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Las baterías representan una parte relevante del sistema energético global, con una influencia particularmente grande en dos sectores clave de la transición energética: el transporte y la energía. Durante la última década, las baterías de litio se han convertido en la tecnología dominante tanto en vehículos eléctricos como en aplicaciones de almacenamiento, impulsadas por reducciones de costos de más del 80% y un mayor rendimiento, impulsado en gran medida por continuos avances tecnológicos y economías de escala. Además, su densidad energética es mayor que la de otro tipo de baterías, como las B. Baterías de plomo-ácido, que almacenan una mayor cantidad de energía por unidad de volumen.
China es el líder mundial en el mercado de baterías para uso en vehículos eléctricos, aunque su dominio se ha visto erosionado en los últimos años debido a los crecientes mecanismos de apoyo y avances regulatorios en otras economías. En 2023, la participación del país asiático en el mercado mundial de baterías era del 55%, seguida por la Unión Europea y Estados Unidos con una contribución combinada del 30%.
En los próximos años, se espera que la demanda de baterías crezca significativamente, especialmente para su uso en vehículos eléctricos y transporte ligero, lo que podría colocar al mercado de baterías en una posición estratégica y crucial a nivel mundial. Estos pueden servir como “llaves maestras” para permitir transformaciones industriales y beneficios económicos relevantes. El liderazgo del mercado de la automoción dependerá cada vez más de la tecnología avanzada de baterías, y también impulsará el despliegue de sistemas de energía solar eólica y fotovoltaica, ya que son capaces de atraer inversiones mitigando sus fluctuaciones y estabilizando la red.
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Por lo tanto, las baterías serán un factor esencial en la transición hacia los combustibles fósiles y pueden mejorar la eficiencia mediante la electrificación y un mayor uso de fuentes de energía limpias. Sin embargo, para lograr los objetivos climáticos establecidos por los países en la COP28, incluida la triplicación de la capacidad mundial de energía renovable para 2030 y garantizar la seguridad eléctrica, la capacidad de almacenamiento de baterías tendría que multiplicarse por seis, lo que requeriría esfuerzos coordinados de los responsables políticos y la industria.
El papel de los gobiernos y los reguladores será crucial en este proceso de desarrollo de cadenas de suministro de baterías seguras, resilientes y sostenibles. Es necesario crear marcos regulatorios claros, bien definidos y estables que brinden la confianza y la seguridad jurídica necesarias para atraer inversiones y acelerar la transición energética y la transición hacia una economía descarbonizada. Lograr estos objetivos dependerá en gran medida de la capacidad global para cargar baterías de manera rápida y efectiva.
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