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El PIB estadounidense confirmó el gran verano vivido por los hogares americanos con un aumento del 4,9%, el mejor trimestre en dos años. El consumo aumentó un 4% anual, impulsado por los servicios. Entre los efectos más llamativos se encuentran los fenómenos de masas creados por las giras de Taylor Swift y Beyoncé, así como el enorme éxito de películas como Barbie y Oppenheimer.
Se estima que estos tres eventos por sí solos contribuyeron con 0,5 puntos porcentuales al crecimiento este trimestre. La recaudación mundial de ambas películas es de 2.400 millones de dólares y se espera que el espectáculo de Swift genere 5.000 millones de dólares en entradas, alojamiento y ventas de productos. Por ejemplo, el aficionado medio gasta 1.300 dólares en asistir a conciertos, especialmente debido a los altos precios de reventa. Estos signos apuntan a un consumidor fuerte, impulsado por los ahorros acumulados tras la pandemia. Del mismo modo, una menor deuda de los hogares juega un papel importante (72% del PIB, muy lejos del 97% en 2009) y un propietario con una hipoteca que es menos sensible al aumento de las tasas de interés, ya que alrededor del 86% del stock hipotecario en los EE.UU. a un precio fijo.
Sin embargo, a partir de ahora será más difícil. Por un lado, la capacidad financiera de los consumidores se está viendo limitada (la extraordinaria escasez de préstamos estudiantiles terminó en septiembre) y los ahorros acumulados tras la pandemia están a punto de desaparecer. Por el contrario, la inversión empresarial fue negativa este trimestre (-0,1%), lo que indica una mayor cautela por parte de los gestores. Por último, la inversión inmobiliaria, que ha mejorado este trimestre (3,9%), se enfrenta a tipos de interés hipotecarios del 8% en los siguientes periodos, los más elevados en 20 años, lo que minará su desarrollo.
En el lado positivo, la lentitud del crecimiento puede trasladarse a los próximos trimestres y mantener la resiliencia actual de la economía. Además, el consumidor se está beneficiando de un crecimiento salarial superior a la inflación (4,2% frente a 3,7%) y de un desempleo casi mínimo (3,8%). Ese optimismo ha provocado grandes caídas en los bonos, que han caído un 4% desde agosto. Si el año terminara así, sería la primera vez que este activo registra tres años consecutivos de pérdidas.
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La economía norteamericana se acerca al invierno sin la gloria de sus dos estrellas, que ya han completado gran parte de su gira americana. Y todo ello en un entorno en el que la capacidad financiera del consumidor está debilitada. Esta normalización del crecimiento y la caída de la inflación serán factores favorables para la renta fija, permitiéndonos dejar atrás un verano cruel para los bonos que, desde las buenas noticias para la economía, ha tenido la misma ambigüedad sentimental que la canción de Taylor Swift. Período de incertidumbre para los inversores en renta fija.
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