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21.35. Esto comienza. los acordes de Si quieres sangre (la tienes) y es posible que incluso se puedan escuchar en Dos Hermanas. La aplicación de conteo de decibeles del móvil llega a la franja roja y la mano no deja de vibrar histéricamente. AC/DC tronó anoche en el primero de sus conciertos en el estadio de La Cartuja de Sevilla prácticamente lleno: 60.000 personas (el segundo concierto será el 1 de junio y aún quedan algunas entradas). Son pocos los grupos que tocan al volumen brutal que requiere el rock rudimentario de los australianos. Y demostró que Angus Young es perseverante. Partes de la estructura AC/DC se sueltan, pero si el hombrecito se resiste, toda la estructura aguanta. Su actitud en Que sea roca, En la última parte del concierto llegó el momento de la velada. Su camisa blanca está empapada de sudor, sus piernas tiemblan bajo sus pantalones cortos escolares, su cabello completamente blanco muestra que solo le quedan unas pocas manijas para sujetar su cabello y jadea como un pez sacado del agua. agua…
Caminó por la pasarela que conducía desde el escenario a la pista de baile. Lo colocaron sobre una pequeña plataforma y lo elevaron unos diez metros mediante una plataforma. Allí simuló un ataque epiléptico, cayó al suelo, realizó el espasmo rotacional, se levantó, levantó los brazos, practicó el paseo como pato de Chuck Berry… Sólo la visión del desgaste físico de este minúsculo hombre de 69 años disfrazado cansinamente como colegial. Pero espera, aún no había terminado la canción. Bajó al suelo, volvió a subir, esta vez 15 escalones, para llegar a un pasillo encima de la batería; y allí jugó con el público a repetir sus argumentos con “oes”. Y todo el recorrido de unos 20 minutos sin interrumpir el endiablado clavado de las cuerdas de su guitarra Gibson SG. Lo que el público vio fue un coloso del rock en estado puro: Angus Young, un pequeño ser humano impulsado por una fuerza energética inagotable.
Esta noche en Sevilla fue una gran celebración del rock, este género que no es de los más escuchados en las plataformas digitales pero que sigue atrayendo a miles de fans en sus conciertos. Y no hay grupo que represente más el rock primario que AC/DC, el género despojado de toda grasa hasta la médula. Minimalismo rockero que todos en Sevilla entendían: se trataba de mover las piernas, menear la cabeza y levantar la mano con el índice y el meñique extendidos. La fórmula concisa de guitarra, bajo y batería. Nada más.
Una excepción fue que anoche no llevaba una camiseta con el logo de cuatro letras y el rayo en el medio. Gran público, pero también gente joven. Familias y rockeros veinteañeros, “porque mis padres me ponían discos de AC/DC desde pequeño si los jugadores estaban en el Bernabéu”. Swifties, en Sevilla vinieron en masa los “acedeceros”. Como Patxi Rabanillo, de 45 años, que vive en Laguna de Duero (Valladolid) y acudió al concierto número 18 del grupo. Antes de entrar, dejó atrás el sentir general de gran parte del público asistente: “No nos importa si los ‘acedeceros’ no están en su mejor momento. Somos leales. Parece que esta es la última gira. Entonces ¿cómo puedo no verlos?
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Todos enviaron energía a Brian Johnson. Han pasado años desde que Johnson ya no tenía la voz que llamaba a los edificios a derribarse. A medida que el concierto abarcaba canciones, su voz se debilitaba. En las pantallas gigantes se podía ver al valiente cantante sufriendo, apretando los puños, golpeándose el muslo con la mano y jadeando desesperadamente después de gruñir una estrofa. Soportó las dos horas y media del concierto, pero al final quedó exhausto. Su falta de energía vocal puede ser la razón por la que el grupo abandonó tres canciones en comparación con el repertorio que tocaron al inicio de la gira en Alemania el 17 de mayo. Es extraño porque el cantante se mueve en un pequeño espacio del escenario, a la derecha del Jefe Angus. No se le permite (o, en muchas carreras, no se le permite) cruzar la pasarela para posicionarse cerca del público, como si se hubiera dibujado una línea imaginaria en el suelo con un mensaje rojo escrito en letras mayúsculas: “Prohibida la entrada”. , Brian. Por aquí, solo Angus”.
Angus siempre estuvo ahí para ayudar con sus carreras y sus desenfrenados solos. Y sobre todo están las canciones, los salmos rockeros que pueden salvar cualquier concierto. Sonaron todos sus himnos: Thunderstruck, Hell Bells, Back In Black, Alto voltaje, Riff Raff… Sólo algunas canciones de su último álbum, Encender (2020). Existe el cliché de que todas las canciones de AC/DC suenan igual. No: Cualquiera que diga eso no entiende AC/DC, y lo sabe. Cómo resistir el vaivén rítmico de YMe sacudiste toda la noche. O al estribillo asesino de Autopista al infierno, ya en la recta final.
Hubo menos distracciones extramusicales que en otras giras. Sí, estaba la campana. Campanas del infierno, Se abren los cañonazos Para los que quieren rockear (Los saludamos), el último de todos, o las pantallas gigantes. Pero mientras Angus se recuperaba de sus viajes, los cinco músicos tocaron juntos en el centro del escenario, casi muy juntos, como si estuvieran en un club. Fue edificante verlos así, aunque el sonido no fue óptimo en muchas fases del concierto: en los niveles superiores saltaba y en algunas fases era una bola de sonido sin los instrumentos definidos.
La formación clásica ya no incluye al baterista Phil Rudd, el bajista Cliff Williams y Malcolm Young. Los extrañaremos, especialmente a Malcolm, el motor rítmico del grupo, con sus feroces rasgueos de guitarra que sonaban como ladridos; Incluso añoramos su presencia física, con ese cuerpo en constante temblor que ya es una marca registrada de AC/DC. Anoche fue sustituido, como viene siendo desde 2014, por su sobrino Stevie Young (67 años); Dos caras nuevas se hicieron cargo del bajo y la batería, Matt Laug (56) y Chris Chaney (53). Los tres buenos músicos cumplieron con creces sus expectativas. Pero no es lo mismo.
A pesar de las ausencias, de la voz quebrada de Johnson o de que a sus 69 años ya nadie usaría uniforme escolar, las cosas son como son: Fue un concierto de rock ‘n’ roll fantástico.
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