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Daniel Luque pide a gritos el reconocimiento unánime como figura indiscutible del toreo. Tras el triunfo que consiguió el día 20 contra un toro en el ruedo de El Parralejo, ha vuelto a demostrar hoy que vive un momento de madurez gloriosa gracias a su conocimiento del terreno, a su posicionamiento en la cara del toro. Toreo en redondo, la longitud natural y la entrega para exprimir al máximo la generosa carga de un noble animal sin fuerzas en el alma.
El hecho sucedió en la tarde del quinto, otro toro, como todos los demás, con un buen juego sobre el caballo (todos empujaron con fuerza pero pagaron el alto precio de llegar al último tercio sin aliento) atacando la muleta con calidad y dulzura, pero pidió piadosamente una rápida transición al otro mundo.
Pero esa no era la intención de Luque. No pudo combatirlo con su capa, la bestia perdió dos veces las manos, y cuando sonaron las cornetas, nadie puso alamar a un juego que permitía el menor indicio. Aquí, sin embargo, Luque estudió con pericia a su oponente, analizó la situación y entabló un diálogo silencioso con el toro que derivó en una clase magistral de enamoramiento por la plaza de toros.
Sus muletas son fuertes, magnetizan y suavizan las embestidas del toro, y una tras otra lanza muletas con ambas manos llenas de profundidad, buen gusto y tauromaquia exuberante. Mimó al toro, lo mostró y explicó a la audiencia cómo se puede crear una obra de arte con solo unos pocos pinceles. Fueron indígenas soñadores, inició la música, se mezcló con las pitones del noble animal para incitarlo a seguir la corriente de una obra mesurada, profunda, extraordinariamente sentida y gustada. Fue un lío de esos que les gusta que los disfruten porque es inesperado y hermoso. Y mató de estocada, por lo que encontró un merecido oído en medio de la hilaridad general.
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El resto de la corrida no tuvo historia.
Al primero de Luque, que tuvo a Iván García y Jesús Arruga resplandecientes en banderillas, le faltó ímpetu para perfilar faena. Y quizás lo más copado de la tarde fue el que abrió la plaza, que recibió El Juli con unas expeditas Verónicas y José Núñez Pilo de exquisita banderilla.
Llegó a la muleta con clase y ritmo, y el torero lo muletó con su vigor habitual, haciendo que los pases parecieran mecánicos y no del esperado duende. La tarea no disminuyó, y aunque animada por la música, fue larga y fatigosa; Dicho esto, salvo un buen final de derechazos, destacó más el toro que el torero. La mayoría de los espectadores pedían un trofeo para El Juli, pero el presidente, tan generoso otras noches, se puso exigente y se ganó una buena pelea. Al torero no le gustó el cuarto toro, le pidió que pisara tres veces al caballo y lo mató mal a las primeras de cambio.
Y Pablo Aguado quemó sus naves (ésta fue su última corrida en la feria) sin poder sonreír con satisfacción. Mostró el capote en sus dos toros; mejor en el sexto, que recibió con cinco verónicas muy moderadas y un promedio espléndido, y poca distancia por delantales en el tercero. Pero este primero era un animal que contagiaba fascinación y aunque reinaba la limpieza en varias muletas, reinaba el aburrimiento. Y el sexto, el último cartucho, desarrolló diversas complicaciones, cargó con la cara a media altura, se dio la vuelta en una pista de tierra y no permitió que un torero que expresaba más dudas de las necesarias se sintiera cómodo. Solo al final ató cuatro derechazos muy agradecidos, pero para entonces los ánimos estaban en otra parte.
La Quinta decepcionó en su presentación en La Maestranza, y surgieron dos puntos: no es una ganadería taurina, ya que los toros derrochaban bondad y muy poca fuerza, y que ellos, como toda su generación, son toros para la muleta y no para la lucha completa. Se usaban en los caballos, y ahí dejaban todo el aliento.
La Quinta/El Juli, Luque, Aguado
toros de El quinto-la segunda como un sombrero-, de bella apariencia, brava y poderosa sobre los caballos, noble, sin fondo y expulsada en el último tercio.
el julio: Estocada hacia atrás y caída leve (regreso al ring por llamada mayoritaria); tres pinchazos y estocada (silencio).
daniel lucas: estocada (silencio); estocada (oreja).
pablo aguado: estocada (silencio); media estocada (silencio).
Plaza de la Maestranza. 30 de abril. Decimocuarta corrida de fertilizantes. Lleno.
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