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No cabe duda de que el toro de este Madrid 2023 se ha ido a la mierda. Ya no es la bestia de trapo destacada que llamó la atención desde el principio, exudando un aura de miedo y respeto por las líneas. Ahora es uno más como el que aparece en todos los demás cuadrados; por ejemplo esta tarde, feria, muy feria de presentación, todo impropio de la historia de esta feria.
También llama la atención que Núñez del Cuvillo no pudo presentar tres toros con garantía de admisión. ¿Cómo es posible que una ganadería tan larga no tenga tres toros para San Isidro? Pero no tienes que devanarte los sesos. Debido a la absoluta falta de transparencia de la corrida ambulante, no habrá ningún responsable que pueda dar una explicación concluyente sobre la causa de esta situación.
Porque este tema no se trata solo de la ropa, sino también del carácter y el comportamiento. Los policías han pecado de mansedumbre e impotencia de manera alarmante esta tarde; porque son dos personalidades protagónicas, prestigiosas, deseadas y requeridas.
¿Quién tiene la culpa de esta situación? ¿Los toreros? Los ganaderos? ¿La autoridad? ¿El público? Un poco de todo. Como hay menos aficionados, la demanda cae y la mayoría del público bullicioso aboga por la permisividad. Es decir, asume que los números son los elegidos en el campo, el agricultor los acepta con gusto y la autoridad está de acuerdo.
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Esto afecta la estampa de los toros; De la falta de fuerza y castidad se dice, y se dirá, que el público de hoy es más sensible y triunfante, prefiriendo el arte con los terneros a las gestas con los toros. Pero como es cierto que nada importa sin toros, se puede concluir que la corrida de esta tarde fue una pantomima, una supuesta impertinencia moderna, pero también un fraude en toda regla.
Hubo algunos aspectos destacados en esta catástrofe. El más brillante fue el joven Curro Javier, que puso unas banderitas de época al modesto y escurridizo cuarto toro de la tarde. La plaza se levantó y le dedicó un estruendoso y justo aplauso.
Y por lo demás poco, casi nada, queda en la memoria. Bueno, la lluvia que apareció por primera vez en esta feria. El aguacero fue torrencial durante el trabajo de muletas del primero, con Perera intentando sacar unas muletas preciosas a un animal tierno y tierno. Antes del cuarto, el torero, manso, astuto pero con cierta perseverancia en sus pocos embates, se justificó con creces y robó unas muletas que el toro, a dos manos, no merecía. Pero como Perera es un torero moderno, se puso molesto sin saber por qué, siguió cometiendo errores mientras mataba, y el presidente lo perdonó al tercer aviso después de la fecha límite.
Talavante recibió el primero con unas capotas mitad Verónica mitad delantal muy personales que inspiraban esperanza. Y empezó a trabajar una muleta con alguna ayuda desde arriba, un pase alterado por detrás, un pase de zanja y un pase de pecho que prepararon el escenario para una hazaña que difícilmente podría atribuirse a la estupidez e incapacidad de su oponente. De la misma manera comenzó el último tercio del quinto, en el que destacaron tres magníficos naturales, pero no hubo más. A pesar de su apariencia mediocre, Talavante ofreció una imagen más establecida y segura que el año pasado.
Y Ginés Marín tenía lo peor que ofrecer. El tercero era humilde e inútil, el último muy aburrido y marginado. Se le agradeció el testamento y poco más.
Ahí estaba, en los bajos fondos, a casi nadie le importaba, la imagen del toro bravo, la estampa perdida del toro madrileño.
Del Río y Del Cuvillo/Perera, Talavante, Marín
dos toros de Núñez del Cuvillo, primero y segundo, manso, noble y manso; uno, el tercero, de Toros de Cortésmanso y sin sabor; y tres de ellos río victoriano, manso, manso, noble y marginado. Todo presentado muy justamente.
Miguel Ángel Perera: desplomado y estirado hacia abajo (silencio); _observar_ dos pinchazos, _2. Aviso_ medio vertical y bajo y 7 glabros (todavía).
Alejandro Talavante: dos pinchazos _aviso_ y un grano (silencio); Pinchazo, estocada casi completa y un meado (silencio).
Ginés Marín: estocada (silencio); Llanta pinchada, promedio bajo y una meada (silencio).
punto de venta. 26 de mayo XV Celebración de la Feria de San Isidro. Pleno de «Sin Entradas» (22.964 espectadores, según la compañía).
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