
El presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, advirtió este martes contra “injerencias” para impedir la ejecución de sentencias por parte de la propia Autoridad de Garantía. En la rueda de prensa de presentación de la Conferencia Mundial sobre Justicia Constitucional, Conde-Pumpido se refirió a las amenazas a las que se enfrentan estos tribunales, mencionando en particular el español. En este sentido, se ha referido al «riesgo o problema» que se deriva de «injerencias políticas» o «campañas mediáticas», pero también a «aquellas declaraciones que provienen de otros poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo o el judicial, y niegan al Tribunal Constitucional, cuando es el máximo garante de los derechos fundamentales y el intérprete supremo de la Constitución».
Conde-Pumpido ha tenido especial cuidado en describir y rechazar las “maniobras” que se producen en la ejecución de las sentencias de los Tribunales Constitucionales. Ha subrayado que estos tribunales «están en la cima y hablan los últimos conforme a la Constitución», por lo que «dictan resoluciones que dan fuerza constitucional y no pueden ser cuestionadas por ningún tribunal y que al mismo tiempo se imponen a uno de los tres poderes del Estado». Señaló que “al buscar fórmulas pensadas para otros fines y pensadas para evitar la ejecución de decisiones”. [del Constitucional]encontramos este trastorno”.
El presidente del Tribunal Constitucional no ha mencionado ningún caso concreto en el que haya percibido este tipo de estrategias de bloqueo y, en su respuesta a una pregunta directa sobre el tema, ha evitado formular hipótesis sobre la posibilidad de que el Tribunal Supremo no aplique directamente la amnistía al delito de malversación si se concede protección al líder de Junts, Carles Puigdemont, sobre los asuntos pendientes antes de que decida el Recurso de la Autoridad de Garantía.
En este sentido, Conde-Pumpido ha destacado la importancia de la reforma que, bajo el Gobierno del PP en 2015, otorgó al tribunal competencias específicas para velar por la ejecución de sus sentencias, una herramienta que resultó «muy útil» «en el momento de la sentencia». Procedimiento, en el que hubo trabas de instituciones que paralizaron dichas sentencias o no las cumplieron, como hizo el Parlament de Catalunya cuando declaró que no cumpliría las decisiones del Tribunal Constitucional. Sin embargo, gracias a esta reforma, la autoridad de garantía pudo “hacer cumplir” sus decisiones.
También se refirió al fin de su mandato al frente del Tribunal Constitucional, que comenzará en diciembre próximo. En este sentido, dijo que se permitiría un retraso “moderado” si no hubiera posibilidades de llegar a un acuerdo entre las fuerzas políticas que necesitan llegar a un acuerdo en el Senado. Sin embargo, se negó a precisar los plazos, afirmando que el legislador había previsto tal situación manteniendo a los jueces en sus puestos hasta que se alcanzara un acuerdo sobre su sustitución. Añadió que en cualquier caso siempre era «deseable» que las renovaciones se realizaran en el momento oportuno, advirtiendo que un retraso prolongado podría afectar el funcionamiento del órgano, citando como supuesto negativo que el Consejo de la Magistratura había duplicado su mandato en su última renovación.
El presidente del Tribunal Constitucional también se refirió al debate sobre el aborto voluntario y explicó que no quería comentar sobre posibles reformas legales porque era responsabilidad del legislativo. Sin embargo, reafirmó que corresponde a la Corte Constitucional la interpretación y desarrollo de los derechos fundamentales y que, en este sentido, la interrupción voluntaria debe entenderse como un derecho derivado del artículo 10 de la Constitución en la medida en que protege “el libre desarrollo de la personalidad”. Esto significa, se dice, que a las mujeres que deseen interrumpir un embarazo se les garantiza que podrán ejercer este derecho en las condiciones previstas por la ley.
