Al menos diez vecinos de Alcanar, en la comarca del Montsià de Tarragona, esperan tener que abandonar sus hogares debido a las fuertes tormentas: el cambio climático está haciendo que estas lluvias torrenciales sean cada vez más frecuentes. En concreto, han vivido como un cuarteto durante los últimos siete años. Las inundaciones que están viviendo en primera persona son cada vez más peligrosas y no les quedará más remedio que hacer las maletas por su propia seguridad.
Hace unos días una nueva DANA dejó destrozos en distintos puntos de Tarragona. La comarca del Montsià fue uno de los municipios más afectados y Alcanar uno de los más afectados: calles llenas de barro, coches arrastrados por la lluvia, muros derrumbados y jardines destruidos. Los vecinos limpian y quitan el barro de sus casas, ayudados por los bomberos y algunos voluntarios. “Fue complicado, entró todo el arroyo en la casa”, explica una vecina. «No puede ser que nuestra casa se inunde todos los años», añade.

Una piscina en la zona sirve como improvisado centro de control e información, en un dispositivo de apoyo, voluntariado y limpieza que funciona perfectamente. Todo el mundo sabe qué hacer y adónde ir. ¿Porque? Porque no es la primera vez que lo experimentan. “No se puede vivir así”, asegura un vecino, “no podemos rezarle a la Virgen María para que no llueva”. Aunque prácticamente -y lamentablemente- están acostumbrados a la situación, los vecinos están cansados, resignados y hartos de vivir en la incertidumbre. Es la peor tormenta de los últimos años y, sin embargo, aquellos a los que les fue mejor y tuvieron impactos más leves dicen que «no pueden quejarse». La sensación es que todo es un ciclo que nunca termina. Una historia interminable de desgracias que, como señala otro vecino, “se produce cada vez que empieza a llover, aunque al final sean cuatro gotas”.
El punto clave es el desfiladero que parece separar dos mundos. En la misma urbanización las calles apenas quedaron afectadas en una parte y completamente destruidas en la otra. Es decir, vecinos que pueden seguir viviendo en su casa y otros que tienen que salir de ella por motivos de seguridad porque sus casas están construidas directamente sobre el barranco. El alcalde de Alcanar, Joan Roig, explica que estos vecinos deberán mudarse antes del próximo otoño porque si no la situación se repetirá el año que viene. El alcalde lamenta que “la zona de las Terres de l’Ebre se haya convertido en un centro neurálgico del cambio climático” y pide respuestas definitivas.
El alcalde pide ayuda supramunicipal para compensar a estas personas que ya no pueden vivir en sus propias casas, convirtiéndolos así en los primeros refugiados climáticos del país. Roig añade que estas personas ya han capeado cuatro temporales y por ello han reconstruido sus viviendas hasta en cuatro ocasiones. Es casi un milagro que sólo se reportaran daños materiales y no lesiones personales.

La primera tormenta ocurrió en 2018 y desde entonces encontrar una solución para estos vecinos está sobre la mesa. Una de las propuestas es expropiar parcial o totalmente estas viviendas en el barranco, pero hasta la fecha no hay nada concreto. Uno de los vecinos lo tiene claro: «El que tiene que expropiar, expropia. La gente se juega la vida y la casa, que es lo más importante que tenemos». Los vecinos están dispuestos a marcharse, pero están perdiendo la esperanza de que esta vez algo pueda cambiar. Aunque parece que tendrán que marcharse pronto, lo tienen claro: “Estamos convencidos de que el año que viene estaremos en la misma situación”.
“No es que nos sintamos abandonados, estamos abandonados”, dice un vecino. Otro afirmó: «Sólo se acuerdan de nosotros cuando pasan cosas malas, no debería ser así. Somos tan importantes como los de Barcelona y Girona». La frustración la inunda como agua. Sin una solución clara a corto plazo, no hay nada que permita a estos vecinos dejar de vivir en una calma tensa donde cada vez que llueve, el sufrimiento y el trauma son más fuertes que los truenos.
