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Pocas personas conocen los retos profesionales y personales de ser científico en España. Aprobar un doctorado, un proceso educativo con gran potencial para la salud mental, es sólo el comienzo. Muchos científicos sacrifican años en diferentes instituciones y países, cortando sus relaciones y proyectos de vida para convertirse en elementos clave en el avance del conocimiento en España. Muy pocos lo harán mediante contratos muy selectivos de dos o tres años, como la prestigiosa europea Marie Curie, el español Juan de la Cierva o sus versiones regionales. La gran mayoría sobrevive a períodos de desempleo y contratos que duran sólo unos meses. Después de una carrera así SalmónDado que la carrera científica en España alcanza una edad media de estabilización de entre 43 y 45 años, ofrece menos oportunidades reproductivas que la de los peces.
En tiempos que pueden durar más de una década, los científicos deben dedicar varias horas al final de su jornada laboral a concebir, justificar y solicitar trabajos que los respalden durante unos años más. Este interminable tiempo extra sólo vale la pena si se gana un concurso y el científico sigue empleado. Para saberlo, hay que esperar de seis meses a un año y, si tiene éxito, otros seis meses hasta recibir un nuevo salario. La administración científica española hace valer este tipo de vida a través del actual sistema de convocatorias de apoyo al trabajo científico. Nuestras experiencias dentro y fuera del país nos han demostrado que este sistema también está plagado de tendencias tóxicas para la supervivencia de nuestros científicos. Estas tendencias se caracterizan por una falta de empatía, eficiencia, juicio y voluntad. A continuación mostramos por qué y sugerimos soluciones.
Falta de empatía
Las llamadas caen como las lluvias en España, raras o torrenciales, obligando a los científicos a exigirlo todo y destruyendo el desarrollo de sus investigaciones. Por ejemplo, entre enero y febrero de 2022 hubo cinco convocatorias superpuestas, cuatro de financiación económica (proyectos Ramón y Cajal, Emergia, Junta de Andalucía, proyectos estatales para la transición ecológica y digital) y una de evaluación de la calidad científica. de individuos (el I3, ahora R3). Además, las necesidades políticas parecen tener prioridad sobre las necesidades vitales de los científicos. Por ejemplo, este año aún no se han publicado los proyectos EMERGIA de la Junta de Andalucía.
Falta de eficiencia
Además, cada convocatoria requiere extensas y diferentes combinaciones de documentos que describan los logros curriculares de los científicos. Estas tareas innecesarias acaban lastrando la rutina laboral del día a día y la administración acaba pagando por preparar los currículums para las llamadas. En su lugar, recompense la capacidad de descubrir y resolver problemas complejos con un trabajo constante. Esta parafernalia administrativa, que consume cada año cientos de horas de vida, trabajo y personales de la comunidad científica, es innecesaria.
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Criterios faltantes
Estas llamadas gigantesco A menudo contienen requisitos de elegibilidad extremadamente arbitrarios. Un ejemplo es el último programa «Atrae» de la Agencia Estatal de Investigación para atraer talento internacional, en el que los candidatos con más de 10 años de experiencia en el extranjero no tienen cabida si no han estado en el extranjero durante «cinco de los últimos siete años». Además, la falta de transparencia en los criterios y baremos utilizados en las evaluaciones sólo genera desconfianza. Los criterios son extremadamente subjetivos. Por ejemplo, un criterio de evaluación es la “capacidad de liderazgo”, pero es imposible saber cuántos puntos recibirás por cada tesis o proyecto que lideres. Si tienes suerte, las escalas de estos criterios sólo se publicarán después de las calificaciones. Como resultado, algunos candidatos valoran cosas que otros ni siquiera consideran. La ambigüedad en la aplicación de los criterios contrasta con la precisión de las calificaciones numéricas, que en algunos casos pueden negar la certificación por menos de medio punto. Esto bloquea el derecho a defender adecuadamente la reconsideración. Cuesta creer que estas decisiones sigan intereses oscuros dentro de los comités de evaluación.
