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Ozempic no le dio a Ana los resultados que esperaba. Lee por todas partes artículos sobre curas milagrosas y eso le enfada porque en su caso el efecto fue bastante limitado. “Comencé a usarlo hace dos años por prescripción médica”, explica en un intercambio de mensajes. “Tuve que parar por problemas estomacales cuando había perdido dos o tres kilos. La volvió a encontrar”. Con Saxenda, un fármaco anterior de la misma familia, las cosas fueron un poco mejor, ya que los efectos secundarios no fueron tan graves. Perdió cinco kilos en tres meses. Estos resultados están muy lejos de la media. Se ha demostrado que los agonistas del receptor GLP-1 provocan una pérdida de peso de alrededor del 15%, pero este número mágico es un promedio; hay gente que tiene mucho menos peso, como Ana. su médico estaba esperando. Ni ella ni él saben exactamente a qué atribuirlo.
Un estudio fue presentado esta semana en el Semana de las Enfermedades Digestivas Quizás tenga la respuesta. En consecuencia, el análisis genético puede predecir la respuesta de cada paciente al tratamiento con este fármaco. Este resumen resume el trabajo realizado por la Clínica Mayo en Michigan (EE.UU.) durante los últimos 12 años.
Los investigadores utilizaron un proceso de aprendizaje automático para identificar a los pacientes con un fenotipo llamado «intestino hambriento», que se asocia con una mayor pérdida de peso en respuesta a la semaglutida. Después de 12 meses de tratamiento con semaglutida, los pacientes con hambre intestinal perdieron 8,8 kilos en comparación con los 4,5 kilos del otro grupo. Casi el doble. “Esta es una evidencia bastante sólida”, dijo en una videoconferencia Andrés Acosta, gastroenterólogo y profesor asociado de la Clínica Mayo.
Los agonistas del GLP-1 actúan en el intestino y envían una señal a nuestro cerebro para hacernos sentir llenos. Todo esto se conoce como eje intestino-cerebro, la señalización bioquímica entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central. “Tomamos todos los genes que se encuentran en este eje”, explica Acosta. «Y los analizamos con inteligencia artificial para intentar predecir y construir un modelo que nos diga si este eje es normal o tiene muchas variables genéticas. Y lo que encontraron después de analizar a 84 personas es que las que no tienen variantes». Responde mucho mejor al tratamiento.
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“Son estudios piloto que necesitan ser evaluados en más pacientes, pero demuestran que son más efectivos en pacientes con hambre intestinal”, explica Cristóbal Morales, endocrinólogo del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla. «Es interesante, no como un nivel máximo de evidencia, pero resalta la necesidad de fenotipar esta enfermedad tan compleja». «Eso nos ayudará con el tratamiento», dice.
La Organización Mundial de la Salud define la obesidad como “una enfermedad multifactorial resultante de un entorno obeso, factores psicosociales y variantes genéticas”. El análisis de Mayo Clinic se centra en este último caso. “Es uno de los factores más importantes para entender quién responde mejor a este tratamiento”, admite Acosta.
El análisis corresponde a la tendencia actual de medicina de precisión o personalizada. Javier Escalada San Martín, director del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra, cree que estamos ante un descubrimiento «interesante» que apunta a la eficiencia y detecta aquellas personas que responden mejor a determinados fármacos. Sin embargo, Escalada recuerda que la propuesta de clasificar a los pacientes en cuatro fenotipos es controvertida. Además del intestino hambriento encontrado en este estudio, existe hambre cerebral, hambre emocional y ardor lento, según el departamento del equipo de Acosta. “Pero no toda la comunidad científica está de acuerdo porque es difícil encontrar fenotipos puros”, afirma Escalada.
Acosta defiende su idea comparando nuestra comprensión de la obesidad con la del colesterol. “Todo el mundo sabe que existe el colesterol bueno, el colesterol malo y los triglicéridos… De hecho, existen más de 35 tipos de colesterol. Pero si hablamos de tres grandes grupos, podremos comprender y gestionar mejor la enfermedad”, explica.
En una publicación reciente en la revista cientifica lanceta Analizó cómo cada intervención contra la obesidad produce resultados heterogéneos: personas que apenas pierden el 5% de su peso inicial y otras que pierden hasta el 40%. Escalada apunta a este estudio para explicar que ningún tratamiento funciona igual de bien para todos. Y en cualquier caso, matiza, las nuevas generaciones de agonistas del GLP-1 son cada vez más eficaces, “con retatrusión”. [actualmente en fase dos] El 100% de las personas tratadas perdieron al menos el 5% de su peso inicial; «Eso significa que no hubo personas que no respondieron», explica.
Albert Lecube, endocrinólogo del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida, subraya la importancia de este estudio, sobre todo de cara al futuro. “Es importante saber que hay una base genética que influye”, afirma, “pero tampoco existen muchas alternativas de tratamiento farmacológico”.
En España, Ozempic es el único agonista del GLP-1 de última generación disponible en el mercado y existen importantes problemas de suministro. Sin embargo, hay un puñado de alternativas aún pendientes de comercialización y muchas otras están en fase de prueba. Por eso, explica Lecube, es importante conocer la reacción del paciente. “Ahora puede servir para modular tus expectativas, pero en el futuro podremos personalizar el fármaco que mejor funcione para cada paciente”, subraya.
En cualquier caso, todos los expertos entrevistados coinciden en que estos estudios confirman la idea cada vez más extendida de que no podemos hablar de obesidad, sino de obesidad. No existe una respuesta uniforme al tratamiento, y menos aún en una enfermedad multifactorial como la obesidad.
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