Las ambiciosas ya veces cuestionadas medidas del Ayuntamiento de Barcelona para reducir el tráfico se pondrán a prueba en las elecciones del 28 de mayo. Conscientes de esta situación y de las crecientes críticas a algunas restricciones muy concretas, el equipo de gobierno de la alcaldesa Ada Colau y sus socios del PSC han decidido pisar el acelerador. No cambiarán sus políticas en general, pero corregirán algunos problemas. Este viernes, por ejemplo, admitieron que están estudiando para que los radares instalados en los colegios no informen las 24 horas. Además, en las últimas semanas se ha tomado la decisión de frenar la pacificación de las calles aledañas a cuatro colegios del distrito de Sant Martí y eliminar los aparcamientos, lo que ha inquietado a muchos vecinos. Esta flexibilización también vuelve a endurecer la coalición gobernante. Es precisamente en Sant Martí donde BComú se opone al freno de la pacificación decretado por el concejal del Distrito David Escudé (PSC). De hecho, el alcalde socialista Jaume Collboni ya ha defendido que «la guerra contra el coche es un error» si no se ofrecen alternativas reales a los conductores.
El Ejecutivo municipal ha admitido este viernes que la instalación de 17 radares cerca de los colegios y las sanciones a quienes circulen más de 30 kilómetros son medidas excesivas y ha pedido un informe para suavizar su aplicación. Desde el pasado 16 de enero, todos los coches que incumplen la restricción han sido fotografiados y multados, con una media de 686 vehículos sancionados diariamente desde entonces (ahora con Laia Bonet). Los dos socios en el gobierno siempre han argumentado que reducir la velocidad en las zonas escolares mantiene a los más pequeños seguros, pero el problema es que las cámaras de velocidad están integradas en el programa. Protegemos las escuelas– Pagas no solo durante el horario escolar, sino las 24 horas del día, los siete días de la semana. La multa mínima es de 100 euros.
La flexibilización de los planes de sanciones a los radares no es la única medida que parece estar enfriando las medidas de reducción del tráfico en plena campaña electoral. En el distrito de Sant Martí, se han detenido las obras de pacificación de cuatro entornos escolares de la calle Perú entre Bac de Roda y Rambla de Prim. Los colegios de Cataluña, Brasil, la Escola Bressol Dolors Canals y el Centro de Educación Especial Concha Espina están afectados, según ha explicado el concejal del distrito, David Escudé (PSC).
El motivo del paro a semanas de las elecciones locales es que varios vecinos se manifestaron en contra de la pérdida de estacionamientos para habilitar las labores de pacificación. Escudé asegura que se hizo para asegurar el destino final, pero «de otra manera», teniendo en cuenta las quejas de los vecinos. “La idea es que la mayoría de los espacios de calle previstos en el proyecto original no se terminen. Estamos en una zona donde la mayoría de los hogares no tienen garaje”, argumenta el socialista. Escudé apuesta por alternativas «menos agresivas» ya que cada vez hay menos plazas de aparcamiento tras la pacificación de Pere IV. La decisión del Ayuntamiento de Sant Martí fue criticada por los Concejales del Ayuntamiento de Bcomú en el pleno del distrito.
cambiar las reglas
En cuanto a los radares escolares, formaciones como el PP y Ciudadanos habían solicitado en distintas comisiones estudiar el funcionamiento de la medida al considerar que se había convertido en una auténtica máquina de imponer multas. Cristian Bardají, director de la sección de movilidad del Racc (uno de los lobbies más activos en movilidad privada), ya alertó de algunas carencias el pasado mes de noviembre. “Estos radares se colocarán en áreas sin parar donde conduces de 50 a 30 kilómetros sin espacio suficiente para permitirte reducir y limitar la velocidad. Es una verdadera trampa. Si el motivo es proteger el ambiente escolar, ¿por qué estos radares siguen funcionando en las noches, los fines de semana o en verano cuando no hay actividades escolares?”, explicó en ese momento.
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Pese a las críticas, el equipo de Gobierno defendió la instalación de estos dispositivos sancionadores y comenzó a imponer multas el 16 de enero. Así estaba hasta este viernes. Mientras RAC1 ha ido avanzando, el departamento de ecología urbana del Ayuntamiento de Barcelona ha solicitado un informe legal para estudiar la posibilidad de levantar el límite de 30 km-hora en estos puntos cuando las escuelas están cerradas. Todo apunta a que los radares multarán a quien supere los 30 km/h cuando los niños estén en el colegio, y fuera del horario escolar a quien supere los 50 km/h.
Fuentes municipales admiten que están estudiando flexibilizar los horarios de trabajo, pero solo querían anunciar públicamente: «Todas las sanciones serán evaluadas, monitoreadas y se explorarán opciones y mejoras». Si se cambia la velocidad en función del horario escolar, serán de los pocos radares con esta particularidad en Europa. La concejala de Movilidad, Laia Bonet, se limita a admitir: “Este debate hay que llevarlo con calma y objetividad, sin perder de vista a las víctimas del accidente”.
Si finalmente se modifican los horarios, el Ayuntamiento estudiará también su efecto retroactivo. En otras palabras, ¿qué hacer con los cientos de multas que se han impuesto a los conductores que fueron fotografiados fuera del horario escolar conduciendo a más de 30 kilómetros por hora cerca de las escuelas?
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