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Cuando la secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, se reunió electrónicamente con los cuadros hace dos semanas, recibió un mensaje de confianza y pidió la exclusión de la mesa parlamentaria de los 20 diputados ganados en las negociaciones del 12-M, ambos y en la investidura. De momento, ERC ha superado el primer hito con una vicepresidencia y una secretaria; Rechazó las ofertas del PSC para hacerse con la presidencia de la cámara y tiene un puesto más del que habría recibido a prorrata. La segunda negociación parece menos fácil, ya que una parte importante de las bases ya está expresando su reticencia a llegar a un acuerdo con los socialistas. Pero hay mucho en juego para los republicanos, tanto política como organizativamente, incluso sin ingresar al poder ejecutivo. El actual gobierno en funciones está formado por un grupo de 330 altos cargos y funcionarios temporales, que ERC perderá por completo si no se llega a un acuerdo. Algunos de ellos no tienen afiliación política y han expresado su confianza en el gobierno en minoría de Pere Aragonès.
«El Gobierno está dispuesto a trabajar en funciones durante el tiempo que sea necesario», afirmó el pasado martes la portavoz Patrícia Plaja, un ejemplo de uno de esos nuevos fichajes fuera del partido en el inicio de la legislatura, pero que tiene cabida en los Mossos. d’Escuadrón. Por ello, el comunicador aceptó que el ejecutivo se prepara para un período de transición más largo de lo habitual, también con el posible escenario de una repetición electoral, lo que podría significar una extensión casi hasta el invierno. Sin embargo, de momento sólo hay un candidato que ha dejado el cargo para regresar al mundo privado.
El exlíder del partido, Oriol Junqueras, abogó el miércoles por que se lleguen a «acuerdos razonables» para apoyar a un candidato. Aunque la base comparte la idea de acudir a la oposición como respuesta al resultado de las elecciones, negociar estas posibles compensaciones para apoyar a Illa está actualmente en el centro de las discusiones. Son muchas las voces que insisten en que dejar de gobernar no significa renunciar a la política, sino también dar ingresos a una esquerra con un poder institucional menguante. El pasado viernes en SER Catalunya, el propio Rovira llamó a los socialistas a dejar de lado el discurso de una década perdida e invitar así a una cierta continuidad en la política.
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Antes de las tres debacles electorales consecutivas (las elecciones locales y parlamentarias de 2024 y las catalanas del pasado mayo), ERC contaba con 3.500 puestos públicos, la mayoría de ellos a nivel municipal, normalmente sin empleo a tiempo completo y con salarios bajos. El Partido no actualiza esta radiografía, pero es evidente que se ha visto muy afectado por los malos resultados. Por ejemplo, perdió las alcaldías de Lleida y Tarragona. Todo esto refleja también la situación económica, que hasta ahora vive un momento muy bonito en sus 93 años de historia.
Su principal fuente de financiación son los subsidios de las instituciones en las que está presente y donde se nota la pérdida de peso. La situación en el Congreso, por ejemplo, nos da una impresión de otoño. Allí, cada grupo parlamentario recibe 30.346 euros al mes, más una parte variable de 1.746 euros al mes por cada diputado. Debido al aumento de 13 escaños en la última legislatura a siete actualmente, alrededor de 125.000 euros al año ya no fluyen a las arcas de ERC. Sin ver cómo se negociará en el Parlamento, el banco republicano ya no recibirá 14.400 euros al mes por cada diputado, sino unos 9.000.
Los buenos resultados obtenidos hasta el momento también han llevado a un aumento de los ingresos del partido gracias a las contribuciones especificadas en sus estatutos financieros. Esta normativa de cotización establece que los puestos con un salario bruto superior a 35.000 euros anuales deberán realizar una aportación de hasta el 10,5%. Para rentas hasta 15.000 euros se aplica un porcentaje del 2,5%. Según los últimos datos disponibles de 2021, el balance de ERC incluye unos ingresos de 1,07 millones de euros por estas aportaciones.
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168 puestos superiores y 163 puestos temporales
Ciertamente, esta cifra se había disparado desde que Aragonès decidió mantener un modelo monocromático tras la salida de Junts de la dirección en 2022. Sin contar presidente Sólo el gobierno ya cuenta con un conjunto de 168 puestos de alto nivel (por ejemplo, secretarios y directores generales) y 163 puestos temporales (jefes de comunicaciones, jefes de gabinete y asesores temáticos). En el primer caso, el salario medio es de 95.764 euros brutos al año. Para los trabajadores temporales, el ingreso medio es de 72.486. En este último caso, la aportación media mensual del partido es, por ejemplo, de 634 euros. Además, están los sueldos de las empresas públicas en el marco de la Generalitat.
Sin participar en la investidura, ERC forma parte del ejecutivo de la Diputación de Barcelona y está en manos socialistas. Entró por la puerta trasera el día después de las elecciones generales del año pasado. En el Ayuntamiento de Barcelona el mismo proceso fracasó por división interna. Por eso, hay voces socialistas que no descartan la posibilidad de que los republicanos quieran gobernar con Illa en el futuro si hay una apuesta atractiva. Y aquí la posibilidad de conservar algunos puestos podría ser un plus que se podría ofrecer a los de Rovira.
El compromiso por sí solo con el Gobierno obligó a ERC a contratar puestos técnicos fuera de sus filas para mantener la estructura. Lo visible fue el desembarco de tres concejales sin candidatura republicana y cercanos a otras sensibilidades políticas (Carles Campuzano, Quim Nadal y Gemma Ubasart), pero se refería a decenas de nombres en la lista de altos cargos que dieron su vive en secreto o de terceros que van a estar relacionados con la administración. Por ejemplo, está Gina Tost, ministra de Política Digital, que anteriormente fue jefa de la oficina europea de IGG, una importante empresa china de videojuegos móviles. O Laia Arnal, directora general de Transferencia de Conocimiento y Sociedad de la Generalitat, de donde provenía la dirección del Instituto de Investigación Vall d’Hebron.