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Una bolsa de supermercado tan llena que casi se rompe: Así de elevada es la deuda exterior de España desde hace décadas. Pero el país se ha encerrado en un régimen y ha perdido casi 200.000 millones de euros en tres años. Según los últimos datos del Banco de España, los pasivos netos con el exterior ascendieron sólo al 53% del producto interior bruto (PIB). Es el nivel más bajo desde marzo de 2006, antes de la Gran Recesión. La recuperación es notable porque comenzó con niveles de endeudamiento muy altos. Entre 2011 y 2015 rondó el 100% del PIB y fue el flanco más débil de la economía española en caso de retroceso. en el extranjero. De hecho, en aquel momento España era el país de la eurozona con mayor dependencia exterior debido al escaso desarrollo exportador y las elevadas inversiones en ladrillos. Pero hoy la situación es distinta y los márgenes con los que acabó 2023 son similares a los de Portugal (53,8%), Italia (46,5%) o Francia (43,3% del PIB), según datos de Eurostat.
Son varios los factores que influyen en esta drástica reducción de la deuda externa del país. Lo más llamativo, según Manuel Hidalgo, profesor y economista de EsadeEcPol, son los consistentes superávits por cuenta corriente registrados tras el año más duro de la pandemia. Ya en 2023, gracias a la fuerte atracción de bienes y servicios, la balanza de intercambios con otros países registró un superávit de 38.000 millones de euros, un máximo histórico.
En un análisis más detallado, se constata que, según el gobierno, la disminución de los costes de importación y la disminución de las compras de energía -especialmente gas- lograron reducir el déficit de la balanza comercial de bienes en alrededor de 31 mil millones de euros. También hubo un aumento de los beneficios de otras actividades económicas, en particular el turismo y los viajes, que aumentaron más del 20% respecto al año anterior. Los servicios no turísticos, apenas visibles hasta hace unos años, también jugaron su papel, superando el 2% del PIB gracias al impulso de los sectores económico, de transporte y tecnológico.
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En este equilibrio de la balanza de pagos entra en juego otro actor: la caída del consumo de familias y empresas. Según Hidalgo, ambos grupos llevaban una década apretándose el cinturón para reducir su deuda, lo que provocó una caída del consumo y por tanto de las importaciones al comprar menos bienes fabricados en otros países (y también en España). . Otra ventaja de reducir la deuda externa fue el fuerte crecimiento del producto interno bruto nominal, que crece a precios de mercado sin ignorar los efectos de la inflación. En 2023, según el Instituto Nacional de Estadística, el valor superó los 1,4 billones de euros, un aumento de casi el 9% respecto al año anterior. Es una tendencia que se viene observando desde hace varios años y coincide con el desapalancamiento tras el duro periodo de la pandemia. De hecho, ya en 2022, el Banco de España atribuyó la corrección del indicador a esta dinámica.
Debido a la reducción sin precedentes de la deuda neta, los pagos de intereses se han facilitado. Según Funcas, ya representan sólo el 15% de los ingresos del turismo, a pesar del aumento de los precios monetarios controlado por el Banco Central Europeo. Además, la estructura de la deuda ha mejorado, reduciendo el riesgo financiero que tanto preocupaba durante los años de la Gran Recesión. En concreto, los pasivos son principalmente bonos del Estado con plazos más largos e inversiones extranjeras directas en empresas españolas, que se caracterizan por una mayor estabilidad. Ambas dinámicas -alivio de la deuda y entrada de capital fiable- han llevado al país a recuperar la confianza de los inversores, aunque el tipo de interés actual sigue estando por encima del valor de referencia regulatorio de la Comisión Europea del 17%.
El camino hasta este punto parece largo, pero la situación es óptima para que caiga por debajo del 50% del PIB en los próximos años. Hidalgo lo cree así y también Bruselas, que espera una mejora a medio plazo, apoyada en persistentes superávits por cuenta corriente y importantes transferencias de capital ligadas a los fondos europeos, según el último informe de mayo, en el que analiza los desequilibrios de los Estados miembros. Según el documento, los principales riesgos a corto plazo son «condiciones de financiación más estrictas que aumentan los niveles de servicio de la deuda y la desaceleración económica de socios comerciales clave».
Las perturbaciones adicionales de las cadenas de valor mundiales causadas por conflictos geopolíticos como las guerras en Ucrania y Oriente Medio también podrían ejercer una presión al alza sobre la evolución de los precios de la energía y las importaciones de algunas materias primas como los cereales. Esto conduciría a un deterioro de la balanza comercial, dando al gobierno la oportunidad de reducir aún más los niveles de deuda. Sin embargo, la inversión extranjera directa está ayudando a mitigar estas vulnerabilidades y se espera que la consolidación fiscal ayude a mejorar la situación de la deuda externa de España, además de medidas de competitividad más efectivas.
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