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El presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonès, se enfrenta este jueves a una de las pruebas más endiabladas de su legislatura: defender la necesidad de una amnistía para los procesados por ello Procesos en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado, en una sesión obligada por el PP, que tiene mayoría absoluta en esta cámara. El coordinador general de ERC también ha buscado establecer un perfil propio en el panorama político catalán y nacional. Ante la decisión del PSOE y el PNV de no participar en la Comisión, y tras semanas de foco en el papel de Junts en las negociaciones sobre la investidura de Pedro Sánchez, Aragonès ha logrado emerger como una de las caras relevantes del presente Esta negociación defendió que para él la amnistía no era el final de nada, sino un «punto de partida» para alcanzar el objetivo real: un referéndum pactado «sobre la independencia».
«La amnistía de hoy es fundamental para avanzar en la resolución del conflicto político», aseguró Aragonès, para después aclarar que la ve como un «punto de partida» para poder negociar un referéndum pactado que debe ser «sobre la independencia», que ha defendido que ésta era la única manera de resolver el conflicto de soberanía en Cataluña. Enfatizó que esta votación debe ser “coordinada, reconocida y con la participación de todos”, dejando claro que su compromiso no significa medios unilaterales. El jefe del Gobierno ha utilizado así el estrado del Senado como escaparate para poner sobre la mesa su propuesta de seguir el camino de Escocia (que coincidió con Londres en la votación de 2014), que esta semana recibió el apoyo del grupo de expertos, a quien contactado sobre el llamado acuerdo de claridad.
También ha aprovechado su intervención para criticar directamente al Partido Popular -y, de forma velada, al PSOE- por intentar conseguir avances electorales a costa de «agitar» el anticatalanismo para «ganar cuatro votos» y » desgastar al partido”. oponente.» Él presidente, que habló durante diez minutos, no se quedó a escuchar las restantes aportaciones de los presidentes autonómicos, todos ellos del PP. Reiteraron ideas como que la unidad de España está amenazada por el posible pacto de investidura y resaltaron la «falta de solidaridad» de los catalanes lo que, a su juicio, implica una mejora de la financiación de la Comunidad. En su discurso, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, calificó a Aragonès de “grosero” por no quedarse a escuchar a sus homólogos.
Según el presidente catalán, la instrumentalización de la Comisión resulta del desinterés mostrado en el pasado por reunirlas. Sólo hubo tres sesiones en la última sesión legislativa. «Si les importara Cataluña, nos llamarían para hablar del mal servicio de los trenes de Cercanías, consecuencia de décadas de falta de inversión pública», criticó Aragonès, destacando que ahora está en plena pelea del PP por la Nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. “Un mal servicio que sufren todos los usuarios, independientemente de qué voten y qué idioma hablen”, añadió.
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Y también criticó a los de Alberto Núñez Feijóo por lo que ve como un doble rasero respecto a los mecanismos legales para erradicar la responsabilidad penal, diciendo, irónicamente, que una amnistía ahora es motivo de “escándalo”, mientras que en su momento se trataba de los indultos callaron El proceso aprobado por los gobiernos de José María Aznar y Felipe González supuso el indulto de 6.000 condenados, algunos de ellos por malversación y terrorismo de Estado.
La decisión del PSOE de no participar en el debate en el Senado para evitar dar más importancia al PP en medio de las negociaciones para la toma de posesión de Sánchez y la ausencia del Lehendakari, Iñigo Urkullu ha permitido a Aragonès concentrarse de lleno en defender la amnistía en la Comisión. El presidente de ERC ha conseguido así igualar la importancia que ha tenido Junts desde las elecciones parlamentarias. Los dos partidos independentistas exigen la amnistía como una de las condiciones para el sí a Sánchez.
Tras su intervención, Aragonès abandonó la sala para dirigirse rápidamente a la estación de tren de Atocha. Desde su gabinete justificaron las prisas y la evitación de escuchar a los demás presidentes regionales cuando mantuvieron una reunión con el comisario europeo de Trabajo, Nicolas Schmit, a las cinco de la tarde en Barcelona. El jefe de la Generalitat también se saltó la foto conjunta con el resto de presidentes autonómicos y con el presidente del Senado, Pedro Rollán, y en su lugar planeó una reunión con los senadores de ERC y Bildu, que comparten banquillo.
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