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Aunque no fue una tarde tranquila, la corrida de Dolores Aguirre se mantuvo interesante hasta el final y contuvo momentos llenos de emoción. Unos con los alcistas de la moneda sevillana; otros, de los toreros, esta vez principalmente los de plata. La casta de unos y el toreo de otros.
Emocionante, por ejemplo, la salida del salón de tarde, que parecía sacado de un pliego de La Lidia de Goya. Grande, largo, descarnado y con dos isópodos impresionantes mirando al cielo. Por si fuera poco, salió atrevido y desafiante, como diciendo: «Aquí estoy y veamos quién es el chico guapo que camina hacia mí».
El guapo en este caso fue Alberto Lamelas, que fue el primero en tomar una copa con Mansurrón y Gazpone, que midió, preguntó y no paró ni un segundo. Lo despidió de un plumazo después de un trabajo lleno de sospechas y precauciones. Sobre este: más de lo mismo. Y encima, a todos nos impidieron ver un quinto disparo que había sido solicitado por aclamación.
Si bien llegó a la primera caña sin colocarla, en las tres consecutivas lanzó largo, rápido y se deslizó bajo la coraza. Emocionante. Qué emocionante y espectacular fue el tercero de Banderilla que siguió, protagonizado por Mathieu Guillon, que efectivamente jugó el partido tras asomarse al balcón y colocarse los pitones en el estómago. El castigo para el caballo fue tan grande que el caballo de Dolores llegó al último tercio roto y con un mínimo de vida. Es una pena.
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Un poco más casta fue la dócil tercera voz, a veces quebrada y esquiva, pero cargada de excitación desde abajo. Éste, como el primero, tuvo una muerte espectacular. Aunque heridos de muerte, ambos se quedaron tambaleándose e incluso se apoyaron en las tablas hasta caer exhaustos. Segundos después, ante el asombro de todos, tuvieron el valor de levantarse nuevamente. La casta.
Este tercer gol recayó en Luis Gerpe, tan testarudo como suspicaz y rápido. Bajó la mano y disparó algunos tiros, pero lo hizo agachado y por encima del suelo. Tampoco pudo seguir el ritmo del buen Sexto, otro ejemplar de bello e imponente aspecto, que completó en cuatro salidas a caballo y luego colmó de nobleza, constancia y humillación en la Muleta. Lo mató bien, sí, y le dieron oreja. También la vuelta del toro al ruedo. Ambos son exagerados.
Damián Castaño, dispuesto aunque acelerado, peleó con el grupo más deslucido y dejó algunos respetables naturales al frente del segundo grupo. Como Guillón en el cuarto o Víctor del Pozo, ante el que abrió el campo, Joao Pedro y Francisco Tornay de los de Gerpe brillaron con los palos en el último partido y pusieron en pie a la grada. A base de valentía y toreo, los cuatro demostraron que puedes hacerlo si quieres.
Eran sólo fotografías de toros y toreros, pero llenas de emociones abrumadoras.
Aguirre/Lamelas, castaño, Gerpe
toros de Dolores AguirreBueno, aunque se presentaron de manera desigual (varios no tuvieron tiro por detrás), la mayoría acertó con los palos (destacaron el 4º y el 6º) y el juego fue desigual: 1. Mansurrón, caminando y midiendo; 2. noble y aburrido; 3. mansos, inmersos en el poder y la humillación; 4. valiente en varas y noble, pero quebrantado en muleta; 5. mansos, marginados y deslucidos; 6. Noble, firme y humilde, si al menos.
Alberto Lamelas: recesión (silencio); Recesión (leve división).
Damián Castaño: media estocada acostada (saludos); una media caída, tumbada y cruzada, y cuatro locuras (silencio).
Luis Gerpe: dos empujones _aviso_ y empujón (saludos); Estocada (oído).
Plaza de toros Vic-Fezensac (Francia). 19 de mayo. 4. Feria del Toro. Aproximadamente tres cuartos de una entrada.
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