6,5%, aunque el sector inmobiliario sigue siendo el punto débil. En concreto, la construcción residencial registró un descenso del 0,2%. En general, la gestión de los fondos europeos y la mayor confianza empresarial explicarían esta mayor dinámica. Sin embargo, la inseguridad jurídica que, según los analistas, la ley de construcción de viviendas conlleva para los inversores sigue siendo un lastre.
La llegada de turistas entre enero y marzo también supuso un buen impulso a la actividad. Con más de 16 millones de visitantes extranjeros (un 17,7% más que el año pasado, ya que la Pascua de este año cayó en marzo) el sector turístico se ha posicionado como un importante motor de la economía nacional. Sin embargo, el instituto de estadística revisó ligeramente a la baja su contribución al PIB. Los datos actualizados muestran que el gasto de los no residentes aumentó un 17,4%, un punto y medio menos de lo informado inicialmente. Su contribución a la economía también cayó una décima y se mantiene en 0,8 puntos porcentuales. Este progreso impulsó el crecimiento general de las exportaciones, que terminaron el trimestre con un aumento del 3,3% y contribuyeron con 1,2 puntos al índice general. El único punto gris en este apartado son las ventas al exterior de bienes como vehículos o productos energéticos. En este caso se produjo un descenso del 0,3%, lo que redujo la fortaleza del motor económico y prolongó la crisis del sector industrial.
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La demanda interna contribuyó con 0,3 puntos al crecimiento del PIB respecto al trimestre anterior. La demanda exterior aportó 0,5 puntos.
Según los agregados de demanda, el gasto en consumo de los hogares privados aumentó un 0,4%, mientras que el de las administraciones públicas cayó un 0,6%. La inversión bruta, por su parte, registró una variación del 1,2%.
Por el lado de la oferta, todos los sectores principales tuvieron tasas de valor añadido positivas. Esto significa que los sectores industriales crecieron un 1,5% respecto al trimestre anterior. Dentro de estos valores, la manufactura se aceleró un punto hasta el 2,2%.
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