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Daniel Ortega y Rosario Murillo celebraron la noche del miércoles el 44 aniversario de la Revolución Sandinista, a un kilómetro y medio de su casa, que también funciona como oficina, en una pequeña plaza donde una estatua de Augusto Sandino -figura fundadora del sandinismo- monta una mula. El lugar es simbólico porque, hasta su demolición en 1979, se colocó el retrato ecuestre de Anastasio Somoza García, fundador de la anterior dictadura nicaragüense. Sin embargo, lo que más llamó la atención no fue que este espacio fuera elegido por primera vez para celebrar el clímax oficialista, sino que su reducido aforo demostraba la incapacidad de la pareja presidencial desde 2018 para movilizar multitudes.
La última encuesta de la firma costarricense CID Gallup, encargada por el medio Confidencial, encontró que solo el 13% de los nicaragüenses simpatizan con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Es el nivel de apoyo más bajo registrado en toda su historia, y ese 19 de julio la decepción fue clara: el aniversario de la revolución fue históricamente la fecha en la que los sandinistas demostraron su fuerza política. Sin embargo, el régimen cimentado por los Ortega-Murillos no es precisamente popular en 2023.
Desde 2018, año de las protestas sociales reprimidas a sangre y fuego por policías y paramilitares, la pareja presidencial no ha podido demostrar su «fuerza política» con una gran movilización con motivo del aniversario de la revolución. La pandemia de la Covid-19 le sirvió al régimen para poner en perspectiva el regreso de las habituales llamadas masivas. Caminaron desde el crimen del 19 de julio en la enorme Plaza de La Fe hasta la Plaza de la Revolución, el sitio original donde la guerrilla sandinista invadió triunfalmente Managua en 1979 tras la caída del somocismo. Todas las actividades relacionadas con el aniversario rojinegro dejaron de tener carácter nacional y se redujeron a actividades locales. El acto central, presidido por la pareja gobernante, fue reajustado en círculos cerrados en la cadena nacional.
Este año, sin embargo, trasladaron las canchas a una cancha aún más pequeña llamada Monumento al General Sandino, ubicada a un costado del antiguo Estadio Nacional de Béisbol. A la actuación fueron invitados miembros de la Juventud Sandinista, una banda de música, altos funcionarios del gobierno y los jefes de las fuerzas armadas.
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Ningún jefe de Estado acompañó en su desempeño a los Ortega-Murillo, ni siquiera los invitados inevitables a citas anteriores: el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, o el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. El único invitado especial que brilló fue Apollinaire Joachimson Kyélem De Tambèla, Primer Ministro de Burkina Faso, un país desconocido para el nicaragüense promedio. Era una imagen que también confirmaba el profundo aislamiento internacional y el desprestigio que sufría el régimen como consecuencia de su brutal represión.
“Agradecemos a las delegaciones que nos acompañan de Angola, Burkina Faso, Mozambique y Nigeria; de Eurasia: Bielorrusia, Rusia, Osetia del Sur… República Islámica de Irán, Corea del Norte, pueblo palestino, hermanos de Cuba, Honduras”, enumeró el “copresidente” Murillo para mostrar el apoyo internacional.
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Por su parte, para encubrir el endeble recurso nacional, Ortega dijo en su discurso que el crimen estaba siendo rastreado electrónicamente en toda Nicaragua. “En cada municipio del país, en cada barrio, en cada región, las familias y los jóvenes se reúnen frente a la televisión para seguir este acto que transmitimos por canales nacionales e internacionales”, razonó.
Los Ortega-Murillo llegaron a la plaza acompañados de su séquito más cercano, sus yernos y nueras. Fue un viaje muy corto desde su casa hasta el lugar. Para llegar al monumento a Sandino, la pareja presidencial apenas salió del perímetro de seguridad de El Carmen, barrio donde funcionan en el mismo complejo la Secretaría General del FSLN, la Casa Presidencial y la casa de los dirigentes. Son unos 350 metros desde el último anillo de seguridad del Presidente hasta el lugar elegido para el crimen del 19 de julio.
Alabado sea Putin y contra las «serpientes insidiosas»
Ortega, quien pronunció breves discursos en sus últimas apariciones públicas, duró más de hora y media la noche del 19 de julio. Se refirió a la cumbre que acaba de realizarse en Bruselas entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
“La mayoría de los países de la CELAC no podían quedarse sentados [en la reunión] al presidente nazi, a los fascistas ucranianos [Volodímir Zelenski]. luego ella [los europeos] Insistieron en introducir algunos párrafos culpando a la Federación Rusa por todo lo que pasó en Ucrania. Así que no podíamos aceptar eso. No tenía sentido poner estos temas en la agenda”, dijo Ortega, quien ve a Moscú como uno de sus pocos aliados internacionales.
El líder sandinista también arremetió contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos, pero no mencionó las sanciones que Washington impuso el mismo día, horas antes del crimen, contra 13 operadores sandinistas incluidos en la lista de actores corruptos y antidemocráticos conocida como Lista Ángel. Los funcionarios son responsables de la disolución, exilio y confiscación de más de 300 opositores, incluidos 222 ex presos políticos.
Luego se refirió al reciente fallo de La Haya que benefició a Colombia en el Mar Caribe. El fallo establece que Managua no puede extender su plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas que delimitan su límite marítimo. Ortega dijo que se apegaría a la decisión e instó a su homólogo colombiano, Gustavo Pedro, a apegarse a la decisión de 2012 a favor de Nicaragua. En otras palabras, está listo para hablar.
Quien utilizó el acto del 19 de julio para arremeter contra sus opositores fue el «copresidente» Murillo. “¿Cómo podemos entender este coro absurdo de serpientes, víboras traicioneras, inventores mentirosos, comportamiento pagado, tontos y falsificadores? ¿Cómo entender los pros de la sumisión? ¿Asesinos y mercenarios luchando para servir a sus amos? ¿Cómo se puede entender a quienes se encierran con desvergonzadas y diabólicas plagas del cosmos, de la convivencia de todas las energías, colores y fuerzas que componen la fuerza y la magnificencia?”, regañó la Primera Dama.
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