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El teniente de alcalde de Seguridad de Barcelona, Albert Batlle, ha desvelado este miércoles la fórmula con la que ordenará la ciudad: lucha contra la mala educación, las pintadas y las drogas. Durante su reciente mandato como alcalde, Jaume Collboni ha asegurado que su primera tarea será centrarse en «el orden del espacio público: limpieza, seguridad y mantenimiento». “En materia de descortesía, el incumplimiento dará lugar a sanciones”, reiteró.
Batlle lleva cuatro años al frente de la Guardia Municipal de Barcelona después de que Colau cediera la política de seguridad al PSC en 2019. Con Batlle al frente se nombró al actual jefe de policía de la ciudad -el alcalde Pedro Velázquez- y se acabó tanto la permisividad con la venta ambulante que la presencia policial hizo desaparecer los mercadillos ilegales de la Barceloneta y Plaza Catalunya. También se suprimieron los bicitaxis de la costa y se inició la lucha contra los clubs cannábicos. Batlle canceló el mantra repetido durante el primer mandato de Colau prometiendo que la unidad antidisturbios de la Guardia de la Ciudad sería reprimida. El teniente de alcalde no se deshizo de él, y apenas unos meses después de asumir el cargo en 2019, desplegó la policía antidisturbios de la ciudad, la Unidad de Emergencia y Refuerzo de Proximidad (UREP), para desalojar un campamento en Plaza Universitat.
Desde entonces, la política de seguridad de Batlle se ha basado en la mano dura, exigiendo fórmulas legales que permitan a la policía de la ciudad tomar medidas contra varios reincidentes, incluso poner fin a las ocupaciones mafiosas. Con Batlle al mando, la política de seguridad continúa, pero ahora el objetivo es «ordenar» la ciudad, con fuerte énfasis en la persecución de grafiteros y anticiviles. Batlle ha prometido que hará «todo lo posible» para lograr una reforma legislativa que prohíba los clubs cannábicos o la venta de sustancias derivadas de la marihuana en los comercios de la ciudad.
El programa electoral con el que Jaume Collboni se presentó a las elecciones dedica el capítulo 5 a “Barcelona segura”. En este capítulo expone los fundamentos de su lucha contra la rudeza. Destaca que “seguridad y convivencia son dos caras de una misma moneda”. “Los socialistas y los progresistas entienden el orden como un valor, una prioridad y una condición necesaria”, subraya el programa de Collboni. Se ha aclarado que el PSC quiere ‘orden’ en la capital catalana; Se fija un objetivo global: “Garantizar la convivencia es un reto comunitario muy importante que requiere un modelo de gobernanza específico que asegure tanto la transversalidad como la evitación de conflictos de convivencia”. que incluye aspectos como “movilidad, limpieza” así como sanciones que son “educativas” y “sustitutivas económicas” y recurso al barrio. De esta forma, el PSC abre la puerta a la lucha contra el anticivilismo con obras en bien de la comunidad. Además, el PSC «propondrá al Gobierno central que restablezca los mecanismos de justicia rápida en caso de actos de vandalismo». Entre otras cosas, Collboni quiere usar su programa para luchar contra los grafiteros y castigarlos con estos trabajos para la comunidad y cambios legales que permitan sanciones para establecer «orden».
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Desde que el Tribunal Supremo de Cataluña en julio de 2021 anuló la Ordenanza Municipal y prohibió de plano el «fomento del consumo, venta y cultivo» en las discotecas de cannabis, la obsesión de Batlle es cerrar las 200 discotecas que siguen abiertas en Barcelona. La Guardia de la Ciudad cierra una docena de estos clubes cada año y el objetivo de este mandato es cerrar todos los clubes posibles e impulsar reformas legales para cerrarlos.
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