La flamante titular de la silla se nota que es nueva porque se pierde en las magníficas salas donde nos conduce un asesor, llevándonos finalmente al despacho barroco con mucha madera y pocos reportajes donde ambos charlamos a solas. Al salir de esta burbuja, como si estuviéramos fuera del tiempo y del espacio, nos topamos simultáneamente con la noticia de que Luis Mateo Díez acaba de recibir el Premio Cervantes y que, en rigor, Luis Mateo Díez nos llega en forma mortal RAE gracias. Cañón.
Novela de estreno y presidente de la academia. ¿Qué te hace más? Higo?
Ambos. Pero la cátedra de la Academia es una novedad, una maravillosa sorpresa, y ya he publicado algunas novelas.
Además, la silla es duradera para toda la vida.
También las novelas. Los escritores podemos declinar, pero las novelas permanecen. A mi personalmente tuve la experiencia de que uno de los míos no tuvo el viaje que esperaba, lo cual sufrí mucho y de repente me encontré en otro país. Siempre hay alguien en algún lugar que puede detectarte en uno de tus libros.
¿Por qué caduca un autor? ¿Has tenido alguna crisis creativa?
Naturalmente. Y de una crisis puedes salir, esperar a que pase, esforzarte, creer en ti mismo, pero quizás para mí lo peor que tengo que soportar es la sensación de depender de todos. La fragilidad y la vulnerabilidad de las que dependes para estar satisfecho: el editor, los libreros, los lectores. Es abrumador. Cuando llegas a las librerías, ya estás destrozado.
Eso dice alguien que ha ganado los premios Nadal, Alfaguara y Planeta. Si no te gusta esto…
Pero verás, no siempre he tenido éxito, ni nunca me he sentido exitoso. Lo que siempre tuve fue ambición, determinación y desinterés. La ambición literaria de querer escribir algo mejor que lo anterior. Y por eso perdí mucho tiempo y también mi ambición de estar al mismo nivel que los demás.
¿Te comparas con tus compañeros?
Claro. No diré cuáles son. Pero con los contemporáneos que admiro y con otros no. Los escritores nos movemos en comparación.
Otros no lo hacen o no lo dicen.
Pues estás de suerte porque no tendrás que renunciar a la idea del éxito ni al miedo que éste conlleva.
¿Estás tan preocupado?
Sí, soy débil en ese sentido. Todo me toca mucho. No me gusta especialmente el mundo editorial. Este apasionante mundo mío que tanto me ha dado y que me hace sufrir. Tanto es así que a veces pensé en no volver a publicar nada.
¿Y por qué sigues publicando?
Porque de un libro a otro te olvidas. Y esto es lo que te dice una mujer que nunca olvidó el nacimiento de su única hija y nunca dio a luz a otro hijo.
¿Siempre has sido demasiado sensible?
Sí, comencé a escribir para anclarme en el mundo. Mi padre era trabajador ferroviario. Vivimos en varias ciudades diferentes. De niña tuve que adaptarme constantemente y escribir me dio estabilidad.
Entonces, ¿para usted el éxito no significa premios ni ventas?
Hoy no hablo de hace 10 o 20 años, para mí el éxito es la esclavitud. El éxito esclaviza a quien lo persigue con ahínco, mantenerlo supone un esfuerzo tremendo y se pierden cosas mucho más importantes. El éxito es lo que los demás ven sobre ti y tu vida. Pero no te miran, no te ven, no te oyen. No existes.
Ésta conecta con su protagonista, Marisa Salas, una escritora de 60 años que se siente invisible.
Los 60 años es una edad extraordinaria para una mujer porque no dejas que nada ni nadie te mande emocional o sentimentalmente. Marisa se da cuenta de que el éxito es mentira, que los demás envidian tu éxito, pero tú no quieres conseguirlo. Y decide hacer lo que quiera.
Pero ella se contenta con no estar muy enamorada del hombre con el que vive ni reivindicar la autoría de su obra para no cagarla y vivir una vida relativamente cómoda. ¿No está eso medio vivo?
Creo que la resignación y el conformismo están muy devaluados. Las pocas veces que estuve apasionadamente enamorado, la vida se me escapaba y deseaba que esa pasión desenfrenada se fuera para poder empezar a vivir. La pasión te esclaviza y secuestra emocionalmente, eso es todo lo que ves. No es que Marisa dimita, sino que elige vivir como quiere.
Y lo compensa teniendo sexo con su pareja de vez en cuando en el bosque para sentirse viva.
Sí, para él y también para ella. Ella está creando esta fantasía pero es plenamente consciente de ello. Es una mujer que no ha tenido una vida fácil emocionalmente y por fin ha tomado conciencia de sí misma y de sus verdaderos deseos. [me mira]. Sé lo que estás pensando. Sé que esto se malinterpreta. Me costó enormes esfuerzos defender esta idea en conversaciones literarias, especialmente con mujeres. Incluso entre nosotros parece que siempre debemos estar apasionadamente enamorados. ¿Porque? ¿Y si ese amor no aparece? ¿Entonces tu vida es aburrida? ¿No podemos entusiasmarnos con otras cosas? Las mujeres todavía tienen mucha independencia emocional que alcanzar.

Pasemos al lado académico. ¿Te gustan las palabras monosilábicas?
La amo. El nombre de mi nieta es Sol. Son claras, directas, como flechas en el blanco, como decía Lázaro Carreter. Mar, sol, luz, pan, sal… Fíjate en la cantidad de connotaciones. No hay lugar para más en menos. Una palabra es como una botella de butano, que contenida es inofensiva, pero mezclada con otras puede explotar.
¿Cuál es tu palabra favorita?
Tristeza. Porque no está de moda, porque es muy bonito tonalmente y porque define muy bien un estado de ánimo. Es redondo.
Estos días un manifestante dijo que saldría a la calle para “defender” España. la RAE reconoció que “puto” es un prefijo enfático. ¿Qué opinas?
Me gustan estos giros del lenguaje y me divierto mucho con ellos. Todo lo que ayude a alguien a sacarse las entrañas, que le ayude a desahogarse, me parece perfecto. Ojalá tuviera más palabras para omitir. Mejores palabras que palos.
Otra gran palabra es Señor.
Tiene su gracia. Es un caballero que es un caballero, un Ultrasignor.
¿Y encontraste mucho? Señor en la Región Administrativa Especial?
Jajaja. De momento no. Estoy empezando y he encontrado grandes caballeros a los que admiro. Incluidos algunos de mis profesores, como José Manuel Blecua o Emilio Lledó. Pero sé adónde vas. Te lo diré.
SEÑORA EQUIS
Cuando Clara Sánchez (Guadalajara, 68 años) fue elegida titular de la Cátedra de la Capital. Ha dedicado toda su vida literaria a intentar resolver misterios de la condición humana a través de sus novelas, desde que comenzó a escribir siendo niña, arraigando en su vida nómada como hija de un trabajador ferroviario. Ganador de los tres premios más codiciados de las letras españolas –Alfaguara (2000), Nadal (2010) y Planeta (2013)–, Sánchez cree que el éxito es una historia. Su última novela trata de todo esto: la edad, la importancia de la imagen, la apariencia, los tejemanejes de la industria editorial y los pactos que hacemos con nosotros mismos para seguir vivos y relativamente felices. Los pecados de Marisa Salas. Siempre dice que nunca escribirá otro. Sigue regresando.
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