Cincuenta años no es mucho tiempo para que una disciplina artística haga historia; O al menos escribirlo con buena letra. Pero el baile hip hop fue más que suficiente. Nacido en su forma original en el Bronx de Nueva York en la década de 1960, ahora está muy presente en los escenarios de todo el mundo. En medio siglo de su existencia, ha conquistado las salas de cine y los programas de las principales carteleras. También se deshace de la indiferencia que la reduce a «lo que hacen unos tipos molones en chándal y con buena música». Pero, sobre todo, desarrolla un discurso coreográfico de exploración corporal que va más allá de la mera exhibición acrobática. Narrativa también: ya no se trata solo de bailar por diversión, se trata de plantear temas para pensar en un cuerpo urbano.
“Se trata de mostrar la enorme creatividad y diversidad que está presente en los bailes urbanos, aunque todavía faltan estructuras que los apoyen”, dedica Blanca Li, directora de los Teatros del Canal de Madrid y directora de Canal Calle -Ciclo Este tipo de danza se realizará en la capital hasta el 25 de junio. “Cuando llegué a Madrid lamenté que este tipo de baile no tuviera cabida en la programación habitual y que el público no pudiera disfrutarlo en una sala de reuniones, así que empecé a hacerlo”, explica Li.

Blanca Li (Granada, 59 años) es también creadora y bailarina y pionera en llevar la danza urbana a los escenarios tanto en España como en Francia, donde ha desarrollado gran parte de su carrera. “Los descubrí en Nueva York en los años 80 y cuando me mudé a Francia comencé a trabajar con ellos todo el tiempo.” Por ejemplo, una amplia gama que incluye desde macadán macadán (1999), uno de sus primeros espectáculos en este campo, reuniendo en escena a bailarines de diferentes estilos urbanos, que se convirtió en el referente hasta su último Cascanueces (2022), versión hip-hop del ballet clásico, todavía de gira en Francia. ¿Y dirías que las cosas se perdieron en el camino de la calle al escenario? “Al contrario, ha ganado en presencia, nivel, posibilidades de formación y visibilidad”, responde.
«Si tengo que tomar una decisión, prefiero bailar en el escenario», dice Roy Overdijk, miembro de la compañía holandesa The Ruggeds, que presenta el espectáculo este sábado. entre nosotros en el ciclo de los Teatros del Canal. “Entrar en una pelea para demostrar en 40 segundos si soy mejor que esa persona o si la otra no es la adecuada para mí. Me interesa el credo artístico del baile hip hop y bailar con los compañeros.” El bailarín se refiere a las batallas de los romper el baile, Uno de los estilos de baile hip-hop que hoy fue declarado deporte olímpico y estará presente en los próximos Juegos de París 2024 romper representa solo el 20 por ciento de los bailes urbanos”, dice Abderzak Houmi, director y coreógrafo de Compagnie X-Press, quien también visitó Canal Street estos días. “Y si bien reconozco su presencia en los Juegos Olímpicos como algo positivo, la clasificación como deporte me molesta. Se ha invertido mucho trabajo en el hip-hop en los últimos años para obtener el reconocimiento que disfrutan otros bailes, y de alguna manera todo ese trabajo está en peligro».
Bloquear, golpear, mover Y hogar, Junto a otros muchos estilos, casi tantos como años y contextos que rodean al Hip Hop, marcan el carácter ecléctico de una disciplina que lleva años mezclándose también con la danza contemporánea. «Hay tantas historias detrás, tantas voces y tantos rostros invisibles que tenemos la responsabilidad de entender exactamente de qué estamos hablando cuando hablamos de baile hip-hop», explica Melissa Pérez Sousa, una residente en Portugal. bailarina venezolana. “Y cuando creas una pieza, hay un examen físico, como cualquier otro tipo de creación contemporánea.” Preguntada por la presencia de la mujer en la interpretación y creación de una danza originalmente masculina, Pérez Soussa presenta la obra, que aún continúa contra ciertas «masculinidades tóxicas de este mundo». Sin embargo, admite haber sufrido otro tipo de exclusión: “Principalmente por ser migrante. Algo que viví viviendo en Nueva York y ahora en Portugal”.

Dani Pannullo, Iron Skulls, Circle of Trust, Agnés Sales, Chey Jurado, Cora Panizza, Héctor Plaza, Manuel Rodríguez… son algunos de los nombres que resuenan en el panorama de la danza escénica urbana española. Y unos cuantos más, el de Guille Vidal Ribas y Javi Casado que, desde 2015, llevan adelante uno de los proyectos más divulgativos y didácticos sobre la materia, que, por cierto, inexplicablemente está escasamente representada en Madrid. Es sobre Transmissions, una conferencia sobre danza urbana, en el que los dos intérpretes narran, bailan, bromean y embolsan al público, con una intervención didáctica en el recorrido histórico de la danza hip-hop. “Había que hacer una pedagogía en torno a estos bailes para romper jerarquías y estereotipos de clase”, explica Vidal Ribas. “Y después de ocho años con el proyecto perdón ciertas estandarizaciones dentro y fuera del sector de la danza. Nos están tomando más en serio y, en cierto sentido, estamos cosechando los frutos de nuestros años de arduo trabajo”.
A este carácter pedagógico, la coreógrafa y bailarina Melissa Pérez Sousa introduce una nota de nomenclatura. “Mejor baile hip hop que baile urbano. Durante la pandemia, muchos de nosotros lo hemos pensado y concluido que el término “urbano” no es suficiente ni apropiado. Se enfoca demasiado en la arquitectura y descuida la historia de todas las comunidades invisibles y minoritarias con las que se relaciona la cultura hip-hop”, concluye.
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