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La incertidumbre es mala compañera de viaje. Pero con mucho, las autoridades deben estar en camino para tratar de sacar a la economía de la trampa de la inflación y el bajo crecimiento. Justo el martes, uno de los halcones En particular, el gobernador del Banco de los Países Bajos, Klaas Knot, habló de esperar para ver si es necesaria o no otra subida de tipos en septiembre además de la subida de tipos de 0,25 puntos que se dio por sentada en julio. Pero un día después, el Fondo Monetario Internacional apunta en la dirección opuesta en su informe anual sobre la eurozona, conocido como Artículo IV. Ve como una prioridad el fin de la inflación, que pronostica seguirá debilitándose pero se mantendrá alta por algún tiempo. Por lo tanto, señala que la política monetaria en la zona euro debe endurecerse aún más. Sin embargo, advierte que el BCE debe seguir siendo flexible y prestar atención a los datos a la hora de tomar decisiones.
Los directores ejecutivos del FMI también recomiendan que las tenencias de títulos de deuda, que el Eurobank está acumulando y que le han permitido financiar los grandes déficits que ha acumulado desde la pandemia, continúen reduciéndose de manera gradual y predecible. Además, la institución con sede en Washington está presionando para tapar las brechas presupuestarias. Por dos razones: Primero, porque ayudaría a frenar la inflación. En segundo lugar, porque es importante asegurar la sostenibilidad financiera de muchos países muy endeudados. Para lograr los ajustes del déficit que pide, habría que revertir las medidas adoptadas para mitigar las consecuencias de la inflación y ahorrar los ingresos extraordinarios, explica. Aunque no lo menciona, España está entre los países con una ratio de endeudamiento superior al 100% y un déficit público superior al 3%.
La encrucijada de la Eurozona es clara: por un lado, el consumo se está desacelerando debido a la inflación, y hay una caída en la actividad manufacturera. Por otro lado, los mercados laborales están recalentados, hay una grave escasez de mano de obra y los salarios comienzan a subir con fuerza en los países del norte. La fortaleza de la demanda de servicios, especialmente turismo y hostelería, sorprende en un contexto pospandemia. Y es probable que el período de verano intensifique esta dinámica. La gran incógnita es qué ocurrirá con la ralentización de la economía del euro una vez finalizadas las vacaciones.
En este momento complicado, Klaas Knot ha indicado que no está garantizado un nuevo aumento después de julio. “Hasta ahora, nuestra principal preocupación ha sido el riesgo de una inflación persistente”, dijo el gobernador holandés en una entrevista con Bloomberg. Pero esa dinámica podría estar cambiando: «Es cierto que este equilibrio de riesgo está cambiando gradualmente, por así decirlo, con el aumento de la altitud y también es necesario prestar más atención a los riesgos de tal vez hacer demasiado», reconoció. El gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, una de las palomas más prominentes en el Consejo de Gobierno del BCE, ha dicho que la inflación podría caer más rápido de lo que había anticipado el Eurobank debido a la fuerte caída en los costos de la energía y su creciente impacto. Aunque se espera que el banco central no renuncie a su postura agresiva hasta que caiga el IPC subyacente, esta medida más suave, a la espera de más datos, abriría la puerta a una primera pausa después de 12 meses de subidas de tipos.
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Por su parte, el FMI recuerda que la economía europea ha mostrado una gran resistencia al golpe provocado por la guerra en Ucrania. Sin embargo, como él describe, la actividad se debilitó significativamente en la segunda mitad de 2022, entrando en una leve recesión técnica a principios de 2023 cuando las condiciones financieras se endurecieron, los salarios reales cayeron y la confianza del consumidor se debilitó. Sin embargo, de cara a los próximos meses, la agencia prevé que el crecimiento recuperará gradualmente el impulso a pesar del deterioro de las condiciones de financiación. Espera que la actividad económica recupere impulso en 2023 y 2024, apoyada por la recuperación del poder adquisitivo en un entorno de mercados laborales con tasas de vacancia crecientes. A esta mejora de las perspectivas también contribuiría la recuperación de la demanda exterior y la desaparición de los shocks de oferta. El fondo espera que el PIB de la eurozona crezca un 0,9% este año y un 1,5% el próximo.
En lo que respecta a la evolución de los precios, el fondo destaca que la tasa de inflación ha caído recientemente de forma pronunciada. Sin embargo, destaca que el factor subyacente que sustrae los componentes más volátiles, como la energía y los alimentos, es mucho más consistente. Pronostica que es probable que las tasas de inflación caigan aún más a medida que disminuyan los choques energéticos que han exacerbado la inflación y aumente el impacto de las alzas de las tasas de interés en la demanda. No obstante, espera que los indicadores del IPC se mantengan elevados durante un período prolongado de tiempo.
La institución, encabezada por Kristalina Georgieva, admite que la incertidumbre en torno a estas previsiones es alta. Y advierte que todavía hay riesgos en el horizonte, como una nueva turbulencia financiera que podría conducir a una contracción del crédito y una mayor aversión al riesgo. También se destaca como riesgo que la inflación siga siendo más persistente debido al crecimiento de los salarios, lo que podría obligar a una política monetaria más restrictiva durante un período prolongado. Advirtió sobre la posibilidad de que la demanda extranjera se debilite en un momento en que la economía china está sufriendo. Y tenga en cuenta que si la guerra de Ucrania se intensifica nuevamente, podría haber más temblores.
Aunque cree que los bancos europeos están bien capitalizados y líquidos, el FMI destaca la importancia de una estricta supervisión y regulación para evitar problemas financieros por valoración de activos, liquidez, financiación o exposición a los mercados inmobiliarios. En este sentido, la institución pide a la UE que complete su unión bancaria y financiera para fortalecer la resiliencia de la economía europea ante los choques. Aboga por una capacidad fiscal europea que sirva para estabilizar la actividad económica y asegurar los servicios públicos. Piensa que es importante proteger las inversiones en los procesos de ajuste fiscal. Y aboga por reformas e inversiones que impulsen el crecimiento y apoyen las transiciones digitales y ecológicas.
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