Falta de voluntad
Es inaceptable que más de 3.300 profesionales contratados temporalmente en España (datos del CSIC y universidades) no puedan establecerse y reproducirse. Reducir la edad media de estabilización no será posible mientras estemos a la zaga de Europa en inversión en investigación, desarrollo e innovación como porcentaje del PIB. Pero incluso alcanzar el idílico 2% del PIB en investigación, desarrollo e innovación será pan para hoy y hambre para mañana. Necesitamos renovar el sistema de gestión de la ciencia y proponer las siguientes soluciones
Un sistema más empático
En primer lugar, cambiar el turbulento flujo de fondos que acompaña a las licitaciones por un modelo de financiación continua en el que se puedan solicitar nuevos proyectos electrónicamente durante todo el año. Para resolver problemas sociales, los científicos deberían diseñar proyectos basados en los resultados o capacidades que lograron con su proyecto actual, en lugar de hacerlo un año antes. La financiación continua evitaría picos de trabajo provocados por avalanchas de solicitudes y los consiguientes retrasos en la resolución. Además, sería beneficiosa una estabilización del número de empleados del órgano de dirección.
El órgano de administración amortiguaría así los impulsos presupuestarios de los organismos financiadores (Estado, comunidades autónomas, empresas, mecenas, etc.). Esto significaba que los investigadores podían presentar solicitudes para proyectos en cualquier época del año. Esto ya está sucediendo con éxito en la reconocida Fundación Estatal para la Protección de la Ciencia de São Paulo, en Brasil (FAPESP). En el modelo que proponemos, las organizaciones financiadoras podrían elegir qué temas financiar en cada delegación del órgano rector, teniendo así en cuenta las peculiaridades de la financiación en cada autonomía. Es importante para los científicos que puedan adaptar sus solicitudes a la duración de sus contratos, que las evaluaciones sean ágiles y que no tengan que participar en varias convocatorias de propuestas simultáneas.
Evaluaciones más eficientes
En segundo lugar, el órgano de gobierno debe disponer de un modelo de evaluación científica híbrido, telemático y automatizado. Se trataría de simplemente actualizar su currículum vitae normalizado (CVN) en una plataforma pública y certificar sus méritos con documentos digitalizados, como se hace actualmente en la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA). La actividad científica se evaluaría automáticamente para cada nivel de la carrera investigadora en función de las competencias establecidas por la Unión Europea (R1-R4). Si se cumplen los requisitos de un nivel profesional se podrá solicitar financiación para el siguiente. Durante la evaluación, revisores científicos y administrativos evaluarían la exactitud del CVN, la idoneidad para el proyecto solicitado y la idoneidad legal/fiscal de los recursos solicitados. Esto permite que la revisión de CVN y proyectos sea más detallada. Además, se elimina el enorme esfuerzo que supone postular y evaluar convocatorias con candidatos repetidores.
Criterios más transparentes
Para garantizar la transparencia de las evaluaciones, este organismo debería poner a disposición del público y actualizar los criterios y escalas cuantitativas para demostrar estas competencias, de modo que cada candidato y los evaluadores puedan calcular una puntuación similar.
Dado que los científicos de este sistema pueden solicitar la evaluación para el siguiente nivel profesional tan pronto como cumplan los requisitos mínimos, hay lugar para carreras científicas que se desarrollan a diferentes velocidades. Así, los científicos son seleccionados gradualmente a través de algunos procesos selectivos cada pocos años de estabilidad laboral (de dos a cuatro años, dependiendo del nivel). Al fin y al cabo, sólo tendrán acceso a él aquellos que alcancen el nivel necesario para la estabilización.
La ciencia resuelve los problemas más complejos de la sociedad, pero ¿cómo podemos llevar a nuestros mejores estudiantes por un camino que amenaza su futuro profesional y personal? Necesitamos un cambio drástico. Los gestores científicos ahora deben tener esto en cuenta y proteger el interés general de nuestros científicos.
Agustín Camacho Guerrero Es investigador de la Universitá degli Studi Roma Tre.
Teresa Boquete Seoane Es bióloga e investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela.
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