
Todos los demonios se desataron en el PP el día que su exlíder, Pablo Casado, fusiló a Isabel Díaz Ayuso por las comisiones que cobraba su hermano durante la pandemia. La batalla fue rápida y el que avanzó primero (Casado) cayó a manos del que aceptó el duelo (Ayuso). De esta lucha casi imprevista, fugaz, visible e invisible en un ambiente político normalmente estable, surgió Feijóo que sabe que los cuchillos van rápidos en Madrid.
Hoy la presidenta de la Comunidad de Madrid vuelve a sentirse presionada, pero es aún más fuerte. Procesar a su novio ha multiplicado su capacidad de reacción, que encuentra cada día nuevas dimensiones en su escalada visceral. Aunque avance Feijóo.
Actualmente están en acción dos animales políticos: Pedro Sánchez y Ayuso. No hay nada más, y cualquiera que se interponga en el camino recibirá una bala perdida. El primero ha retomado la defensa de los servicios públicos, aprovechando dos Regalos que el PP ha puesto encima de la mesa: la crisis del cribado del cáncer en Andalucía y la obligación ordenada por el Ayuntamiento de Madrid de informar a las mujeres sobre un supuesto «síndrome postaborto» que no existe. El segundo ataque ataca a diestro y siniestro: un día manipula declaraciones del Lehendakari Pradales para hacerse la víctima, y otro da un giro completamente estratégico sobre el aborto. Si bien anteriormente lo defendió, ahora le da crédito al gobierno por matar a “un millón de personas”. Donde antes el aborto estaba garantizado, hoy lo envía a otra parte. Ayuso huele sangre y sube la apuesta. Quien cae, cae.
De camino allí Feijóo. El líder de la oposición, que tuvo que corregir al Ayuntamiento de Madrid hace una semana, también pidió una corrección a Ayuso. Feijóo pone fin a otra semana aciaga en su disperso camino hacia La Moncloa. Si el año pasado acabó con el Gobierno en la pantalla por casos de corrupción -y con razón- el que hoy no puede levantarse de la misma pantalla es un presidente del PP que no da el tono, que se deja intimidar en las encuestas por Vox, se deja arrastrar por su principal baronesa y que lo confía todo en una vía legal demasiado lenta para la política. Feijóo anunció en julio que tendría una lista de leyes sanchistas para derogar en septiembre. Todavía estamos esperando eso o, mejor aún, una lista de planos y propuestas de construcción. Pero no existe tal cosa, porque aunque el gobierno está en serios problemas, nada de eso es tenido en cuenta por esta oposición barata, que, por el contrario, lo ayuda.
