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Cinco días después de las elecciones municipales del pasado domingo, Barcelona ha vivido este viernes dos hechos relevantes en el camino hacia la toma de posesión del futuro alcalde, que está prevista para el 17 de junio. El PSC redobla la presión sobre ERC para que se una a un gobierno progresista con Ada Colau Commons. Las tres fuerzas tienen la mayoría con 24 de los 41 concejales en el pleno. En un mensaje contundente, los socialistas llegaron incluso a acusar a los republicanos de traicionar a sus electores al respaldar la demanda de los líderes de ERC de un acuerdo independiente con Junts, el ganador de las elecciones; y no por un acuerdo entre fuerzas progresistas. Desde su posición ganadora, Xavier Trias (11 concejales) siguió apostando por el «gobierno fuerte» con PSC y ERC. El otro tema que protagonizó a lo largo de la jornada fue el recuento final de votos en la Junta Electoral Central, que confirmó el segundo puesto para el candidato socialista Jaume Collboni (con 10 concejales) y el tercer puesto para los Comunes de Colau con nueve concejales. El conteo incluso amplió la brecha entre los dos partidos, de 141 en el resultado de la noche electoral a 342 en la revisión del viernes.
Los socialistas celebraron la confirmación de que «el PSC es la primera fuerza progresista en Barcelona». “Está claro que Jaume Collboni es quien tiene la capacidad de liderar un Ayuntamiento progresista y estable. Trabajaremos duro para que esto sea posible”, afirmaron los círculos del partido, que “llamaron al resto de fuerzas a dialogar, pensando en Barcelona y en la voluntad de los barceloneses”.
A mediodía y durante una comparecencia, la número tres de la candidatura del PSC por Barcelona, Laia Bonet, cerró la puerta a un gobierno de la ciudad como el que propone Trias. El socialista acusó a los republicanos de «traicionar a sus electores, que pensaban que votaban por una formación de izquierdas» al avalar un Gobierno de carácter independiente, el compromiso de los líderes de ERC, y no un Gobierno progresista. Bonet ha reiterado en reiteradas ocasiones que las fuerzas progresistas (PSC, Commons y ERC) cuentan con una amplia mayoría de votos.
“Al respaldar los pactos independentistas, ERC esconde la posibilidad de una coalición de gobierno que contaría con 24 concejales de 41. Subordina los intereses del Barcelona a los del partido, los prefieren Actas sobre el progreso de Barcelona”. Pese a las críticas a los republicanos, Bonet aseguró que seguirán hablando con todos los partidos menos con Vox e insistió en que el candidato Jaume Collboni mantendrá definitivamente su candidatura el día de la toma de posesión, pase lo que pase. Las palabras de Bonet coincidieron con el recuento final de votos de la Junta Electoral de la zona, y se mostró confiada en que no se cambiará el orden, como finalmente sucedió.
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A primera hora de la mañana, Trias había apostado por un «acuerdo de gobierno fuerte» con ERC y PSC (con 5 y 10 ediles respectivamente) para la capital catalana. «Lo que tiene sentido es que con ERC y PSC podamos crear un gobierno fuerte para Barcelona que necesita», dijo en una entrevista con SER Catalunya. Ante la pregunta de si su pacto con ERC y PSC debería incluir a ambos en el gobierno de la ciudad, respondió que eso hay que aclararlo y añadió que las conversaciones con el Partido Republicano han sido «muy positivas» hasta el momento. Lo más probable es que Trias inicie su mandato en solitario con 11 concejales.
Mientras tanto, en la Ciudad de la Justicia, el recuento final de votos duró todo el día. Confirmó el segundo puesto del PSC (con 10 concejales) y el tercero de Barcelona en comú (nueve concejales). Si nadie cuestiona este resultado, todo seguirá igual. Sin embargo, los eurodiputados explicaron que había varias mesas con un número importante de votos que creían poseer (150 en Ciutat Vella, por ejemplo) que podrían impulsarlos a recurrir a la misma comisión electoral. El plazo para la presentación es de 24 horas, por lo que el partido de Ada Colau lo decidirá este sábado. El recuento es importante (y fue polémico, dicen varias fuentes del partido) porque los ciudadanos esperaban que Colau pudiera liderar las negociaciones para formar un partido tripartito con socialistas y ERC si salían ganando en el recuento final.
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Durante el conteo, el conteo duró todo el día, en una sala llena de decenas de representantes e inspectores de partidos políticos y con un calor considerable. En gran parte, fue gracias a la comisión que decidió no revisar individualmente los votos inválidos: el argumento fue que abrirlos significaba desafiar los protocolos firmados por las mesas electorales. En este caso fueron 6.400, un número que aumenta rápidamente en comparación con 2019 (1.500 cero). La falta de verificación de estas papeletas, de las cuales un tercio fueron confirmadas en otros escrutinios, generó malestar entre los funcionarios del partido, quienes tuvieron la oportunidad de sumar votos en el escrutinio final. Solo se revisaron cien papeletas nulas, que habían llegado de los colegios electorales en pocos minutos.
Hubo momentos de tensión en la elaboración de las bitácoras (los números que venían de las escuelas y los que aparecen en el programa informático de Indra). Por ejemplo, en decidir si los 150 votos atribuidos a Ciutadans en un colegio de Ciutat Vella, que los apoderados de los Comunes decían que eran suyos porque no aparecían votos en su casilla y el partido Orange tiene escasos votos en el resto del municipio. O cuando representantes de Barcelona en Comú, que estaban de pie en la sala, acusaron a otros miembros del PSC de caminar por la sala y afirmar que eran miembros de la junta electoral.
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